A
favor del proceso de paz
Entrevista a Juan
Manuel Galán
Por: Esteban Gálvez y Santiago
Osorio.
“Ganar la guerra es mucho más fácil que
ganar la paz, y ahora nos corresponde pensar en cómo ganar la paz.”
Foro
Javeriano: ¿Está de acuerdo con que el proceso de paz es el mecanismo adecuado
para llegar a la solución del conflicto armado que tenemos en Colombia?
Juan Manuel Galán: Yo
creo que es una parte fundamental, tiene un carácter simbólico muy importante
porque es el grupo guerrillero tal vez más antiguo de América y del mundo, en
donde alcanzar una negociación política con un acuerdo de terminación del
conflicto armado interno es un paso importante que va a generar un clima de
confianza dentro y fuera del país. Por supuesto ganar la guerra es mucho más
fácil que ganar la paz, y ahora nos corresponde pensar en cómo ganar la paz, ya
que llevamos 50 años pensando cómo ganar la guerra. Lo anterior se da mediante
una integración entre el Estado, la Nación y el territorio; generando una red
terciaria vial que permita integrar a zonas que están aisladas y que permita
generar unas políticas de desarrollo rural adecuadas para los campesinos. Pero
en general, creo que la importancia de esta negociación y este acuerdo con las FARC
es más que todo de tipo simbólico. El escenario estratégico militar está hoy en
día muy a favor del Estado Colombiano y muy en desventaja para las FARC, en el
Caguán estábamos exactamente al revés.
FJ:
¿Qué implicaciones cree usted que tendría si son las FARC y el equipo
negociador quienes acuerden y aprueben un nuevo marco jurídico?
JMG: Aquí lo que se
negocie y se acuerde con las FARC tendrá que ir a ser refrendado en dos
instancias fundamentales para darle legitimidad democrática y política a esos
acuerdos, a saber, el Congreso de la Republica y el Constituyente primario que,
a través de un referendo, decidirá si aprueba o si desaprueba lo que se haya
acordado.
FJ:
¿Y una Asamblea Nacional Constituyente no es una opción?
JMG: Yo creo que
estamos muy temprano para poder vislumbrar una Asamblea Nacional Constituyente,
yo creo que la constitución de 1991 fue una constitución moderna, garantista,
muy de derechos, y tendría que haber una justificación clara para hacer un
nuevo esfuerzo, de esa magnitud, de convocar una nueva Asamblea Nacional
Constituyente; no veo por ahora la justificación. El problema no está ahí, el
problema está en cumplir con las constitución del 91 y aplicarla, por lo que no
debe pensarse en hacer otra.
FJ:
¿Específicamente en el tema de participación política de las FARC, qué ganaría
el país y qué perdería con dicha participación? ¿Estaría usted dispuesto a
sentarse en el Congreso al lado de una cabecilla de las FARC como Iván Márquez?
JMG: Colombia dentro
del marco de una justicia transicional para poder acordar un proceso de paz,
tiene que saber cuánto sacrificio de justicia se requiere para alcanzar una paz
duradera, y si esa cuota de sacrificio de justicia esta justificada para las
ganancias que va a tener el país con una paz sostenible y duradera. Ahora, lo
que en ningún momento se puede sacrificar ni negociar es la verdad, y si las
FARC tienen que poner sobre la mesa la verdad sobre sus acciones, darle a sus
víctima el reconocimiento que merecen, demostrar una voluntad de reparar y
poner sobre la mesa una cantidad de fondos que han adquirido durante muchos
años, los cuales al parecer están guardados en los países del ALBA y que puedan
servir para construir esa paz y reparar esas víctimas. Ahora, en la
participación política hay que ver de acuerdo con los acuerdos que Colombia ha
suscrito y ratificado con la Corte Penal Internacional, con el DIH y los DDHH, qué
cabe dentro de esa justicia transicional y qué no cabe, para saber en qué
condiciones miembros de las FARC podrían participar en política y en qué
condiciones no lo podrían hacer.
Colombia tiene que
moverse en el marco de ese bloque de constitucionalidad, del marco jurídico
para la paz y de las eventuales leyes estatutarias que vengan al congreso en
los próximos meses para reglamentar ese marco jurídico, sin incumplir esos
acuerdos, moviéndose hasta donde se pueda dentro del marco de una justicia
transicional. Obviamente crímenes atroces y crímenes de lesa humanidad serían
muy difíciles de indultar o exonerar; en todo caso, se debe mirar cómo se trata
a la otra parte del conflicto, que son los miembros de la fuerza publica, para
que no vaya a pasar lo mismo que ocurrió en el pasado con el M19, que recibió
una justicia transicional o prácticamente un indulto, mientras que las fuerzas
militares se quedaron sin esa protección.
FJ:
¿Cuál cree usted que es el costo de la paz?
JMG: El costo de la
paz es el aporte de todos los colombianos, no solamente en términos financieros,
sino en términos de esfuerzo, compromiso, sacrificio y confianza de que se
puede dar la paz en Colombia. No es un proceso de la noche a la mañana que se
de con la firma de un papel y un acuerdo, pues éste es tan sólo el punto de
inicio de la construcción de la paz. Necesitamos marcar ese punto de partida de
construcción de la paz que es la firma de unos acuerdos con los grupos
guerrilleros actuales que son las FARC y el ELN, y de ahí en adelante empezar a
construir una transición, un post conflicto. Toca hacer una reforma al poder
electoral para tener unas elecciones competitivas y justas, que le permitan a
todas las fuerzas políticas, incluyendo a las de izquierda, entrar a la arena
política para que puedan competir con ideas y no con balas.
