sábado, 4 de marzo de 2017



Otra versión de la crisis democrática que dejó 2016



FORO JAVERIANO analiza una visión alternativa de las consecuencias que han traído las elecciones del año pasado en Estados Unidos, Reino Unido y Colombia. Particularmente lo que respecta a los movimientos que han pedido desconocer los resultados.  

Por: José Hoyos 

Ríos de tinta han corrido tratando de analizar el porqué los resultados más probables y esperados no se dieron en tres importantes elecciones llevadas a cabo en 2016: el referéndum para la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, la elección presidencial en Estados Unidos y el plebiscito por la paz en Colombia.  Las opciones ganadoras en los tres casos fueron calificadas en medio de la histeria colectiva del momento como un retroceso en los valores modernos de los respectivos Estados, y como graves equivocaciones históricas. Lo que no ha dado tanto de que hablar, ni ha sido de tanto objeto de análisis, es el hecho de que ha habido movimientos e incluso acciones concretas para desconocer los resultados de los sufragios en cuestión. 
Y es que siempre la moneda tiene dos caras. Es claro que el modelo de democracia actual está en crisis, pero se puede ver desde perspectivas diversas. Está la versión más compartida en la actualidad, que afirma que las mentiras, las confusiones, el populismo y la desinformación han devenido en la “catástrofe” presente. Pero por otro lado está quien opina, como mi persona, que atentar de cualquier forma contra una decisión popular e incluso menospreciarla con agravios, es un ataque a la democracia. En Estados Unidos y en el Reino Unido lo hemos presenciado de forma un poco tibia. En el primero, por ejemplo, inmediatamente después de la elección presidencial en noviembre, aparecieron movimientos aparentemente espontáneos pidiendo al Colegio Electoral que se reuniría aproximadamente un mes después para elegir formalmente al presidente que escogieran a Hillary Clinton en vez de a Donald Trump, siendo este último quien obtuvo más delegados. Citaron que Trump no estaba calificado y que sus propuestas representaban una amenaza a los principios de la unión americana. Al otro lado del Atlántico también nacieron movimientos que buscaban desconocer el referéndum, porque las consecuencias del resultado –esto es el retiro de la Unión Europea significaría una debacle económica y política para el país.  
Pero definitivamente donde llegaron más lejos fue en Colombia. Luego del plebiscito por la paz, el mismo tipo de movimiento surgió en un momento de crispación máxima de la política nacional. Finalmente el Acuerdo de Paz, sin entrar a juzgar sus aspectos positivos y negativos y sin caer en maniqueísmos, fue implementado en el Congreso con algunos arreglos cosméticos, me atrevo a decir.  
Una estrategia política de este tipo plantea dilemas profundos en cuanto a la legitimidad democrática, especialmente cuando se trata de referéndums o plebiscitos. Estos son expresiones directas del electorado que rara vez utiliza su voz y su poder de influir en las riendas de la política de manera tan directa. Los movimientos, en los tres casos, afirmaron prácticamente que la idea era proteger valores más importantes para sus respectivas naciones que una elección que fotografía estados coyunturales. Desgraciadamente eso también se lo hemos escuchado decir a dictadores y tiranos que tienen como costumbre desconocer elecciones. Sin ánimo de ser alarmista, ¿qué viene después?, ¿en el futuro también habrá decisiones que tendrán que ser desconocidas, porque los jefes morales de la Nación lo creen conveniente? Es una puerta que quedó entreabierta.  
Nadie tiene la verdad revelada, nadie puede afirmar a ciencia cierta que el resultado de una elección va a ser tan destructivo como lo han afirmado. Muchas veces la indignación nubla la percepción, y el menosprecio a otras opiniones ataja la posibilidad de entender ciertas situaciones como oportunidades. Trump ha dado mucho de qué hablar con sus tendencias racistas y misóginas; pero, ¿por qué ver su triunfo únicamente como una degradación moral? ¿No se han puesto a pensar en que utilizó un mensaje directo que caló en la clase media americana, que ve los TLC y la inmigración ilegal como una amenaza? En Colombia se tildó de “guerreristas”, entre muchos otros calificativos peyorativos, a los que promovieron la opción del NO. ¿No pensaron en las falencias que traía el acuerdo y que tal vez por eso, entre otros motivos más emocionales, el electorado lo rechazó? Hoy salen a destiempo la Corte Penal Internacional, el Consejo de Estado y la Procuraduría a hacer objeciones a la Jurisdicción Especial de Paz, cuando es evidente que ya no dan a lugar.  
Es paradójico que haya sectores de la opinión que afirmen que desconocer una elección, con todos los matices que le quieran agregar, trae algún beneficio para la democracia; cuando en realidad la degrada más. Particularmente, yo, como votante, lo pensaré dos veces antes de salir a sufragar en días lluviosos como lo fue el 2 de octubre. Y, ¿para qué?

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