lunes, 12 de marzo de 2018

Colombia, un país de todos y para todos


-->
Colombia, un país de todos y para todos

Autora: Isabel Cristina Castrillón Guzmán
Todo aquel que ha nacido en Colombia conoce de antemano que este es un país de muchas facetas. Por un lado, conocemos sus riquezas naturales, la variabilidad del clima y la amabilidad de la gente, lo cual nos muestra más que un territorio, una patria y un sentimiento. Por otro lado, el que no es tan agradable ni colorido, están las manchas imborrables de una guerra perpetuada por más de medio siglo, acabando con la esperanza de aquellos que sólo quisieran un momento de paz. Tal es la dualidad que nos constituye intrínsecamente y de la cual es necesaria apropiarnos.
Sin embargo, para entender el proceso de nuestra vida, es necesario el reconocimiento en la memoria, sin tapujos, sin censura, lo bueno y lo malo, la dicha y el dolor, todo aquello que no comunique entre iguales, pero en medio de la pluralidad. El lector tal vez se preguntará por qué digo esto. Sencillamente porque no es sano llenar de flores y halagos o de otro lado  pensar que este es un mal país. ¿Qué si tiene problemas? Naturalmente, como todos. ¿Violencia? Se vive a diario, por supuesto. Pero rara vez nos cuestionamos si más allá de buscar culpables, el problema somos nosotros.
La raíz comienza desde casa, en la anti-cultura. Los conflictos se forman cuando no sabemos respetar al otro; cuando se evidencia la ley del más fuerte; cuando el mundo es de los vivos; cuando el que peca y reza empata; cuando buscamos culpables y no soluciones; cuando dividimos irreconciliablemente la opinión entre derecha e izquierda; cuando no obedecemos ni las normas de tránsito; cuando no votamos; cuando enseñamos a los niños a ser vulgares; cuando discriminamos a alguien por su raza, sexo, religión, preferencias u orientación sexual; cuando nos burlamos de todo lo que se vea diferente a nosotros. En fin, cuando no somos capaces de vivir en la alteridad y pretendemos que el mundo sea como lo pensamos individualmente y cuando preferimos quejarnos de todo sin tener la disciplina para lograr nuevas metas.
La paz no se logra esperando que funcione la implementación de unos acuerdos. Una verdadera paz estable empieza con nosotros como entes individuales. No hay peor pobreza que la del pensamiento. Hay que abrir nuestra mente. Como primera medida hay que entender que Colombia es de todos: es de los negros, los blancos, los aborígenes, los indígenas, los homosexuales, las tribus urbanas, los grandes empresarios, los religiosos, los ateos, los trabajadores de la ciudad, los campesinos. Y todos en conjunto deben aprender a convivir. Para contribuir positivamente, se deben tener en cuenta todos los intereses encontrados. La solución no se encuentra en la doble moral, se empieza por pequeños cambios.
Ser Javerianos es más que un título. Como futuros profesionales de esta comunidad, tenemos el deber de salir y afrontar la realidad del país, entendiendo que estaremos al servicio de seres humanos, tendremos vidas y problemas reales en nuestras manos, y nuestra misión, lejos de llenarnos de prepotencia con el conocimiento y creernos superiores, es ayudar y brindar apoyo a la comunidad.  
La lucha por la reivindicación de derechos empieza con educación, nuevas ideas y puestas en práctica. Pero para ello es necesario desmitificar la memoria y reconocer que estamos hechos de alegría y de dolor. Si somos una sociedad diversa, hay que verla como tal y por eso este es un escrito por un país más pluricultural, que pueda vivir en la alteridad, ponerse en el lugar del otro, sentir y vivir la realidad, que se atreva a tener un pensamiento crítico y, finalmente, para todos aquellos que aún creen que construir un futuro es posible.     






No hay comentarios:

Publicar un comentario