miércoles, 18 de septiembre de 2013

No te metas con el tío Sam




La persecución a nivel internacional que dirigen los Estados Unidos contra las cabezas de Wikileaks ha generado un debate en torno a la libertad de prensa a nivel mundial.

Por: Santiago Osorio Salazar


Para nadie es un secreto la persecución norteamericana a los colaboradores de Wikileaks que, considerados héroes por unos y ultravillanos por otros, ha estado entre las prioridades de Estados Unidos. No obstante, dicha persecución parecía estar estancada luego de que el fundador de Wikileaks, Julian Assange, en una hábil movida, lograra escaparse de las garras anglosajonas refugiándose en la embajada ecuatoriana en Londres el 19 de Julio de 2012, donde permanece hasta el sol de hoy en un pequeño cuarto con una cocina, claramente una conexión de internet y una banda trotadora.
Sin embargo, por estos días la “caza de brujas”, como la ha bautizado Assange, ha cobrado una nueva dimensión. Esta vez el objetivo es el ex técnico de la CIA, Edward Snowden, quien reveló programas de espionaje estatal, sobretodo de agencias de inteligencia como la NSA, y por ello, de ser capturado, enfrentaría serios cargos en su país natal, que se ha dicho podrían llevarlo incluso a la pena de muerte. Aunque el caso de Assange es propio de guión de telenovela y ocasionó tensión en diferentes relaciones diplomáticas -que incluso el presidente Correa, de forma oportunista, aprovechó para venderse como un gran defensor de la libertad de prensa a pesar de haber protagonizado serios ataques a la misma en su propio país-, el efecto Snowden en la diplomacia internacional ha sido de mucha mayor envergadura. El país norteamericano ha puesto sus relaciones en juego por su afanosa búsqueda, llevándolo incluso a sugerir a sus aliados europeos que restringieran su espacio aéreo a Evo Morales por sospechas de que el ex técnico de la CIA se encontraba en el avión, violando directamente normas del Derecho Internacional, e incluso, poniendo la vida del presidente boliviano en riesgo. Así mismo, el asilo temporal que ha concedido el Kremlin a Snowden ha llevado a la cancelación de una reunión prevista entre Putin y Obama, así como el recrudecimiento de las relaciones diplomáticas entre estos dos países, que nos ha recordado las épocas de la guerra fría. Éste perseguido duró un poco más de un mes en el Aeropuerto de Moscú, y realizó más de 26 aplicaciones de asilo.
No obstante, quien ha corrido con peor suerte es el militar estadounidense Bradley Manning, que enfrenta en estos momentos a la justicia militar, y su pena podría estar alrededor de 90 años. Durante su estadía en Iraq, Manning filtró miles de cables, entre los cuales se encontraba el polémico video del bombardeo de Baghdad, en el que murieron varios periodistas, así como documentos que comprometerían a Estados Unidos como catalizador de la primavera árabe.
Gracias a estos hechos que tienen a la comunidad internacional paralizada y a los gigantescos mecanismos gringos trabajando a todo dar, el debate sobre la libertad de prensa está más vigente que nunca. Si bien es una verdad casi irrefutable que los países deben tener derecho a mantener en secreto muchas de sus actuaciones, sobre todo en lo relativo a la tan venerada “seguridad nacional”, el material que ha sido revelado nos hace cuestionarnos sobre la extensión de ese derecho, así como la legitimidad de personajes como los de Wikileaks a revelar la verdad al mundo entero. Gracias a Assange y a sus colaboradores, se han revelado atrocidades cometidas en lugares como Irak o Guantánamo; también se ha mostrado cómo los Estados Unidos han desarrollado, a raíz del 11 de Septiembre, programas de espionaje que violan completamente la intimidad de los ciudadanos, realizando una constante vigilancia sobre su vida privada. Incluso el Wall Street Journal, a partir de los informes de Snowden, ha dicho que la NSA, principal agencia de inteligencia del país norteamericano, es capaz de espiar el 75% de todo aquello que ocurre en internet en dicho país. El mismo ex técnico de la CIA, al justificar sus motivos para publicar toda la información secreta, dijo: “Yo no quiero vivir en una sociedad que hace ese tipo de cosas (vigilancia a sus ciudadanos)… Yo no quiero vivir en un mundo donde todo lo que hago y digo es grabado… Mi único motivo es informar al público sobre lo que es hecho en su nombre, y lo que es hecho en su contra.”
Todo esto debería hacernos reflexionar sobre la importancia de proteger la libertad de prensa, e incluso rechazar la cacería que realizan los Estados Unidos en contra de sus mayores exponentes la cual crea un mensaje de terror: No te metas con el tío Sam.


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