Catalina
Botero Marino
“El
movimiento fue un espacio que mostró que en Colombia cabemos todos”
Autor: Laura Cristina Farías A.
FORO JAVERIANO: ¿Cuál cree que fue el motor
principal del movimiento?
Catalina Botero: Yo
creo que la indignación por lo que estaba pasando. El movimiento era muy plural,
había gente indignada por el asesinato de los de la UP, por el de Luis Carlos Galán,
por el de Pizarro, por la imposibilidad de hacer ajustes institucionales a
través del Congreso porque cada vez que se trataba de hacer algo aparecía un
mico del narcotráfico y el gobierno estaba en la incapacidad absoluta de
adoptar decisiones adecuadas sin que se colaran esos micos. Era común la
indignación.
FJ: ¿De dónde surge la idea de cambiar la
Constitución?
CB: El presidente había intentado
varias veces reformarla pero no había podido, porque cada vez que hacia el trámite
en el Congreso, aparecía un mico del narcotráfico. En unas discusiones en la Universidad
del Rosario a las que invitaron a unos estudiantes, entre esos yo y uno de la Javeriana,
surge la idea de una séptima papeleta para lograr resolver ese problema que se presentaba
en el trámite legislativo. Evitar que en el trámite institucional ordinario no se
pudieran hacer la reformas que el país necesitaba sin que el narcotráfico tuviera
un papel protagónico. En esas surge esta alternativa.
FJ: ¿Considera aún hoy en día, que lo necesario en ese momento era cambiar
la Constitución?
CB: Yo considero que la Constitución
del 91 refleja un nuevo poder o derecho constitucional que permitió que en este
país la gente empezara a hablar el lenguaje de los derechos. Puso a las personas
en el centro de la lógica institucional, fue un cambio extraordinario, permitió
el reencuentro del país de una forma sana, luego de un momento tan dramático de
desesperanza y obstrucción institucional que se vivía a cargo de la mafia. Ese
camino permitió que se destrabara la obstrucción y se formulara una Constitución
y un proyecto de país mucho más acorde a las necesidades de Colombia.
FJ: ¿Cuál cree usted fue el mayor logro de
la Constitución del 91?
CB: La idea de que toda la
sociedad política debe girar en torno a la protección de la persona humana y de
los derechos humanos. La gran transformación es la idea de que las personas están
protegidas por el Estado y el Estado existe para velar por ellas.
FJ: ¿Cuál cree usted es el mayor logro del
movimiento estudiantil que se refleja en el articulado constitucional?
CB: Yo no puedo responderte eso,
pero sí te puedo decir que el movimiento estudiantil fue un movimiento en donde
confluyeron distintas visiones del mundo. Estudiantes que no se hablaban, diversas
universidades, diversas regiones, todos sentados al lado con una misma visión.
El movimiento fue un espacio que mostró que en Colombia cabemos todos, era un
movimiento donde estudiantes de universidades radicalmente distintas se podían
reunir y discutir el modelo de país. Yo no sé si eso se reflejó en la Constitución,
yo creo que sí, de lo que estoy segura es de que se reconoció un país pluriétnico.
La idea de poder entrar a conversar sin excluirnos o matarnos, fue el gran
aporte del movimiento estudiantil.
FJ: ¿Le parece necesaria la participación
de los estudiantes hoy en día teniendo en cuenta el momento histórico que
vivimos (proceso de paz)?
CB: Yo no creo en dar lecciones ni
en asignar responsabilidades generacionales hacia abajo. Lo que creo es que
tienen la posibilidad de hacer cosas que otras generaciones no pueden hacer, porque
cuando uno tiene la oportunidad de pensar el país desde la universidad, cuando
se tiene ese extraordinario momento en el cual tiene la libertad para hacer
ciertas cosas que después le quedaran mas difícil, yo creo que no aprovechar
eso, es desaprovechar una gran oportunidad por la libertad y el espacio que se
tiene cuando se es joven. Ustedes tienen un contexto cuando son estudiantes que
les permite pensar el mundo sin agenda.
FJ: ¿Está de acuerdo con otra Asamblea
Nacional Constituyente?
CB: Personalmente creo que
Colombia no está preparada para enfrentarse a ese proceso. Los momentos
constituyentes en la historia son muy específicos y en común tienen el requerir
que todo el mundo tenga en la mira un mismo horizonte. El proceso de paz se
enfoca en unos problemas que se pueden resolver sin necesidad de cambiar todo.
Una Constitución necesita disposición de discutir las cosas para mejorarlas y
lograr un bienestar común y lastimosamente los diferentes actores políticos hoy
en día están buscando cómo lograr la mayor cantidad de beneficios individuales.
FJ: ¿Qué cree usted
que le falta a la Constitución?
CB: La Constitución tiene problemas y muchos son de origen, eso
es cierto, pero hay problemas que se pueden resolver. Por ejemplo, la Constitución
no entró a reformar el antiguo régimen electoral y todo lo que ha pasado en la Constitución
nueva hoy y todas las reformas que ha tenido el régimen electoral como por
ejemplo, el castigo a los partidos políticos que dan avales a personas que
luego resultan condenadas; la reforma a la manera como se cuentan los
votos y la forma como se determina la
asignación de las curules para patrocinar las alianzas, todo eso se fue
corrigiendo y yo creo que son procesos de ajustes razonables, es un
reconocimiento a que la Constitución no tiene por qué tener desde un inicio
todo en orden.
Si tú me preguntas te
diría que hay normas constitucionales que han demostrado que tienen problemas
de implementación: por ejemplo la gestión en el modelo de administración de la
justicia. El modelo del Consejo Superior de la Judicatura fracasó como modelo
disciplinario al mismo tiempo que fracasó el modelo de gestión. Pero acaban de
hacer unas reformas que están totalmente trabadas. Una buena reforma a la
justicia que logre que haya una buena y verdadera institución alimentada de
instrumentos bien estructurados que permitan la gestión podría ser una reforma
importante.
Yo no tocaría el
catálogo de derechos ni los mecanismos de protección a estos derechos, porque
considero que están bien. Uno puede ajustar el presidencialismo por ejemplo,
pero como este muchos otros ajustes no son absolutamente indispensables como
sin duda si lo es la justicia y eso queda evidenciado con la realidad que
estamos viviendo actualmente. De resto
no creo que haya nada con lo cual no se puede vivir salvo lo que se requiera de
manera muy puntual y extraordinaria que resulte fundamental para la
implementación de los acuerdos de paz.
Fernando Carrillo Flórez
“Todo se originó por ese “papelito” que
nos inventamos”.
Autor:
Juan Manuel Suárez M.
FORO
JAVERIANO: ¿Cuál cree fue el motor principal del movimiento estudiantil de la
Séptima Papeleta?
Fernando
Carrillo: El motor principal
del movimiento estudiantil fue la violencia que se desató en Colombia en el año
de 1989 y que llegó esencialmente al punto más crítico el 18 de agosto, día en
que mataron a Luis Carlos Galán. Yo era profesor auxiliar de Derecho Constitucional
en la Facultad. Por la mañana llegué a clase y habían asesinado al comandante
de la Policía de Antioquia y un magistrado de la Corte Suprema de Justicia,
donde naturalmente el narcotráfico tenía mucho que ver. Lo que nunca nos
imaginamos es que esa misma noche, un viernes a las 6:30 de la tarde, el Cartel
de Medellín asesinaría a Luis Carlos Galán.
Ocho días después, convocamos a una
marcha que salió desde la Javeriana en la 45, en la que se reunieron
estudiantes de varias universidades con dirección al Cementerio Central, donde
se realizaron un montón de discursos que dieron inicio al movimiento
estudiantil. Empezamos a sesionar en mesas de trabajo, y como resultado de estas
surgieron varias reflexiones interesantes sobre lo que debíamos hacer. Después
de casi cinco meses de trabajo, recién empezado 1990, surge la idea de la Séptima
Papeleta.
FJ:
¿De dónde surge la idea de cambiar la Constitución? No es algo muy común
proponer un cambio constitucional para cambiar la situación del país.
FC: Lo que pasaba es que ya había habido
tres intentos de reforma constitucional que habían sido fallidos. Esos intentos
no tenían únicamente el ánimo de reformar las normas, que por supuesto es
importante, pero lo más importante era la fortaleza institucional que genera
una norma constitucional. Era evidente que debíamos reformar la Constitución
sobretodo con el ánimo de fortalecer la institucionalidad pública en la lucha
contra el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado. Además de por fin
lograr establecer en un gran pacto constitucional un acuerdo político sin
antecedentes en Colombia. Todo ese proceso constitucional fue posible gracias a
ese momento político único que estábamos viviendo.
Todo se originó por ese “papelito” que
nos inventamos, yo le di sustento constitucional al “papelito”, demostrando que
podía ser un elemento extraño que entrara a las urnas con plena validez. Fue la
séptima porque se tomaban ese día siete decisiones electorales. El “papelito”
ese nos sirvió para que en las elecciones del 11 de marzo de 1990, la gente
pudiera meterlo dentro de la urna, convirtiéndose en una bola de nieve
impresionante, que hasta el editorial de El Tiempo respaldó la iniciativa. Los
jurados tuvieron que escribir en las actas de su puño y letra el número de
séptimas papeletas que contaban en cada una de las urnas. Finalmente el
Gobierno tuvo que reconocer el hecho político, convocando a elecciones para la
conformación de una Asamblea Nacional Constituyente, de la cual afortunadamente
pude hacer parte como representante de los estudiantes con tan solo 26 años.
FJ:
¿Cuál fue el momento más duro para el movimiento estudiantil en el camino a la
Constituyente?
FC: La violencia por supuesto. Esa carrera
presidencial trajo consigo la muerte de tres candidatos. Luis Carlos Galán del
liberalismo fue el más recordado, pero es imposible olvidar la muerte de
Bernardo Jaramillo candidato de la izquierda y de Carlos Pizarro, candidato del
M-19. Una violencia completamente inverosímil. Además, creo también que la
cuestión del liderazgo generó grandes controversias del movimiento. Yo por
ejemplo, en un primer momento tuve el liderazgo del movimiento de la séptima
papeleta y cuando me di cuenta que el único que nos iba a apoyar era Gaviria,
decidí meterme en su campaña, lo cual generó serias divisiones dentro del
movimiento estudiantil, porque supuestamente lo estaba politizando con el
Partido Liberal; cuando en realidad se trataba de pragmatismo, porque era esa
la única vía hacia la Constituyente. El tiempo terminaría dándonos la razón,
porque los demás sectores que decían apoyarnos, a la hora de la verdad no
hicieron nada por la reforma constitucional.
FJ:
¿Cuál cree usted fue el mayor logro que pudo implantar el movimiento
estudiantil dentro de la Constitución del 91?
FC: Yo creo que dos logros fundamentales. El
primero es que es una Constitución de derechos y lo segundo es que es una
Constitución que se la jugó totalmente por una democracia participativa. Antes
el sistema constitucional colombiano frente a la participación de los
ciudadanos estaba totalmente cerrado, al punto que nos tocó recurrir a un
mecanismo extraconstitucional como la Séptima Papeleta para lograr la reforma
de la Constitución.
Los grandes progresos de la
Constitución de 1991 fueron en materia de justicia, que como ustedes saben creó
cuatro nuevas instituciones: la Corte Constitucional, el Consejo Superior de la
Judicatura (que ya no existe), la Fiscalía General de la Nación y la Defensoría
del Pueblo. Además, por supuesto, la tutela, que democratizó el acceso a la
justicia, y les dio a los colombianos el único madero para poderse aferrarse en
esta tormenta de violación de derechos. Hoy en día la crisis de las instituciones
no es culpa de la Constitución del 91, sino de las personas que hacen parte de
aquellas hoy en día.
