lunes, 12 de marzo de 2018

Silogiza jurídica


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Exhortación a la brevedad

Silogiza jurídica



El discurso del abogado sirve más para ocultar que para decir. Es por eso que desde la colonia, el jurista ha ocupado un elevado rango social, estrechamente asociado a las funciones del poder y la burocracia.   

 Lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo.
Baltasar Gracián

Autor: Leguleyo Minucio Régulo
                                                                       
           
En tratándose del uso correcto del castellano, no hay nadie quien iguale al abogado javeriano.

Nunca falta el arcaísmo presto a delatarle, transmutando lo diáfano en cosa inefable.

«Asaz» por bastante, «agora» por ahora, mientras confunde al vulgo su carrera aflora;

Conspicuo, perspicaz, zalamero y zascandil, enreda su discurso con palabras en latín:

«In limine», «a quo», «in dubio pro reo»; con tanta jeringonza solamente descreo.

Siempre pregonando «pacta sunt servanda», pero lo único que cumple es la ley de la  
                                                                                                                           [baranda.


No hace gala nunca de concisión ni brevedad, se excede en las palabras con fruición y
                                                                                                                          [terquedad;


Inundando bibliotecas con tratados insufribles, respondiendo de nuevo preguntas risibles:

«¿Será un semoviente un bien mueble o inmueble?» Nadie lo sabe, todo depende;

«¿De quién son las abejas que escapan de un panal?», la sola cuestión desata hilaridad.

Y así pasa la vida inventando teorías, sirviéndose de pleonasmos y galimatías;

Arrogante citando a Ulpiano y Beccaria, y declamando de memoria a Devis Echandía.

¡Oh estulto abogado! ignoras que tu ciencia fuera de la facultad despierta somnolencia;

Que incomprensibles tus disertaciones son como babel, que no eres el deleite de todo coctel.

Por eso, novel jurista, atiende a la lección: que la vanidad de la carrera no te turbe la razón.

Si algún día menester de expresar idea tienes −con o sin traje−, que nada te impida ser     
                                                                                                  [sucinto en el lenguaje.













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