lunes, 7 de marzo de 2016

Isagén: Entre falacias y desinformación






Isagén: Entre falacias y desinformación

Aunque la venta de Isagén se concretó hace más de un mes, las críticas no paran, ni parece que vayan a hacerlo. Sin embargo, ¿qué tan bien fundamentados están todos los argumentos en contra?

Autor: Santiago Osorio S.

Como era de esperarse, la venta de Isagén generó un alto costo político para el gobierno. Tan es así, que Robledo, Uribe y las FARC se pusieron de acuerdo para criticar con todas sus fuerzas la privatización de una de las empresas de energía más grandes del país.

Hay algunos argumentos que son tan falaces y absurdos, que no vale la pena dedicarles más que un par de líneas. Por ejemplo, no hay que ser abogado ambientalista para saber que con la venta de Isagén no se vendieron –ni mucho menos se regalaron- los recursos hídricos del país. Isagén, independientemente de su dueño, es una empresa que cuenta con una concesión para la explotación de algunos recursos naturales; pero eso no significa que con el cambio de titularidad de la empresa los ríos ya no sean de todos colombianos. Lo son y lo seguirán siendo.

Por otro lado, hay otros opositores que tienen algunos reparos más serios, y que merecen una mayor atención. Hay quienes defienden que la empresa energética era de importancia estratégica para la Nación, y que su venta fue injustificada. No obstante, para responder a esa inquietud, es importante entender el porqué de la venta de Isagén.

Como casi todos saben, la privatización se dio con el objetivo de financiar las vías 4G que son hoy en día de vital importancia, pues en temas de infraestructura y de transporte terrestre, Colombia se ubica por debajo de Ecuador y Nicaragua, y apenas supera a Honduras y Bolivia, mientras que el PIB colombiano es bastante mayor que la suma de estas cuatro naciones. Para corregir lo anterior, el Plan Maestro de Transporte Intermodal preparado por el Gobierno en colaboración con Fedesarrollo y Steer & Davies, ha señalado que por cada 1% de reducción en los costos de transporte, se incrementarían en un 8% las exportaciones agrícolas y manufactureras. Resulta entones de mayor importancia mejorar las vías para reducir los costos de transporte, y así mejorar la competitividad de nuestro país.

Pareciera entonces de mayor prioridad la inversión de los recursos del Estado en el desarrollo de las vías nacionales, que conservar tercamente una empresa que puede funcionar perfectamente sin intervención estatal, y cuya venta no afecta a los consumidores por la estricta regulación de los precios de electricidad que lleva a cabo la CREG. Claro, sería óptimo poder desarrollar la infraestructura nacional y conservar Isagén, pero si toca escoger, primero lo primero. Además, privatizar Isagén no significa evaporar ese activo; más bien significa utilizar los recursos resultantes de su venta para invertirlos en otro activo que es quizás más importante –las vías-.

Aunque hay muchos que comparten la idea de que hay que mejorar las vías,  argumentan sin embargo que había mejores maneras de financiamiento; sin embargo, como lo dijo Guillermo Perry, no es deseable aumentar la deuda externa del país, y es poco probable que algún colombiano esté dispuesto a ver sus impuestos aumentados solo por mantener la propiedad accionaria de Isagén en cabeza de la Nación. Hay otros que incluso están de acuerdo con que el desarrollo de las vías se financie con la venta de un activo estatal, pero rechazan el hecho de que probablemente los fondos obtenidos se vuelvan “plata de bolsillo”, y se terminen desapareciendo; no obstante, eso es poco probable pues, precisamente con el fin de asegurar que eso no ocurra, ya se acordó que dichos recursos sean administrados por la Financiera de Desarrollo Nacional, un banco de desarrollo calificado internacionalmente, y que está en cabeza del financiamiento de las vías 4G.

Ahora, tampoco es cierto que la hubieran “regalado”, o que se hubiera vendido “la gallina de los huevos de oro a precio de gallina flaca”, como apuntó un senador. En realidad, el precio de venta fue de $6.49 billones de pesos, lo que quiere decir que Brookfield pagó $4.130 pesos por acción, mientras que el precio de dicha acción se encontraba antes de la venta en $3.260 pesos. Tan es así que Colbún, la empresa chilena que quedaba junto con Brookfield, decidió no presentar oferta “en parte por el aumento del precio mínimo en un 21,5%”, como señalaron en un comunicado de prensa.


En fin, aunque es cierto que el hecho de que hayan decidido subastar Isagén con un único proponente puede generar algunas dudas, y que nada asegura que la decisión de venderla haya sido la mejor, la transacción está lejos de ser tan mala como la pintan, y la mayoría de los ataques dirigidos contra ella han sido puras falacias, o carecen de fundamento.

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