Autor: Juan Felipe González
Jácome - X Semestre
Tal
como lo definió la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas (CHCV), el
conflicto armado en Colombia ha tenido en su desenvolvimiento una “causalidad
sistémica” derivada de las configuraciones históricas que ha trazado el orden
social vigente. Lo que implica que el conflicto social (incluyendo su expresión
armada) puede explicarse, aunque no mecánicamente, por las características (antagónicas)
de la formación socioeconómica, cultural y política de nuestro país.
En ese
sentido, la relación entre orden social vigente y conflicto, se halla
precisamente en la manera en que dicho orden vigente ha establecido, en el
plano sociopolítico, una serie de negatividades que han modelado el desenvolvimiento
(disruptivo) de la historia de Colombia. Negatividades que, además, han
producido disímiles formas de resistencia, entre las cuales podrían señalarse:
1) las formas institucionales y 2) las formas no institucionales (entre las que
se encuentra la lucha armada). Estas dos maneras de traducir el conflicto y la
resistencia, han tenido un sinfín de consecuencias que no podremos delimitar en
este pequeño escrito. Sin embargo, lo que sí podríamos plantear es que éstas
han forjado unos patrones de aprehensión de la realidad del país que han
dicotomizado el espacio político local.
Ahora
bien, desde hace varios años el país se sumergió en un profundo debate nacional
en donde la opinión pública re-articuló su forma de percibir el conflicto y, en
consecuencia, su forma de percibir la manera en que se podía dar solución al
mismo. Entre los consensos que se pudieron concretar, estuvo el de la necesidad
de poner fin al conflicto armado mediante una salida política, es decir,
plantear la posibilidad de acabar la confrontación bélica a partir de la
delimitación de espacios participativos en donde las diferencias políticas
pudieran ser dirimidas. En efecto, dicha postura se erigió como una idea-fuerza
que paulatinamente fue filtrándose en el sentido común de las personas, hasta
tal punto que hoy por hoy la gran mayoría de los colombianos no ponen en duda
la importancia de acabar la guerra mediante la negociación política.
Por
supuesto, la gran pregunta que ha devenido en los últimos días ha girado en
torno a esta perspectiva de solución del conflicto; ya que, tras la victoria
del NO en el plebiscito, los debates nacionales se han ampliado en proporción directa
a los disensos políticos. Aun así, tras la sistemática movilización social, es
evidente que la correlación de fuerzas está del lado de los que abogamos porque
el conflicto armado se convierta en un conflicto político: un conflicto
esencialmente democrático.
Ahora,
que el conflicto de este giro copernicano no da cuenta de una supuesta
neutralidad política, o de un supuesto fin de los disensos; por el contario,
esta proposición ética busca que se lleguen a acuerdos mínimos de participación
social bajo los cuales puedan florecer los desacuerdos democráticos. Insistimos
en que la búsqueda debe ser porque la batalla armada sea sustituida por la
batalla de ideas.
No
obstante, ciertos sectores de la sociedad, como el uribismo, se han opuesto a
dicha apreciación del contexto actual. ¿Qué es lo que tanto les aterra? ¿Por
qué no pueden soportar este paso histórico? Lo que aterra a estos personajes es
que la solución política del conflicto abra las puertas de la democracia. Es
decir, amplíe el espectro de discusión sobre realidades que eran indiscutibles,
inmodificables e inquebrantables. Lo que saca de quicio a más de un “uribista”
es que, como lo dijera N. Bobbio, la democracia sea potencialmente subversiva.
Y cuando hablamos de subversiva lo decimos en el sentido más radical de la
expresión, ya que allí donde llega la democracia se subvierte la dominación
tradicional (la de élites políticas y económicas, la de patriarcas y caciques
regionales…); donde llega la democracia; el poder hegemónico (que desciende de
arriba hacia abajo) comienza a ser resquebrajado. En ese sentido, lo que el
uribismo no puede soportar es que el orden social vigente en Colombia empiece a
ser discutido, que por primera vez en mucho tiempo podamos ser conductores reales
de nuestra propia sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario