lunes, 7 de marzo de 2016

OPINION

La paz y su geometría

Autor: Alejandro Moreno – Nuevo Miembro del Consejo Editorial de Foro Javeriano.

Un valioso profesor de primer semestre reservaba su última clase para hablar de la gestión hecha para conseguir la construcción del edificio Gabriel Giraldo que fue inaugurado en junio de 1993, pocos meses después de la muerte del histórico decano que estuvo al frente de la facultad durante cuarenta años, y que educaba afirmando que el Derecho no es ni conservador ni liberal y tiene para todos, los mismos principios, sólidos e inconmovibles.

La construcción del edificio fue uno de los principales objetivos de la Fundación Gabriel Giraldo, gestada por los discípulos del padre, y se financió no con recursos de la universidad, sino con los aportes voluntarios de los egresados, muchos de los cuales el clérigo ayudó a ubicar laboralmente y a posicionarse en las altas esferas del gobierno, ya fueran liberales o conservadores. La fundación, recuerda el valioso profesor, tomó por símbolo una bandera tripartita: una franja roja separada de una azul por una blanca. Acaso un símbolo de neutralidad o un llamado a la paz entre uno y otro de los partidos que protagonizaron el conflicto que, con mutaciones discursivas e innovaciones bélicas, derramó la sangre de todo un siglo. Hasta que un pacto en Alicante, y otro en Cataluña fijaron una paz formal entre dos élites que encontraron como coagulante la repartición periódica del poder.  Una paz fabricada que no fue suficiente y que cuya estrechez sirvió de aliciente al surgimiento de otras formas de violencia. A un nuevo y más complejo conflicto que en pocos años desplegó toda su furia contra el establecimiento y contra el país, blindado financieramente por lucrativos negocios ilícitos.

Dos víctimas de esta nueva ola de violencia tienen un espacio de recordación en la entrada del primer edificio de la facultad: Álvaro Gómez Hurtado y Luis Carlos Galán Sarmiento. El primero fue secuestrado durante largos meses por la escuadra Jaime Bermeo del M-19, y el segundo fue asesinado en Soacha por órdenes del Cartel de Medellín en situaciones que aún la justicia no ha terminado de desvelar. Además de su común condición de víctimas, ambos son íconos de sus ideas, y de sus partidos. En medio de sus bustos, ubicados en el muro izquierdo de la entrada del Giraldo, se encuentra una pared en blanco. Podemos ver entonces como esa concepción de liberales y conservadores unidos por la paz tiene un espacio simbólico en el diseño del edificio. Por otra parte, el patrón de la bandera de la fundación, materializado en el edificio, evoca a un particular estudiante de la facultad con quien el padre Giraldo estuvo en especial desacuerdo: Carlos Pizarro Leongómez, último comandante del M-19, cuya bandera alude la misma interpretación semiótica.  Pero esta representación incolora adquiere una tercera dimensión cuando se voltea la mirada hacia el otro extremo de la playita, donde se encuentra la capilla del edificio, a la cual le da la bienvenida una escultura de San Ignacio de Loyola, que fija su mirada de piedra sobre el muro intermedio. ¿Liberales y conservadores unidos por la Iglesia? ¿Liberales y conservadores guiados por la compañía de Jesús? 


La interpretación sobre el triángulo escaleno que se dibuja en la playita del Giraldo quedará a la imaginación del lector, pero cobra especial atención hoy en día, cuando la palabra paz hace parte de nuestro vocabulario diario, tanto para defenderla, como  para cuestionarla y atacarla. Hace quizás falta detenerse a observar e intentar descifrar la ecuación que cada día se plantea en nuestras narices, y que tiene algo por decirnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario