jueves, 23 de agosto de 2018

¿Todos los abogados van al cielo?

¿Todos los abogados van al cielo? 

Siempre a los estudiantes de Derecho en su primera clase les dicen que están iniciando con la carrera más honorable y respetable, destinada a instaurar justicia y equidad en toda sociedad. Les plantean que los abogados son los portadores de la verdad y de la sabiduría, pero ¿es realmente así? 

Cada año, solo a la facultad de Ciencias Jurídicas de la Javeriana entran alrededor de 130 estudiantes listos a entregar todo para convertirse en los mejores abogados del país. Algunos prometen salvar al mundo, otros prefieren hacer cambios más pequeños, pero ninguno se imagina que puede convertirse en la peor pesadilla de alguna persona 

Claro que todos los profesores hablan maravillas tanto de la carrera como la vida laboral de los abogados, y a simples ojos tienen razón, pues parten del hecho que la profesión defiende los derechos e intereses de las personas. Los estudiantes terminan con el oído endulzado y con grandes expectativas de un glorioso futuro, lleno de honores y agradecimientos por parte de sus clientes. Pero ¿realmente pensarán eso los demás? ¿O ven los abogados con otro tipo de ojos? 

Para resolver la cuestión, decidí entrevistar a tres personas de distintas generaciones, para descubrir que opinión tenían acerca de los abogados y así aproximar una idea de como son vistos frente a la sociedad cuando comienzan a ejercer su profesión.  

Entrevisté primero a Franco de 20 años, estudiante de economía, el cual considera que los abogados son vitales para mantener equilibrio, pero que esa idea se ha ido difuminado gracias a la avaricia del ser humano de ganar más y más. Tiene la imagen que estos solamente buscan beneficiarse económicamente, sin estrictamente ir por el camino de la justicia, absolviendo a terribles criminales por recibir grandes recompensas.  

También hablé con Diego de 52 años, diseñador, que relaciona a los abogados con los problemas, ya que no solo los solucionan, sino también los generan. Así mismo cree que la sociedad ve a los abogados como una herramienta de amenaza y medio de defensa, utilizándose comúnmente la frase “le mando mi abogado”, para así generar cierto miedo. Considera que, a los ojos de las personas, no son vistos realmente como justos, debido a que siente que normalmente los abogados enredan más los problemas, alargando los procesos para así cobrar más honorarios. Sin embargo, reconoce y agradece mucho a los abogados que lo han asesorado, al brindarle tranquilidad y protección de sus derechos. 

Así mismo tuve la oportunidad de hablar con Inés de 85 años, quien cree que es de las profesiones más indispensables, ya que hoy en día se necesita para todo tipo de actividad la intervención y el oficio de un abogado. Ella divide a los abogados en dos grupos: los honestos y los corruptos, planteando que el objetivo de toda sociedad debería ser garantizar un sistema sin abogados de esta índole. Agrega que normalmente la gente tiende a ver a los penalistas como los más próximos a caer en esa codicia y fama insana, al ser los primeros en dejar en duda la verdad de los hechos, para caer bien parados en la resolución de sus casos. 

Los tres nos muestran el mismo matiz: la profesión que tanto le pintan de color de rosas a los estudiantes, tiene un toque de amargura para la sociedad colombiana. Cabe recordar que el significado de “abogado del diablo”, según la Real Academia Española, curiosamente tiene una connotación positiva. Sin embargo, a la vista de algunosciertos abogados si adquirieren el sentido literal de la denominación, ya que pareciera que los mejores en la profesión son los encargados de defender a los más canallas ¿Será que estos abogados si irán al cielo? 





Sofia Garcia-Reyes Meyer 
Carrera de Derecho 
Tercer Semestre 

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