lunes, 7 de marzo de 2016

ESPECIAL. Séptima Papeleta: a 25 años de la Constitución.






Catalina Botero Marino

“El movimiento fue un espacio que mostró que en Colombia cabemos todos”


Autor: Laura Cristina Farías A.

FORO JAVERIANO: ¿Cuál cree que fue el motor principal del movimiento?
Catalina Botero: Yo creo que la indignación por lo que estaba pasando. El movimiento era muy plural, había gente indignada por el asesinato de los de la UP, por el de Luis Carlos Galán, por el de Pizarro, por la imposibilidad de hacer ajustes institucionales a través del Congreso porque cada vez que se trataba de hacer algo aparecía un mico del narcotráfico y el gobierno estaba en la incapacidad absoluta de adoptar decisiones adecuadas sin que se colaran esos micos. Era común la indignación.
FJ: ¿De dónde surge la idea de cambiar la Constitución?
CB: El presidente había intentado varias veces reformarla pero no había podido, porque cada vez que hacia el trámite en el Congreso, aparecía un mico del narcotráfico. En unas discusiones en la Universidad del Rosario a las que invitaron a unos estudiantes, entre esos yo y uno de la Javeriana, surge la idea de una séptima papeleta para lograr resolver ese problema que se presentaba en el trámite legislativo. Evitar que en el trámite institucional ordinario no se pudieran hacer la reformas que el país necesitaba sin que el narcotráfico tuviera un papel protagónico. En esas surge esta alternativa.
FJ: ¿Considera aún hoy en día, que lo necesario en ese momento era cambiar la Constitución?
CB: Yo considero que la Constitución del 91 refleja un nuevo poder o derecho constitucional que permitió que en este país la gente empezara a hablar el lenguaje de los derechos. Puso a las personas en el centro de la lógica institucional, fue un cambio extraordinario, permitió el reencuentro del país de una forma sana, luego de un momento tan dramático de desesperanza y obstrucción institucional que se vivía a cargo de la mafia. Ese camino permitió que se destrabara la obstrucción y se formulara una Constitución y un proyecto de país mucho más acorde a las necesidades de Colombia.
FJ: ¿Cuál cree usted fue el mayor logro de la Constitución del 91?
CB: La idea de que toda la sociedad política debe girar en torno a la protección de la persona humana y de los derechos humanos. La gran transformación es la idea de que las personas están protegidas por el Estado y el Estado existe para velar por ellas.
FJ: ¿Cuál cree usted es el mayor logro del movimiento estudiantil que se refleja en el articulado constitucional?
CB: Yo no puedo responderte eso, pero sí te puedo decir que el movimiento estudiantil fue un movimiento en donde confluyeron distintas visiones del mundo. Estudiantes que no se hablaban, diversas universidades, diversas regiones, todos sentados al lado con una misma visión. El movimiento fue un espacio que mostró que en Colombia cabemos todos, era un movimiento donde estudiantes de universidades radicalmente distintas se podían reunir y discutir el modelo de país. Yo no sé si eso se reflejó en la Constitución, yo creo que sí, de lo que estoy segura es de que se reconoció un país pluriétnico. La idea de poder entrar a conversar sin excluirnos o matarnos, fue el gran aporte del movimiento estudiantil.

FJ: ¿Le parece necesaria la participación de los estudiantes hoy en día teniendo en cuenta el momento histórico que vivimos (proceso de paz)?
CB: Yo no creo en dar lecciones ni en asignar responsabilidades generacionales hacia abajo. Lo que creo es que tienen la posibilidad de hacer cosas que otras generaciones no pueden hacer, porque cuando uno tiene la oportunidad de pensar el país desde la universidad, cuando se tiene ese extraordinario momento en el cual tiene la libertad para hacer ciertas cosas que después le quedaran mas difícil, yo creo que no aprovechar eso, es desaprovechar una gran oportunidad por la libertad y el espacio que se tiene cuando se es joven. Ustedes tienen un contexto cuando son estudiantes que les permite pensar el mundo sin agenda.

FJ: ¿Está de acuerdo con otra Asamblea Nacional Constituyente?
CB: Personalmente creo que Colombia no está preparada para enfrentarse a ese proceso. Los momentos constituyentes en la historia son muy específicos y en común tienen el requerir que todo el mundo tenga en la mira un mismo horizonte. El proceso de paz se enfoca en unos problemas que se pueden resolver sin necesidad de cambiar todo. Una Constitución necesita disposición de discutir las cosas para mejorarlas y lograr un bienestar común y lastimosamente los diferentes actores políticos hoy en día están buscando cómo lograr la mayor cantidad de beneficios individuales.

FJ: ¿Qué cree usted que le falta a la Constitución?
CB: La Constitución tiene problemas y muchos son de origen, eso es cierto, pero hay problemas que se pueden resolver. Por ejemplo, la Constitución no entró a reformar el antiguo régimen electoral y todo lo que ha pasado en la Constitución nueva hoy y todas las reformas que ha tenido el régimen electoral como por ejemplo, el castigo a los partidos políticos que dan avales a personas que luego resultan condenadas; la reforma a la manera como se cuentan los votos  y la forma como se determina la asignación de las curules para patrocinar las alianzas, todo eso se fue corrigiendo y yo creo que son procesos de ajustes razonables, es un reconocimiento a que la Constitución no tiene por qué tener desde un inicio todo en orden.
Si tú me preguntas te diría que hay normas constitucionales que han demostrado que tienen problemas de implementación: por ejemplo la gestión en el modelo de administración de la justicia. El modelo del Consejo Superior de la Judicatura fracasó como modelo disciplinario al mismo tiempo que fracasó el modelo de gestión. Pero acaban de hacer unas reformas que están totalmente trabadas. Una buena reforma a la justicia que logre que haya una buena y verdadera institución alimentada de instrumentos bien estructurados que permitan la gestión podría ser una reforma importante.
Yo no tocaría el catálogo de derechos ni los mecanismos de protección a estos derechos, porque considero que están bien. Uno puede ajustar el presidencialismo por ejemplo, pero como este muchos otros ajustes no son absolutamente indispensables como sin duda si lo es la justicia y eso queda evidenciado con la realidad que estamos viviendo actualmente.  De resto no creo que haya nada con lo cual no se puede vivir salvo lo que se requiera de manera muy puntual y extraordinaria que resulte fundamental para la implementación de los acuerdos de paz.



Fernando Carrillo Flórez

“Todo se originó por ese “papelito” que nos inventamos”.

Autor: Juan Manuel Suárez M.

FORO JAVERIANO: ¿Cuál cree fue el motor principal del movimiento estudiantil de la Séptima Papeleta?

Fernando Carrillo: El motor principal del movimiento estudiantil fue la violencia que se desató en Colombia en el año de 1989 y que llegó esencialmente al punto más crítico el 18 de agosto, día en que mataron a Luis Carlos Galán. Yo era profesor auxiliar de Derecho Constitucional en la Facultad. Por la mañana llegué a clase y habían asesinado al comandante de la Policía de Antioquia y un magistrado de la Corte Suprema de Justicia, donde naturalmente el narcotráfico tenía mucho que ver. Lo que nunca nos imaginamos es que esa misma noche, un viernes a las 6:30 de la tarde, el Cartel de Medellín asesinaría a Luis Carlos Galán.

Ocho días después, convocamos a una marcha que salió desde la Javeriana en la 45, en la que se reunieron estudiantes de varias universidades con dirección al Cementerio Central, donde se realizaron un montón de discursos que dieron inicio al movimiento estudiantil. Empezamos a sesionar en mesas de trabajo, y como resultado de estas surgieron varias reflexiones interesantes sobre lo que debíamos hacer. Después de casi cinco meses de trabajo, recién empezado 1990, surge la idea de la Séptima Papeleta.

FJ: ¿De dónde surge la idea de cambiar la Constitución? No es algo muy común proponer un cambio constitucional para cambiar la situación del país.

FC: Lo que pasaba es que ya había habido tres intentos de reforma constitucional que habían sido fallidos. Esos intentos no tenían únicamente el ánimo de reformar las normas, que por supuesto es importante, pero lo más importante era la fortaleza institucional que genera una norma constitucional. Era evidente que debíamos reformar la Constitución sobretodo con el ánimo de fortalecer la institucionalidad pública en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado. Además de por fin lograr establecer en un gran pacto constitucional un acuerdo político sin antecedentes en Colombia. Todo ese proceso constitucional fue posible gracias a ese momento político único que estábamos viviendo.

Todo se originó por ese “papelito” que nos inventamos, yo le di sustento constitucional al “papelito”, demostrando que podía ser un elemento extraño que entrara a las urnas con plena validez. Fue la séptima porque se tomaban ese día siete decisiones electorales. El “papelito” ese nos sirvió para que en las elecciones del 11 de marzo de 1990, la gente pudiera meterlo dentro de la urna, convirtiéndose en una bola de nieve impresionante, que hasta el editorial de El Tiempo respaldó la iniciativa. Los jurados tuvieron que escribir en las actas de su puño y letra el número de séptimas papeletas que contaban en cada una de las urnas. Finalmente el Gobierno tuvo que reconocer el hecho político, convocando a elecciones para la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente, de la cual afortunadamente pude hacer parte como representante de los estudiantes con tan solo 26 años.

FJ: ¿Cuál fue el momento más duro para el movimiento estudiantil en el camino a la Constituyente?

FC: La violencia por supuesto. Esa carrera presidencial trajo consigo la muerte de tres candidatos. Luis Carlos Galán del liberalismo fue el más recordado, pero es imposible olvidar la muerte de Bernardo Jaramillo candidato de la izquierda y de Carlos Pizarro, candidato del M-19. Una violencia completamente inverosímil. Además, creo también que la cuestión del liderazgo generó grandes controversias del movimiento. Yo por ejemplo, en un primer momento tuve el liderazgo del movimiento de la séptima papeleta y cuando me di cuenta que el único que nos iba a apoyar era Gaviria, decidí meterme en su campaña, lo cual generó serias divisiones dentro del movimiento estudiantil, porque supuestamente lo estaba politizando con el Partido Liberal; cuando en realidad se trataba de pragmatismo, porque era esa la única vía hacia la Constituyente. El tiempo terminaría dándonos la razón, porque los demás sectores que decían apoyarnos, a la hora de la verdad no hicieron nada por la reforma constitucional.

