lunes, 12 de marzo de 2018

Más de 21 cosas en común


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Más de 21 cosas en común

Autora: Camila Bermúdez

21 líderes sociales fueron asesinados en el primer mes del 2018. Muchos de ellos recibieron amenazas durante años, pero nunca recibieron protección por parte de la Unidad Nacional de Protección, a otros se la retiraron al cabo de un tiempo, e incluso para algunos no hubo esquema de seguridad que pudiera contener la inminencia de su muerte.  21 muertes que resultan ajenas, tal vez demasiado, para muchos de nosotros, pero a mi parecer nos conciernen más de lo que quisiéramos aceptar.

Yolanda Maturana, lideresa ambiental que trabajaba en la frontera entre Risaralda y Chocó fue asesinada en su propia casa el 1ro de febrero de 2018. El 27 de enero fueron asesinados: Nixon Mutis, impulsor de la erradicación y sustitución de cultivos ilícitos en la vereda de Chaparral, en Cantagallo, Bolívar; Temístocles Machado, promotor de la restitución de tierras en Buenaventura y protector del derecho de la comunidad al territorio; y Eleazar Tequia, miembro de la guardia indígena, asesinado en la vía Quibdó – Medellín mientras en una Minga educativa enseñaba la importancia de la educación gratuita, oportuna y con un enfoque propio.  El 23 de enero fue asesinado Fares Caraabalí, gerente de la cooperativa de mineros de Buenos Aires, Cauca. Victor Manuel Morato, líder comunitario que luchaba por el empoderamiento y protección del campesinado, en el municipio de Yondo, Antioquia, zona de conflicto entre paramilitares y ELN, fue asesinado el 17 de enero.

Ahora bien, ¿qué podríamos tener en común nosotros, estudiantes de derecho de la Pontificia Universidad Javeriana, con estos siete líderes sociales, asesinados en menos de dos semanas? Yo diría que el amplio conocimiento sobre derechos fundamentales y derechos humanos; reconocemos lo necesario que resulta velar por un medio ambiente sano; tenemos conciencia de la importancia de la propiedad, el título y modo, lo vital que es ejercerla lícitamente y los mecanismos procesales para protegerla; entendemos la relevancia de la educación como derecho, servicio y motor de cambio social; creemos en el derecho a la libre asociación y la aplicación laboral del mismo; y lo estructural de la máxima “no matarás” en cualquier Estado de derecho. Entonces, ¿qué nos diferenciaría? que nosotros hemos leído, memorizado y estudiado decenas de lecturas, sentencias y artículos, mientras que ellos han aprendido empíricamente; y que la forma en la que defendemos nuestros derechos no nos cuesta la vida, sino simplemente revisar el código.

En ese sentido, ¿qué pasaría si nosotros, estudiantes de derecho de la Pontificia Universidad Javeriana, le pusiéramos rostros, nombres y causas a todo eso que hemos aprendido semestre tras semestre?, ¿qué pasaría si no permitiéramos que el asesinato de alguien que solo busca defender sus derechos siga pasando desapercibido?, ¿qué pasaría si nos diéramos cuenta que tenemos el mismo anhelo y que el derecho también les pertenece?,  ¿qué pasaría si nos rehusáramos a permitir que las balas sigan silenciando ideas?, ¿qué pasaría si nos negáramos a seguir con un status quo de silencio, miedo e indiferencia?, ¿qué pasaría si dejáramos de invisivilizar la muerte?, ¿qué pasaría si nos llenáramos de valentía como para decir “ NO MÁS”?,

Bueno, yo creo que nos dolería un poco menos esta realidad, esta historia escrita, este país, y nos alegraría mucho más esta fuerza de la valentía, esta historia por escribir y este país. Dejaríamos atrás la nostalgia de la Colombia que no fue, para crear la que puede ser. Entenderíamos que más allá de todo el temor y la desesperanza nos une la vida y el insaciable anhelo de paz y bienestar.  Creo que encontraríamos la forma de enfrentarnos al silencio de la muerte, hallando la manera de proyectar las voces y las ideas cada vez más alto. Y lo más importante, empezaríamos a usar el derecho como herramienta de transformación y justicia social, y así, un día, el asesinato de los líderes y lideresas sociales dejarán de ser muertes anunciadas.


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