martes, 17 de noviembre de 2015

Opinión: Que cambie todo menos yo



Que cambie el gobierno, que cambie Santos, que cambie el Polo, que cambie el vecino ruidoso… ¿y usted? ¿Ya se preguntó cuál va a ser su cambio?

Por: María Paulina Santacruz      
Tercer semestre

Muchas veces me he preguntado cuáles han sido los ingredientes de esta receta tan compleja que afecta nuestro país y nuestra sociedad. ¿Cómo hemos llegado donde estamos y qué nos ha llevado a ser como somos, pensar como pensamos y comportarnos de formas a veces tan incoherentes e incomprensibles? ¿Cómo es posible que seamos uno de los países más felices del mundo y a la vez uno de los más violentos? ¿Cómo entender que en la noche celebremos eufóricos y orgullosos el triunfo de nuestra Selección, para que en la mañana siguiente en las noticias no se hable de los goles de James, sino de los niños que murieron por balas perdidas, o de los borrachos al volante, que eso sí, iban con la camiseta puesta?

Es verdad que somos una sociedad que se ha venido construyendo y formando en medio de guerras, de conflictos por ideales, y que las páginas de nuestra historia están bañadas de sangre. También es cierto que hay un Samuel Moreno, unos Nule, unas Farc y un Timochenko. Pero no podemos ser tan conformistas y quedarnos con la idea de que “esto es lo que hay”, de que “acá todos son unos corruptos y acá nada funciona” y así sentarnos en la banca, observando simplemente todo lo que pasa, como si estuviéramos viendo televisión.

Probablemente algunas de mis preguntas queden sin respuesta. Como sociedad estamos compuestos de incontables elementos diferentes, pero  hay algo que nos caracteriza a todos los colombianos: todos queremos un cambio, pero ninguno de nosotros quiere cambiar.

Me impresiona ver la pasividad y el conformismo de la gente frente a actos indignos de una sociedad civilizada, a los que nos acostumbramos simplemente porque “ya no hay nada que hacer”. Lamentablemente son comunes expresiones como “yo manejo como un patán porque acá todo el mundo maneja así, entonces tocó” o ver la cantidad de gente que soborna policías con tal de no pagar multas. Lo peor es que todo esto pasa muy cerca de nosotros, y lo hace la “gente bien” que no capa misa los domingos.

Estoy convencida de que, si dejamos de ver los problemas de nuestro país como ajenos, y nos  apropiamos de ellos, vamos a poder aportar mucho más en la construcción de una mejor sociedad. Dejemos de lado esa mentalidad individualista y empecemos a pensar en nosotros mismos como parte de un todo. ¡Actuemos!

¿Por qué en vez de llenarse de medias y camisetas que no va a usar en navidad, no pide donaciones para alguna fundación? O bueno, si quiere mantenga sus “medias navideñas”, pero entonces concientice sus acciones diarias e intente hacer algo por los demás. Tenemos que darnos cuenta de que no vivimos solos y que no podemos parquear en la mitad de la calle, así sean solo cinco minuticos. Poner las luces de parqueo no nos da derecho a interrumpir el tráfico, a reducir la vía a un carril menos.. ¿Por qué no llevamos a cabo acciones positivas que beneficien a los demás?  Ceda su puesto, ceda el paso a un peatón, no empuje en el Transmilenio, no arregle todo a madrazos y a pito, bote la basura donde toca, en fin… no es tan difícil. Si comenzamos por corregir acciones individuales, no vamos a tener que preocuparnos por solucionar problemas colectivos.

No creamos que nuestros problemas se van a resolver si firmamos la paz, o si sacamos al Polo de la Alcaldía de Bogotá y elegimos a Peñalosa, nuestro mesías salvador.

Lo cierto es que, como sociedad, solo vamos a mejorar cuando cada uno de nosotros se mire al espejo y trabaje día a día en perfeccionar su reflejo.

“Muéstrenme una ciudad con 1000 problemas y les mostraré 10.000 personas dispuestas a resolverlos.” Antanas Mockus





No hay comentarios:

Publicar un comentario