FJ: ¿Cuál cree usted fue el mayor logro que pudo implantar el movimiento estudiantil dentro de la Constitución del 91?

FC: Yo creo que dos logros fundamentales. El primero es que es una Constitución de derechos y lo segundo es que es una Constitución que se la jugó totalmente por una democracia participativa. Antes el sistema constitucional colombiano frente a la participación de los ciudadanos estaba totalmente cerrado, al punto que nos tocó recurrir a un mecanismo extraconstitucional como la Séptima Papeleta para lograr la reforma de la Constitución.

Los grandes progresos de la Constitución de 1991 fueron en materia de justicia, que como ustedes saben creó cuatro nuevas instituciones: la Corte Constitucional, el Consejo Superior de la Judicatura (que ya no existe), la Fiscalía General de la Nación y la Defensoría del Pueblo. Además, por supuesto, la tutela, que democratizó el acceso a la justicia, y les dio a los colombianos el único madero para poderse aferrarse en esta tormenta de violación de derechos. Hoy en día la crisis de las instituciones no es culpa de la Constitución del 91, sino de las personas que hacen parte de aquellas hoy en día.

FJ: ¿Qué le quedó faltando a la Constitución del 91? ¿Cuál fue su mayor lunar?

FC: Su gran vacío, creo yo, se encuentra en los temas territoriales; Colombia sigue siendo un país muy centralizado. Esto ocurrió, a mi parecer, porque en la segunda comisión en la Constituyente –sobre ordenamiento territorial- no hubo consensos. Requerimos hoy en día repensar el modelo de desarrollo territorial y más aún con la paz, donde se deberán incorporar las zonas olvidadas del conflicto.

El gran lunar por supuesto fue el tema de la extradición. Esto ocurrió por supuesto por la presión del narcotráfico y porque también la opinión pública estaba cansada de este tema. La gente pensaba que si se prohibía la extradición, las bombas de pronto pararían de explotar. De los 72 constituyentes, sólo trece votamos en contra de su prohibición. Por supuesto los trece terminamos amenazados. Esa pelea la perdimos lastimosamente.

FJ: ¿Le parece necesaria hoy en día la participación de los estudiantes considerando el momento histórico que estamos viviendo?

FC: Sí, yo creo que es crucial. Hay momentos de la historia en los que uno nota que las sociedades cruzan la esquina. Es un momento en el que ojalá los estudiantes jueguen un papel fundamental en lo que va a salir después de esto. Independientemente de lo que se firme en La Habana, el gran acuerdo de Colombia debe buscar hacer la política de manera diferente. Si seguimos haciendo la política en Colombia como se ha venido haciendo, con instituciones débiles, con el clientelismo y la politiquería gobernando en todos los escenarios públicos, simplemente acá no va a haber paz. Lo grave es pensar que todo el futuro del país gire alrededor de los acuerdos de La Habana. Estos son importantes, para el diálogo con las FARC, pero no van a ser la línea directriz del Estado colombiano de aquí en adelante. Hay problemas mucho más profundos, y la gran pregunta es ¿cómo puede uno reinventarse el ejercicio de la política y unos escenarios políticos de una manera distinta? Para lograr buscar nuevos protagonistas en la política. Hoy en día la palabra “política” es un concepto peyorativo, lo peor se predica de quienes desempeñan la política. Necesitamos un país moderno, justo y solidario donde ustedes jugarán el rol fundamental.

FJ: ¿Qué tal le parece la idea de las FARC de convocar a una nueva Asamblea Nacional Constituyente?

FC: Creo que esa proposición desconoce la historia del país y desconoce la naturaleza de los acuerdos alcanzados con el Gobierno, ya que apunta a poner a toda la institucionalidad de Colombia en entredicho. Es un salto al vacío y no tiene ningún fundamento  constitucional. Además, desde el inicio del proceso de diálogo con la guerrilla, el Gobierno dejó muy claro que la Constituyente no se contemplaba y que además esta no puede ser un mecanismo de refrendación de los acuerdos. Las FARC faltan a la verdad cuando dicen que la Constituyente en el proceso del M-19 fue un mecanismo de refrendación de los acuerdos alcanzados. Eso es falso; el M-19 se incorporó a la vida política (incluso entrando al Gobierno) tras una amnistía de sus comandantes. La convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, fue una convocatoria a todos los sectores políticos que se habían manifestado mediante el hecho político de la séptima papeleta. Esa convocatoria no tenía nada que ver con el proceso de paz con el M-19, este ya estaba terminado. Todo el momento histórico que llevó a la Constituyente del 91 es muy diferente al que estamos viviendo hoy en día. El Gobierno dejó claro además que el modelo económico e institucional del Estado jamás entraría dentro de la negociación. Poner en entredicho todo, como si fuera necesario hacer borrón y cuenta nueva, no tendría sentido ni con los cuatro años de negociaciones invertidos en La Habana.





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