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Sobre drogas y festivales
Échele cabeza
Autor: Orlando Buelvas
Muchas
veces las autoridades se ven limitadas y sesgadas por las conductas atípicas
dentro de la sociedad. Más en lugares donde se destacan las personalidades
bohemias y los comportamientos desenfrenados, siendo en la mayoría de los casos
el alcohol y las drogas los motivos por los que muchos jóvenes pierdan la razón.
Entre todo esto aparece “Échele cabeza
cuando se dé en la cabeza”, una S.A.S que reta a la legalidad con el
argumento de reducir el riesgo y mitigar el daño producido por consumo de
sustancias psicoactivas.
Échele
cabeza se ha popularizado por su presencia en conciertos y diferentes
actividades, por medio de puestos que se usan como puntos de hidratación o para
ofrecer el servicio de analizar las sustancias psicoactivas que sean llevadas
voluntariamente, una medida totalmente innovadora. Aún así, surgen muchas
preguntas sobre cómo llega a actuar una organización no gubernamental sobre
temas tan polémicos que, aunque supongan una gran ayuda a las personas
interesadas, también necesita de un ambiente con tinte ilegal para poder
articular su función.
La
presencia de esta organización se da como se expone anteriormente, ya sea por
conciertos o eventos sociales que se muestren como posibles entornos donde las
sustancias psicoactivas sean usadas: todo para brindar información sobre lo que
las personas están consumiendo y a qué se están ateniendo -bien definen que no
solo operan sobre drogas, sino sobre cualquier tipo de sustancia legal o ilegal-.
Entonces, ¿es totalmente negativa su participación? Primero, se debe entender
que ellos no son quienes están llevando drogas para facilitar el consumo y que,
además, no son los únicos en intervenir por las personas que hacen uso de éstas.
En un
plano internacional, la situación anterior puede compararse fácilmente a la
celebración del 20 de abril o 4/20 en Vancouver, Canadá, donde miles de
personas se citan en el downtown para luego encontrarse en la sunset beach donde se dará lugar a uno
de los festivales más grandes del año. Se celebra por entonces el día de la
marihuana, el único día del año en el cual se permite legalmente el uso
recreativo de la droga. Lo curioso en este caso no son los centenares de
personas que bailan por las calles o los miles de jóvenes que llevan ropa
temática, lo especial de este día es que el gobierno se encarga de proveer
ambulancias y servicio médico para todas las personas que desfalleciesen o se
vieran afectadas en temas de salud por el uso de la droga.
Así
pues, el ejemplo anterior no es el único caso donde el gobierno interviene,
también se podría hablar de Holanda -país donde la droga sí es legal- donde hay
hospitales destinados a la asistencia para el uso de heroína. Entonces se puede
ver cómo las autoridades se concientizan de la realidad de sus habitantes y
llegan a salir de esquemas totalmente legales para abrir paso a actos
vanguardistas en el campo jurídico en los cuales se genera una armonía poco
común entre la sociedad y los mandatarios, para así poder evitar que la
desgracia se haga presente.
Pero
volviendo a Colombia, que goza de una realidad distinta y donde el consumo es
ilegal, encontramos que el oficio de las organizaciones que buscan ofrecer
cuidado en este tema no es tan fácil.
También
debe entrar en consideración lo declarado por el Observatorio de Drogas de Colombia (O.D.C), uno de los problemas en
la actualidad es el consumo de las drogas emergentes, es decir, sustancias
sintetizadas que buscan producir efectos similares a las drogas clásicas. Son
drogas recreativas que no están taxativamente enunciadas como psicoactivos, lo
que conlleva a no ser consideradas ilegales o que al menos no sea fácil
controlar su producción. Por otro lado está el problema por aumento de consumo
de bazuco, cocaína y marihuana, las cuales son producidas con químicos de poca
calidad causando un peor efecto en quienes los consumen.
Por lo expuesto anteriormente es muy fácil deducir que las
drogas que se ingieren en diferentes eventos pueden ser sustancias legales,
ilegales o que ni siquiera se sabe de su existencia, además son producidas por
medio de métodos desconocidos por los consumidores junto con el uso de químicos
que pueden comprometer sus vidas. Agregando a esto el consumo desmedido de las
sustancias y la incapacidad del gobierno para regular esta actividad, la
presencia de grupos como Échele cabeza no parece una invitación a lo ilegal,
sino una ayuda para discernir entre la diversión y el peligro.
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