FJ:
¿Qué le quedó faltando a la Constitución del 91? ¿Cuál fue su mayor lunar?
FC: Su gran vacío, creo yo, se encuentra en
los temas territoriales; Colombia sigue siendo un país muy centralizado. Esto
ocurrió, a mi parecer, porque en la segunda comisión en la Constituyente –sobre
ordenamiento territorial- no hubo consensos. Requerimos hoy en día repensar el
modelo de desarrollo territorial y más aún con la paz, donde se deberán
incorporar las zonas olvidadas del conflicto.
El gran lunar por supuesto fue el tema
de la extradición. Esto ocurrió por supuesto por la presión del narcotráfico y
porque también la opinión pública estaba cansada de este tema. La gente pensaba
que si se prohibía la extradición, las bombas de pronto pararían de explotar. De
los 72 constituyentes, sólo trece votamos en contra de su prohibición. Por
supuesto los trece terminamos amenazados. Esa pelea la perdimos lastimosamente.
FJ:
¿Le parece necesaria hoy en día la participación de los estudiantes
considerando el momento histórico que estamos viviendo?
FC: Sí, yo creo que es crucial. Hay
momentos de la historia en los que uno nota que las sociedades cruzan la
esquina. Es un momento en el que ojalá los estudiantes jueguen un papel
fundamental en lo que va a salir después de esto. Independientemente de lo que
se firme en La Habana, el gran acuerdo de Colombia debe buscar hacer la
política de manera diferente. Si seguimos haciendo la política en Colombia como
se ha venido haciendo, con instituciones débiles, con el clientelismo y la
politiquería gobernando en todos los escenarios públicos, simplemente acá no va
a haber paz. Lo grave es pensar que todo el futuro del país gire alrededor de
los acuerdos de La Habana. Estos son importantes, para el diálogo con las FARC,
pero no van a ser la línea directriz del Estado colombiano de aquí en adelante.
Hay problemas mucho más profundos, y la gran pregunta es ¿cómo puede uno
reinventarse el ejercicio de la política y unos escenarios políticos de una
manera distinta? Para lograr buscar nuevos protagonistas en la política. Hoy en
día la palabra “política” es un concepto peyorativo, lo peor se predica de
quienes desempeñan la política. Necesitamos un país moderno, justo y solidario
donde ustedes jugarán el rol fundamental.
FJ:
¿Qué tal le parece la idea de las FARC de convocar a una nueva Asamblea
Nacional Constituyente?
FC: Creo que esa proposición desconoce la
historia del país y desconoce la naturaleza de los acuerdos alcanzados con el
Gobierno, ya que apunta a poner a toda la institucionalidad de Colombia en
entredicho. Es un salto al vacío y no tiene ningún fundamento constitucional. Además, desde el inicio del
proceso de diálogo con la guerrilla, el Gobierno dejó muy claro que la
Constituyente no se contemplaba y que además esta no puede ser un mecanismo de
refrendación de los acuerdos. Las FARC faltan a la verdad cuando dicen que la
Constituyente en el proceso del M-19 fue un mecanismo de refrendación de los
acuerdos alcanzados. Eso es falso; el M-19 se incorporó a la vida política
(incluso entrando al Gobierno) tras una amnistía de sus comandantes. La
convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, fue una convocatoria a todos
los sectores políticos que se habían manifestado mediante el hecho político de
la séptima papeleta. Esa convocatoria no tenía nada que ver con el proceso de
paz con el M-19, este ya estaba terminado. Todo el momento histórico que llevó
a la Constituyente del 91 es muy diferente al que estamos viviendo hoy en día.
El Gobierno dejó claro además que el modelo económico e institucional del
Estado jamás entraría dentro de la negociación. Poner en entredicho todo, como
si fuera necesario hacer borrón y cuenta nueva, no tendría sentido ni con los
cuatro años de negociaciones invertidos en La Habana.
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