En
contra del proceso de paz
Entrevista a Juan Lozano
Por:
Daniel Londoño De Vivero y Esteban Gálvez
FORO JAVERIANO: ¿Está
de acuerdo con que el actual proceso de paz es la solución al conflicto armado
que se ha llevado a cabo en nuestro país?
J.L.:El conflicto en algún punto debe requerir un
diálogo para poderse resolver. No es con “plomo eterno” como se solucionan las
cosas. Surgen pues dos preguntas: 1. ¿Era este el momento
para un proceso de paz? Quizás las condiciones no estaban dadas. Las FARC han
insistido en su actividad terrorista, pero si el presidente Santos inició el
proceso, es necesario buscar que se aceleren esas condiciones para ver si se
logra firmar la paz. 2. ¿Estaban las condiciones adecuadas para una
negociación? Lo que afirmó el equipo negociador cuando estaba en Oslo parecía
correcto; lo que hemos visto en la Habana es distinto. Las FARC han irrespetado
al gobierno, han desconocido las normas, y han ido en contravía del protocolo
que habían definido, siguen matando gente,
reclutando niños, secuestrando y
en el negocio del narcotráfico. De manera que lo que hay que hacer es exigir
una paz absolutamente justa y sostenible.
F.J.: ¿Qué
implicaciones tendría si son las FARC y el equipo negociador quienes acuerden y
aprueben un nuevo Marco Jurídico?
J.L.: El gobierno no puede aceptar de ninguna manera
que las FARC les impongan a los colombianos unas condiciones de impunidad que
no impliquen la dejación definitiva de las armas y que permitan que la
organización cese todo tipo de agresiones contra los colombianos. Por eso lo
correcto es, que el Marco Jurídico lo defina el Congreso de la República. Ese
no es un tema que pueda discutirse en la Habana. Por otra parte, los acuerdos a
los que eventualmente se lleguen, dice el gobierno, serán sometidos a
consideración por los colombianos mediante un mecanismo refrendatorio, el cual
está por verse. Temas como las curules para las FARC no las pueden acordar en
la Habana y someterlas a dicho mecanismo. Yo veo confundido al gobierno en eso:
una cosa dice el Ministro Carrillo, otra cosa dice De La Calle y otra cosa dice
Juan Manuel Santos. Si quieren cambiar la composición del Congreso es necesario
tramitar una ley ordinaria o hacer una reforma constitucional para tal efecto.
F.J.: ¿Cuál
mecanismo de participación ciudadana es el adecuado para la refrendación del
proceso de paz?
J.L.: Yo personalmente creo que Colombia necesita una
Asamblea Constituyente que reconfigure el poder político en nuestro país y esa
constituyente no se debe pensar en función de responderle las angustias a Juan
Manuel Santos, ni en función de arreglarle los problemas a las FARC, ni para
habilitar eventualmente una nueva elección del expresidente Álvaro Uribe. La
Constituyente es para poner en orden un sistema político que fracasó. Colombia
tiene hoy una pérdida absoluta de legitimidad en sus instituciones políticas.
Hay que reorganizar ese sistema político.
F.J.: ¿Qué ganaría y qué perdería el país con dicha
participación? ¿Se sentaría usted al lado de un miembro de las FARC en el
Senado?
J.L.: Ya en Colombia
los que están en la Habana han estado en el Congreso. Iván Márquez ya fue
congresista. El problema no es sentarse o no sentarse con él, lo que no se
puede aceptar es que vuelvan a combinar las formas de lucha como lo hicieron en
el pasado, que es tener un brazo político, un brazo narcotraficante y un brazo
terrorista, eso es inaceptable. Además debemos recordar que son responsables de
crímenes de lesa humanidad. Colombia simplemente no puede llevar al congreso
sin procesar, sin juzgar, sin condenar a un responsable de un crimen de lesa
humanidad.
F.J.: ¿Cuál
sería la reacción de la comunidad
internacional si miembros de las FARC llegan al Senado?
J.L.: Para mí, en la
normatividad internacional es sumamente claro que los Estados hoy no tienen la
potestad de garantizar la impunidad a ninguno de sus connacionales que haya
incurrido en crímenes de Estado. En cuanto a la reglamentación nacional ocurre
lo mismo: no se puede entender como un delito conexo al delito político ningún crimen
de lesa humanidad. Siendo así las cosas, no es posible que tengan elegibilidad
los responsables de crímenes de lesa humanidad.
F.J.: ¿Cuál cree usted que es el costo de la paz?
J.L: El costo de un
mal proceso de paz es más violencia, los grupos terroristas se vuelven a
fortalecer, toman aire. El costo de una mala negociación y de un mal acuerdo deriva
en más violencia. Una paz que no sea sostenible ni justa, ni éticamente
aceptable por los colombianos estalla al poco tiempo y vuelve a generar nuevos
caminos de violencia. Todo proceso de paz debe verse reflejado con hechos, no
con declaraciones. Hoy no hay condiciones y lo que vemos es un perseverar
terrorista. Ojalá el proceso pueda revertirse sin que le haga más daño a los
colombianos. Y, si hay una voluntad real de las FARC entonces que se exprese en
dejar todos los caminos terroristas, lo cual es el mayor deseo de Colombia.
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