jueves, 21 de septiembre de 2017


Una clásica historia que sigue conectando generaciones 

El Principito 



Es una obra que nunca pasará de moda. Se trata de la historia de un joven príncipe que, junto con un nuevo amigo, viven una serie de experiencias llenas de sentido, sin importar en qué momento de la vida nos encontremos. 

Los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón. 
Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco.” 

Autor: Stephanie Yepes Gutermilch. 

Es increíble que una obra escrita hace más de 50 años recopile experiencias que hoy en día siguen conectando a muchas generaciones y que todavía tienen sentido. Existen diversas ediciones, musicales e incluso películasSin importar cómo se plasmen los mensajes de fondo siempre llegarán al corazón de los lectores. Aun cuando inicialmente se pueda pensar que es un libro únicamente para infantes, se trata de una historia dedicada al adulto que fue niño en otro tiempo. 

Comienza con el primer dibujo del autor: una boa tragándose a su presa sin masticarla. A diferencia de los niños, los adultos siempre buscan explicaciones adicionales que le den sentido a todo. Ninguno de ellos se asustó, creían que se trataba de un sombrero, por lo que intentó reflejar cómo una serpiente se comía un elefante. Ante el fracaso, tuvo que abandonar su carrera como pintor y se convirtió en un piloto que viajaba por todo el mundo. 

Fue en el Sahara donde conoció a un pequeño príncipe, quien cambiaría su vida para siempre. Al pedirle al autor que dibujara un cordero, lo único que éste pudo hacer, fue pintar lo que hacía algunos años intentó mostrarle a los adultos, su boa comiéndose un elefante. Ante su insistencia, dibujó una caja de cartón que guardaba en su interior un pequeño cordero. Fue en ese instante donde se dio cuenta que no era un hombre ordinario, pues pudo ver el animal que se encontraba en ella como también lo que hacía años ninguno pudo comprender. Luego entendió que su casa era apenas más grande que él, un asteroide llamado B 612 (las personas grandes aman las cifras) y que lo que más quería era alguien que lo acompañara, que lo sacara de aquella pequeña vida melancólica. 

El Principito tomó la decisión de abandonar su planeta para buscar una ocupación e instruirse. A medida que pasan las páginas, el autor describe lo que encontró el pequeño príncipe en cada asteroide que visitó. El primero de ellos era habitado por un rey universal quien consideraba que el mundo era muy simple, que todos los hombres eran sus súbditos y, por ende, debían obedecerle 

En el segundo, vivía uno hombre vanidoso y creo que todos hemos conocido unoAlguien que se alegra por ser aplaudido y que sólo se preocupa por la opinión de los demás. También hemos tenido la oportunidad de estar cerca de un hombre de negocios que sólo piensa en cosas serias, en alguna fórmulmágica para ganar más dinero. Éste nunca tiene tiempo y tampoco se ha preocupado por detenerse un momento y mirar a su alrededor.  

Llega entonces a un planeta donde solo vive un farolero con su farol. Entiende que se trata de un hombre que al encenderlo, hace que nazca una estrella más en el universo. Piensa que es un trabajo que tiene sentido, que al ser una ocupación útil, es muy linda. Finalmente, dice que el farolero sería despreciado por los hombres que ha conocido, pues se ocupa de una cosa ajena a sí mismo. 

No puedo decir que tenga una parte especial, como una de mis favoritas. Todo el libro trae a colación situaciones y personajes que me recuerdan situaciones que en su momento no pude ver. Todos hemos sentido lo que el pequeño príncipe sintió por su rosa: alguien a quien le hemos dedicado tiempo y que nos importa. También hemos tenido el privilegio de tener a un zorro que te escucha, entiende y tiene siempre algo perfecto que decir en el momento que más lo necesitamos oír. 

Esta obra nunca pasará de moda. Los mensajes que se describen encajan perfectamente y siempre tendrán sentido, sin importar en qué momento de la vida nos encontremos. Cada página invita a reflexionar sobre el verdadero valor de la vida, de las cosas pequeñas que diariamente ignoramos. Los infinitos atardeceres que vemos pasar y no nos detenemos a contemplar, las flores que se cruzan por nuestro camino con el poder de detener el tiempo y, por supuesto, los amigos que nos rodean, aquella familia que intencionalmente o no, hemos elegido. 

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