sábado, 29 de octubre de 2016

Opinión: La Guajira: Guerra de poderes, Guerra de hambre.

 

Autora: María José Pardo Flórez - VII Semestre

El departamento de la Guajira, conocido como la península territorial que te da la bienvenida a Colombia desde sus bellas costas sobre el mar Caribe. Península que le dio bienvenida a distintas culturas del mundo para que hicieran parte de la construcción de nuestro país, hogar de los indígenas Wayuu y tierra del carbón. Hoy es catalogado como un departamento en crisis. Una crisis política que arrasa a esta bella tierra en aspectos de educación y nutrición. Todo esto es causa de una ausencia de gobernación, aquella que ha sido consumida por la carencia de honestidad que se ha manejado en el presente y en el pasado.
Es desconsolado como las dos gobernaciones pasadas están siendo investigadas por la Fiscalía. Primero se vio el caso del ex gobernador Juan Francisco Gómez Cerchar, mejor conocido como Kiko Gómez, el cual está siendo acusado por tener nexos con grupos paramilitares y bandas criminales, además de varios delitos conexos. Posteriormente, hace unos días se desenvolvió el caso de la ex gobernadora Oneida Pinto, por el cual se le acusa de tentativa de homicidio contra el Gobernador encargado en estos momentos Jorge Enrique Vélez – después de la destitución de la Dra. Oneida Pinto por decisión del Consejo de Estado a mediados de este año –. No soy quien para juzgar ni acusar a estas dos personas, no soy quien para mencionarlos en esta columna de opinión; pero me toca porque duele, me duele que esta guerra de poder que se ha vivido por décadas ponga por encima los intereses de pocos y pase por encima de la necesidad de muchos. Necesidad de muchas familias, de niños, madres y jóvenes que quieren salir adelante, y de una etnia entera que pide auxilio, que son opacados por el telón de la deshonestidad y la corrupción.
Actualmente la Guajira cumple con el porcentaje de analfabetismo y desnutrición más alto del país, acompañada de un índice de desempleo que supera el 30%. Lo único que queda por preguntarse es: ¿dónde están todos estos recursos del Estado? ¿Dónde quedaron las regalías de aquellas multinacionales ubicadas en el territorio que tuvieron prelación en este departamento por tantas décadas? ¿Dónde quedó el interés de nuestros mandatarios para construir un departamento próspero?
Es eminente la ausencia de una buena administración en el departamento. Pero en gran parte atribuyo la responsabilidad al Estado colombiano por dejar esta tierra al olvido y esperar a que esta situación de corrupción, analfabetismo, nutrición, salud y violencia, saliera de sus manos, y esperar a que se convirtiera en tabloides diarios. Puesto que esta situación no es reciente y hasta ahora es que se “dan cuenta” del gran monstruo que se ha venido amontonando.  Pero bueno, pa’ que, mejor tarde que nunca ¿no? La ausencia del Estado es algo irónico y hasta un poco desagradecido, puesto que al estar en un pequeño país carbonífero y petrolero gran parte de nuestra economía reside en estas tierras.
No podemos dejar que los niños que sufren de desnutrición, de falta de educación y de salud sean las víctimas de este descuido político. No podemos dejar que este sea el ejemplo de gobernantes para las nuevas generaciones. No podemos dejar que seamos reconocidos no sólo por nuestras bellas tierras sino que también por la inseguridad, la corrupción y todos estos percances que traen estas situaciones consigo.

Esto no es sólo un grito de auxilio por parte de la Guajira, esto es un grito de auxilio por parte de todos estos departamentos que hemos sido dejados al olvido. Les pido a ustedes, jóvenes, dueños de la nueva generación, que hagamos aquello que es esperado de nosotros en este momento de coyuntura nacional, que aprendamos de los errores de nuestros antecesores y que nos unamos en búsqueda de un bien para todos los colombianos, en el cual no dejemos por fuera a ningún sector del territorio nacional.

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