lunes, 8 de mayo de 2017


Exaltando su herencia cultural, histórica y natural 

Reivindicando a la Guajira 



FORO JAVERIANO le dedica un artículo al departamento de la Guajira, objeto en el presente de un gran debate nacional. Estas líneas buscan resaltar su valor para la Nación.  

Por: José Alejandro Hoyos Arciniegas  

Allá arriba, en la cúspide de Colombia, donde limita el continente sudamericano con la grandeza del mar Caribe. Allá en el infinito boreal, allá desafía, engreída y altanera, una península que rompe desafiante las aguas del océano. Una tierra de infinita y variada belleza natural y con una incalculable riqueza cultural. Esa es La Guajira.  

La Guajira. La imagino y la sueño. Bajando de la Sierra, atravesando la selva, los ríos de agua helada y las piedras enormes, siento la arena amarilla y fina contra mi cara. Allá se funden miles de leyendas y mitos en la inmensidad del desierto. Los Wayuù, una milenaria cultura indígena arawak, habitan la zona más remota de nuestro país, allí donde Colombia y la hermana Venezuela son una sola e indistinta. El color y la fineza de sus tejidos y bordajes, su ancestral saber y cosmovisión y su lengua son parte del paisaje cultural guajiro. Su sistema legal, que gira en torno a la figura del “palabrero”, es patrimonio de la humanidad. Él es un administrador de justicia y mediador de conflictos, aplicador de la casuística. Eso es la Guajira. 

La Guajira. Son aquellos campesinos de próspero ingenio e inteligencia que, de forma empírica, entonaron aquel acordeón alemán extraviado en los mares que atracó azarosamente en Riohacha. Es el cantar melodioso y épico de los juglares, de quienes recorrían pueblo por pueblo llevando las noticias y los cuentos, prolífica tradición oral. Es, por supuesto aquel, hombre que se enfrentó al mismísimo Diablo y lo derrotó. Francisco el hombre, un gran guajiro. El vallenato es hoy patrimonio inmaterial de la humanidad. Es así su incalculable valor cultural e histórico.  

Riohacha. Al oriente de Macondo, separada por una sierra casi impenetrable. Así se ubica en una de las obras cúspide de la literatura universal. De allí huyó José Arcadio Buendía luego de haber matado a Prudencio Aguilar, quien se había atrevido a afirmar que su matrimonio con Úrsula Iguarán no había sido consumado. ¡Y era cierto! Pues eran primos y temían que sus hijos nacieran con cola de cerdo. Allá llegaron los piratas sedientos de perlas, entre ellos Francis Drake, y la saquearon, la quemaron y la ultrajaron. Pero siempre renació. Nunca sucumbió a los embates de la historia. Incluso hay quienes la llaman “Ave Fénix de América”.  

Dicen que hace mucho tiempo, durante el ataque de los pérfidos navegantes ingleses, Riohacha llevó a la Virgen de los Remedios hasta la playa en una inmensa procesión que los alejó de sus costas. Hoy la “Vieja Mello” custodia la ciudad y celebra su epopeya cada 2 de febrero. ¡Ay, Riohacha! Todas las tardes en el horizonte de tu mar muere melancólico el sol, coloreando el cielo de una despampanante gama de rojos, amarillos y naranjas. ¡Dicen que no hay atardeceres más bellos que los guajiros! 

Como no exaltarte, Guajira, en tu belleza. Las dunas y los dividivis danzan al son de los vientos alisios, mientras que los elegantes flamencos se mueven coquetos por tus lagunas. Siento mis pies fundirse en la arena, un sabor en la boca, el sonido de las olas. Como no maravillarse ante el azul prístino del agua en el Cabo de la Vela; ante los prolíficos frutos de tus mares; ante la majestuosidad del Pilón de Azúcar, donde danzan las almas en círculos hasta que logran alcanzar el más allá. Y como no evocar Punta Gallinas, aquella lejanía donde un faro solitario anuncia la cúspide septentrional de la América del Sur. Puedo ver en ti, Guajira, a mi abuela apacible en un mecedor y en sus ojos la sabiduría y el pasar incesante de los tiempos.  

Tú pariste, Guajira, al Almirante José Prudencio Padilla, valiente luchador de la causa independentista, que lideró la victoria en la Batalla de Maracaibo y participó en la liberación de Cartagena de Indias. Tú pariste al primer legislador afrodescendiente que tuvo Colombia, el negro Robles. Tú pariste a aquel mago del balón, Arnoldo Iguarán, que tantas conquistas logró con el equipo patrio. Y seguir… 

Por supuesto que hay que hablar de la corrupción. Por supuesto que hay que indignarse y derrotar la indiferencia. Pero hoy, sólo quise celebrar lo que tu representas, Guajira, y lo valiosa que es tu existencia para la Nación colombiana. Celebremos a la Guajira, ella lo aclama y lo añora. La Guajira nos llama… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario