Un apasionado por el Derecho Civil
En esta ocasión, Foro Javeriano tuvo la oportunidad de
entrevistar a uno de los profesores más admirados de la Facultad por sus
infinitos conocimientos sobre el Derecho Civil y su constante sencillez.
Por: Ana María Herrera
A. - Publicado en mayo de 2015
Perfiles, casi siempre, está dedicado a un abogado javeriano que nos
inspire respeto por él y por la carrera y curiosidad sobre su vida. En esta
ocasión hicimos una excepción con el diploma de la Pontificia para entrevistar
a un profesor que, quienes hemos pasado por sus clases, podemos decir que es
excelente, que está enamorado del Derecho, que se sabe todos los Códigos y
jurisprudencia nacionales e internacionales. Hablamos, claramente, de Juan
Pablo Cárdenas, profesor de Contratos I en la Universidad, que nos contó un
poco sobre su vida para conocer lo que hay detrás de una memoria prodigiosa y
una modestia infinita.
Nacido en Medellín pero muy bogotano, pues desde pequeño
vivió en la capital por el trabajo de su papá, quien también era abogado y tenía
su oficina; estudió el colegio en Bogotá y después entró al Colegio de Nuestra
Señora del Rosario. Allí, recuerda bien, se hacían muchas “primiparadas” como
cuando un estudiante, haciéndose pasar por profesor, llegó a clase y ordenó
leer para el día siguiente La Odisea y la Ilíada, u otro que llegó a clase y
pidió comprar el Código Civil ilustrado, bromas en las que cayó por ser el
primer día. Igualmente, a una compañera
que en primer año de Derecho le preguntaba al profesor sobre la “Teoría de la
radioactividad de la ley”.
Para él, la Javeriana y el Rosario son universidades que
comparten muchas cosas, no solo algunos profesores sino también su visión del
Derecho Privado, ambas de corte francés y chileno. Igualmente, cree que los
estudiantes son muy parecidos, que la diferencia no es tan grande por ser
Universidades con bases religiosas. En el Rosario fue Colegial, cosa que para
él fue un gran honor pues resalta las cualidades y calidades personales y
académicas de los alumnos, y además les da una participación activa en la vida
política de la Facultad, porque entre los colegiales escogen al rector de la
Universidad, lo cual resulta una responsabilidad muy grande.
Su inclinación por el Derecho Civil ha estado presente desde
que estudiaba en la Universidad, pero no siempre lo ha ejercido. Terminando su
carrera trabajó un tiempo en el Rosario, en parte porque se demoró terminando
la tesis, pero cuando se graduó se fue a hacer su especialización en Derecho
Civil a París II en 1983, en donde pudo conocer a grandes figuras del Derecho
como Bruno Oppetit, un “sabio loco como Einstein, raro”, y Michel Pédamon,
experto en Derecho de la competencia que no existía en Colombia. Su experiencia
en París, cuenta, fue muy buena aunque podía percibir cierta diferenciación que
había frente a los extranjeros latinos, no solo por parte de los estudiantes,
sino también por parte de los profesores. Esto cambió cuando Christian
Larroumet, un importante profesor de Derecho Civil, entró a la facultad.
Llegó de Francia y trabajó dos años en el Rosario, pero
después le ofrecieron un trabajo en la Comisión Nacional de Valores donde
estuvo hasta el año 1991. Se trataban temas de Derecho Bursátil, Societario,
Comercial. De ahí, entró a trabajar a la Presidencia de la República, “en el
Derecho Constitucional puro, Público, Administrativo”, como asesor y secretario
jurídico. Llegó allá por un amigo suyo a quien invitó el Presidente Gaviria
para trabajar juntos, quien a su vez, invitó al doctor Cárdenas. Nos cuenta que
el trabajo era muy interesante, pues tenían la labor de desarrollar la nueva
Constitución recién expedida, y debían dar ciertas pautas sobre su
interpretación. Sin embargo, ocurrió un fenómeno muy interesante, pues a pesar
de que las normas cambiaban de una Carta Política a otra, la cultura jurídica
que había entre la gente se mantenía igual, por lo que la tendencia de las
Cortes al interpretar las nuevas normas era hacerlo basadas en el régimen
anterior. Esto llevó a que, aunque muchas disposiciones hubieran podido haber
tomado un rumbo distinto, por la cultura jurídica ya existente se mantuvieron
bajo los mismos preceptos anteriores, “se construyó una Constitución con la
caja de herramientas de la del ’86”. Cuando se acabó
el gobierno del Presidente Gaviria fue que volvió al Derecho Civil, en 1994.
Su papá le decía que un abogado no lo era por completo si no
era litigante y, por ello, cuando salió de la Presidencia decidió crear una
firma con algunos compañeros, Fernán Bejarano (profesor de Hacienda Pública) y
Camilo Opsina (ex Ministro y Embajador), quienes salieron de ésta por trabajar
en temas financieros y en la Presidencia, respectivamente, por lo que el doctor
Cárdenas quedó solo. Cree firmemente que el abogado debe tener más contacto con
el mundo, por lo que debería siempre terminar en el litigio y la asesoría para
conocer más de cerca la realidad jurídica.
Nos cuenta, sorprendentemente, que durante un tiempo pensó
en estudiar Física. Era algo que le gustaba mucho en el colegio, y alguien le
ayudó a conseguir una beca en Brasil para hacer su carrera como físico. Sin
embargo, para él el Derecho siempre fue una vocación y olvidó su inclinación
por las ciencias exactas rápidamente para entrar al Rosario y formarse como
abogado. Dice que en esa época los profesores eran muy atemorizantes, que
algunos de sus compañeros debían tomarse unas copas antes de entrar a los
exámenes para perder el miedo pues el profesor disfrutaba asustándolos. Nos
habló de su profesor favorito de la universidad, que nunca dio clases en la
Javeriana y para él es una lástima, pues es un hombre y maestro extraordinario
de Obligaciones y Bienes, Mario Gamboa. Le gustaba mucho, también, Carlos
Holguín pues disfrutaba mucho sus clases, se reía de sí mismo y le encantaba
ver a los alumnos imitándolo; su hoja de vida, nos cuenta, decía simplemente
“Carlos Holguín, especialista en Derecho Público y Derecho Privado.”, sabía
todo.
Su llegada al mundo del arbitraje fue muy sencilla, según
él. En algún momento, la Cámara de Comercio decidió hacer una lista de los
abogados especializados en Derecho Financiero y como él había trabajado en la
Comisión de Valores, alguien pensó que debía estar en ella y propuso su nombre
en 1997. Desde entonces está en la lista, y poco a poco lo fueron nombrando en
arbitrajes públicos e internacionales y fue desarrollando ese campo profesional
que, dice, es muy interesante. Es a lo que más se dedica hoy en día. Nos
confiesa que no volvería al sector público pues cree que se toman muchos
riesgos. En su época, los procesos contra los funcionarios públicos no eran
tantos y no se veía tanta persecución, pero ahora se castigan fuertemente las
actuaciones de todos, inclusive si son de buena fe. Esto hace que los buenos se
queden en el sector privado pues al hacer una comparación entre el público y el
privado, es más seguro no exponerse a toda la realidad actual de lo público en
el país.
Le encanta dictar clase pues cree que la frescura del
estudiante es muy importante, el que haga preguntas que pueden parecer locas
pero lo ponen a pensar. Le dedica la mayoría de su tiempo a su oficina y a la
docencia, pues aunque sus clases ya se han establecido, algunos contenidos
cambian y debe actualizarlos para que sean dinámicas con los cambios sociales.
Viendo a los jóvenes diariamente, cree que esta nueva generación de abogados
será bastante internacional, aunque siempre habrá cosas que hacer localmente,
pero inclusive la Universidad da cada vez más herramientas para que así sea.
“Yo pienso que ustedes no deben limitarse, pues uno tendía a pensar en mi época
en el ejercicio del derecho en el país pues no creían que se pudieran volver
abogados trasfronterizos, por lo que creo que el gran mensaje para un abogado
de su generación es que no pueden pensar en ser abogados en una oficina local, sino
grandes juristas fuera del país, cosa que ya se ve con algunos abogados
javerianos. Hay que pensar en grande.”
Padre de 2 mellizas de 11 años, casado con quien fue alguna
vez su estudiante, como pasa muchas de las veces, nos cuenta entre risas, es un
amante de su trabajo. Cree que la ética es de las partes más importantes de la
vida tanto personal como profesional, que necesitamos una enseñanza más
profunda de la misma en los salones para concientizarnos sobre la realidad y la
manera de cambiarla para bien.
Nos confesó, por último, el misterio de su iPhone en el que
consigue cualquier dato jurídico tanto nacional como internacional en menos de
un minuto. No es una aplicación, por si estaban pensando en descargarla, sino
“aprender a usar la tecnología”, como él dice. Tiene todos los Códigos
descargados y, más importante aún, todos sus apuntes de clases que ha dictado a
lo largo de los años, llenos de jurisprudencia de todo el mundo, pues cree que
el mirar otros sistemas enriquece mucho y ayuda a comprender la idea de
justicia del hombre, que es muy similar.
Simplemente brillante el doctor Juan Pablo Cárdenas, un gran privilegio tenerlo como profesor.
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