sábado, 4 de marzo de 2017


¿Hasta dónde llega la libertad de expresión? 

Humor vs. Represión 


¿Cuál es el humor aceptable? Este es uno de los interrogantes más profundamente discutidos en la historia moderna de la humanidad. Sin embargo, la misma no tiene cabida alguna. Reflexiones a propósito del escándalo mediático de las últimas semanas.  

Autor: Juan Manuel Suárez M.  

Una de las discusiones más importantes de la historia de la humanidad ha sido la definición de qué es y qué no es reprochable en el marco de la libertad de expresión. Es así como para algunos es posible satirizar y mofar cualquier tipo de situación, mientras que para muchos otros existen ciertos temas que deben ser vedados y excluidos de cualquier tipo de burla. Ejemplo de la anterior discusión, es lo ocurrido en los últimos meses con la itinerante pelea entre una profesora de la Universidad de los Andes y un grupo de Facebook conformado, en su mayoría, por estudiantes colombianos. Los miembros de este grupo no ven reparo alguno en la mofa, la risa y la ridiculización de cualquier tipo de situación que hiciera medianamente eco en redes sociales.  

La indignación frente a las publicaciones de este grupo no se hizo esperar. Para muchos era totalmente impensable que un grupo conformado en su mayoría por estudiantes jóvenes pudiera aceptar tan reprochables comportamientos. “El futuro de Colombia está jodido si estos son nuestros jóvenes”, proclamó más de uno. ¿Qué tan cierta es esta afirmación? ¿Es verdaderamente reprochable la utilización del humor y la sátira frente a cualquier situación?  

De antemano debo responder que no. No es reprochable de ninguna forma la utilización de la sátira y el humor frente a cualquier situación por más restringida y vedada que a muchos parezca. El humor es la más humana de las formas de comunicación que existe. Somos la única especie que se comunica únicamente con el fin de causar risas sin propósito alguno.  

Son extrañamente represivos aquellos comentarios y actitudes enfilados a censurar y restringir la sátira a unos estándares específicosCensurar y restringir el humor es una actuación represiva que recuerda varios momentos oscuros de la historia de la humanidad. No en vano personajes dictatoriales y autoritarios del orden de Stalin dedicaron varios de sus años de gobierno a restringir la producción humorística. La censura a la sátira no es más que una muestra de la batalla que ha existido eternamente entre el poder represivo y la creación de humor.  

Este interminable conflicto cobró hace ya casi veinte años la vida del más grande humorista de la historia reciente colombiana, Jaime Garzón. Es interesante cómo muchos enarbolan su bandera con el fin de defender a capa y espada la libertad de expresión, pero inmediatamente se indignan con otras demostraciones humorísticas. Olvidándose aquellos, que tanto el humor de Jaime Garzón como el humor que a ellos indigna busca generar el mismo resultado, extraer una sonrisa del público que la recibe.  

Otro ejemplo de las consecuencias que se pueden generar con la censura y la represión al humor ocurrió hace ya más de dos años en París cuando un comando de radicales irrumpió en las oficinas del semanario Charlie Hebdo y acribilló sin piedad a once periodistas. Además del lamentable suceso que significó la muerte de estas personas, se propagó además una opinión desafortunada que aunque repudiaba el hecho, indicaba tristemente que estos periodistas “no debieron torear a los terroristas” y “que se lo buscaron”. Este tipo de actitudes fueron incluso observadas en ocasiones por algunos de los líderes más importantes del llamado mundo libre.  

En tiempos de incertidumbre, como los que vivimos en la actualidad, ¿qué mejor que una buena caricatura que nos saque una sonrisa y por un momento nos aleje del estrés y la preocupación del momento?  

Hay que defender a ultranza la producción humorística sin limitantes. No es dable decir de ninguna manera que la misma debe realizarse sutilmente o que esta debe circunscribirse a determinados temas, alejándose de otros vedados. El humor es por naturaleza libre de condiciones y restricciones, porque lo que busca no es más que generar alegría en un determinado público, el cual lo aceptará o no según el agrado que le genere tanto el humorista como su repertorio. No limitemos la mofa. Reírse no es de cafres ni delincuentes, créanme que nuestro futuro no está tan jodido como creen. ¡A reírnos!

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