Que cambie el
gobierno, que cambie Santos, que cambie el Polo, que cambie el vecino ruidoso…
¿y usted? ¿Ya se preguntó cuál va a ser su cambio?
Por: María Paulina Santacruz
Tercer semestre
Tercer semestre
Muchas veces me he
preguntado cuáles han sido los ingredientes de esta receta tan compleja que
afecta nuestro país y nuestra sociedad. ¿Cómo hemos llegado donde estamos y qué
nos ha llevado a ser como somos, pensar como pensamos y comportarnos de formas
a veces tan incoherentes e incomprensibles? ¿Cómo es posible que seamos uno de
los países más felices del mundo y a la vez uno de los más violentos? ¿Cómo
entender que en la noche celebremos eufóricos y orgullosos el triunfo de
nuestra Selección, para que en la mañana siguiente en las noticias no se hable
de los goles de James, sino de los niños que murieron por balas perdidas, o de
los borrachos al volante, que eso sí, iban con la camiseta puesta?
Es verdad que
somos una sociedad que se ha venido construyendo y formando en medio de guerras,
de conflictos por ideales, y que las páginas de nuestra historia están bañadas
de sangre. También es cierto que hay un Samuel Moreno, unos Nule, unas Farc y
un Timochenko. Pero no podemos ser tan conformistas y quedarnos con la idea de
que “esto es lo que hay”, de que “acá todos son unos corruptos y acá nada
funciona” y así sentarnos en la banca, observando simplemente todo lo que pasa,
como si estuviéramos viendo televisión.
Probablemente algunas
de mis preguntas queden sin respuesta. Como sociedad estamos compuestos de
incontables elementos diferentes, pero hay
algo que nos caracteriza a todos los colombianos: todos queremos un cambio,
pero ninguno de nosotros quiere cambiar.
Me impresiona ver
la pasividad y el conformismo de la gente frente a actos indignos de una
sociedad civilizada, a los que nos acostumbramos simplemente porque “ya no hay
nada que hacer”. Lamentablemente son comunes expresiones como “yo manejo como
un patán porque acá todo el mundo maneja así, entonces tocó” o ver la cantidad de
gente que soborna policías con tal de no pagar multas. Lo peor es que todo esto
pasa muy cerca de nosotros, y lo hace la “gente bien” que no capa misa los
domingos.
Estoy convencida
de que, si dejamos de ver los problemas de nuestro país como ajenos, y nos apropiamos de ellos, vamos a poder aportar
mucho más en la construcción de una mejor sociedad. Dejemos de lado esa
mentalidad individualista y empecemos a pensar en nosotros mismos como parte de un
todo. ¡Actuemos!
¿Por qué en vez de
llenarse de medias y camisetas que no va a usar en navidad, no pide donaciones
para alguna fundación? O bueno, si quiere mantenga sus “medias navideñas”, pero
entonces concientice sus acciones diarias e intente hacer algo por los demás.
Tenemos que darnos cuenta de que no vivimos solos y que no podemos parquear en
la mitad de la calle, así sean solo cinco minuticos. Poner las luces de parqueo
no nos da derecho a interrumpir el tráfico, a reducir la vía a un carril menos..
¿Por qué no llevamos a cabo acciones positivas que beneficien a los demás? Ceda su puesto, ceda el paso a un peatón, no
empuje en el Transmilenio, no arregle todo a madrazos y a pito, bote la basura
donde toca, en fin… no es tan difícil. Si comenzamos por corregir acciones
individuales, no vamos a tener que preocuparnos por solucionar problemas
colectivos.
No creamos que
nuestros problemas se van a resolver si firmamos la paz, o si sacamos al Polo
de la Alcaldía de Bogotá y elegimos a Peñalosa, nuestro mesías salvador.
Lo cierto es que,
como sociedad, solo vamos a mejorar cuando cada uno de nosotros se mire al
espejo y trabaje día a día en perfeccionar su reflejo.
“Muéstrenme una
ciudad con 1000 problemas y les mostraré 10.000 personas dispuestas a
resolverlos.” Antanas Mockus
No hay comentarios:
Publicar un comentario