martes, 30 de agosto de 2016

Del Director: Una apuesta arriesgada

 La retoma del Bronx

El gobierno del Alcalde Peñalosa tomó por los cuernos una de las problemáticas más complejas que afectan a Bogotá, la zona de El Bronx. ¿Qué tan acertada estuvo esta decisión del Alcalde?

La historia del Bronx se remonta naturalmente al fin de la calle de El Cartucho. En el año 1998 se desmanteló el mencionado tugurio del Barrio Santa Inés, el cual servía de hogar para jíbaros, traficantes y consumidores. No había autoridad ni ley diferente a la de quienes mandaban en la zona.

En su primera administración, el gobierno Peñalosa, se tomó el sector de El Cartucho con el fin de acabar con aquella república independiente. En su lugar, se construyó el Parque Tercer Milenio, uno de los proyectos de renovación urbana más ambiciosos de la historia capitalina. El mencionado proyecto buscó que la ciudadanía se apoderara de ese espacio con la creación de un parque público adyacente a una estación del aquel entonces nuevo sistema de Transmilenio. Lastimosamente estas importantes medidas duraron muy poco tiempo, ya que por la inutilidad y el poco apoyo de las posteriores administraciones, el infierno resurgió a tan solo dos cuadras en el sector conocido hoy en día como el Bronx.

Siempre llamó mi atención el hecho de que este oscuro sector estuviera a tan pocas cuadras de la Dirección de Reclutamiento del Ejército, la Policía Judicial, la dirección de la Policía Metropolitana y a nada más que 880 metros de la Presidencia de la República. Demostrando lo anterior lo ineficaces que pueden llegar a ser las instituciones públicos para cumplir el mandato más simple que tienen de garantizar la seguridad y el cumplimiento de las normas.

Más de diez años pasaron y ninguna de las administraciones hizo algo por acabar con este problema social. La administración de Gustavo Petro puso un funcionamiento el proyecto de los CAMAD como centro de ayuda para personas que viven en la indigencia. Lastimosamente las buenas intenciones que seguramente venían de la mano de este proyecto no se terminaron de concretar sino que por el contrario perpetuaron las lamentables condiciones en las que las vivían las personas que acudían a este sector.

Es por esto que desde el día uno del gobierno Peñalosa, se tomó como bandera de gobierno acabar con este indeseable espacio. A comienzos de febrero del año en curso, se ventiló la existencia de una red de policías corruptos que permitía el tráfico de drogas desde y hacia el Bronx. La noticia no generó gran revuelo, a fin de cuentas era más que obvio que alguna colaboración existía entre las fuerzas policiales y las del hampa. Precisamente gracias a esta colaboración se frustraron diversos intentos de retoma del control por parte del Estado en esta zona de la ciudad.

Finalmente el 28 de mayo, en una de las decisiones más impopulares que ha tomado Enrique Peñalosa, el Distrito junto con la Policía retomó definitivamente el control de la “L”. Sucesivamente empezaron los descubrimientos de algunas de las historias más nefastas, escabrosas e indignantes que he podido escuchar. Menores de edad sometidos a explotación sexual, secuestros, casas con indicios de tortura y desmembramiento de personas, caletas con armas, dinero y drogas, túneles que recuerdan a los del Chapo; son tan solo algunos ejemplos de las historias que se ventilaron a la opinión pública.

Tras lo ocurrido, diferentes sectores de la población se pronunciaron en contra de las medidas tomadas en el Bronx. Muchas personas reclamaron que no estaba bien que ahora todos los habitantes de la calle del Bronx empezarían a deambular por las zonas del centro. Demostrando una vez más que para muchas personas es preferible tener un sitio destinado al hampa y a la ilegalidad, a tener habitantes de calle merodeando la ciudad. Otros, argumentaron que Peñalosa y la Alcaldía no pensaron en la forma de proceder frente a las personas con adicciones, que se encontraban en el Bronx.

Siento que las posiciones en contra de la retoma del Bronx están completamente erradas. No veo posible de ninguna manera que exista un lugar como aquel, en el cual los delincuentes pueden hacer lo que les venga en gana sin esperar condena ni reproche alguno. Tampoco puedo entender como hay posiciones que afirman que no se pensó en la forma de proceder frente al problema de las personas con drogadicción. La invitación a acudir a los refugios y a los centros de rehabilitación que provee la Secretaría de Integración Social siempre ha estado abierta. No pueden esperar los críticos de la Alcaldía (de los cuales muchos no han hecho nada por solucionar este problema) que los funcionaros de la Secretaría obliguen y empujen a la gente a estos centros.

Es un gran reto el que asumió la Alcaldía, al tomar como bandera la retoma del Bronx. Siempre es mejor hacer algo, que quedarse quieto como si nada estuviera pasando a ocho cuadras de la Plaza de Bolívar. Por el lado en que se lo mire, esta no es una empresa fácil. Requiere del apoyo y la imbricación de todas las instituciones públicas, así como de una creciente inversión social en la materia que busque mitigar en la medida de lo posible los daños que genera el tráfico de estupefacientes. Se necesita además, un esfuerzo programático por parte de las futuras administraciones, ya que sin el apoyo de estas, volverán a formarse ollas como aquella.

Finalmente debo admitir que es muy buena la idea de demoler lo que queda del antiguo Bronx con el fin de construir una sede para la Alcaldía Menor de Mártires, es una muestra más de que no debe haber contemplación frente a las llamadas repúblicas independientes y de que el Estado no puede permitir este tipo de infiernos en su territorio.  

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