jueves, 23 de agosto de 2018

Cómo no coquetear sin acosar y no fallar en el intento.

Cómo no coquetear sin acosar y no fallar en el intento 
Estimado lector/a, le pedimos leer este artículo sin prejuicios ni estereotipos, además de reconocer que cada uno cuenta con una serie de  privilegios que nublan nuestra visión a la hora de ponerse en los zapatos de la víctima. Lo invitamos a leer desde la empatía y el reconocimiento de las emociones ajenas. 
Autor: Paula Forero, Camila Solano, Carlos Vergara. 
Es imposible negar que vivimos dentro de  una cultura desigual y machista, que representa un obstáculo dentro de la vida las mujeres, los indígenas, las negritudes, los LGBT, etc. Si usted nunca se ha sentido discriminado o violentado por su género, le pedimos que se ponga en el lugar de las personas a las que les ha pasado. Lo invitamos a no seguir replicando el machismo con este tipo de frases y a leer este artículo con la mente abierta. Intente pensar ¿qué pasaría si me violaran, si me acosaran o si me sintiera discriminado? Imagínese sentirse apoyado si le pasara eso, y no por lo contrario, atacado y violentado aún más de lo que ya le pasó.  
En nuestra cotidianidad existen discursos  que justifican a los victimarios en casos de abuso. “Seguro tenía una falda de p**”, “¿Para qué toma tanto? eso es como buscarse una violación” “Es que si le pegan es porque no se hace respetar”,“No means yes, yes means an*l”, entre muchas otras frases por el estilo.  
Estimado hombre, asumir una actitud solidaria y empatizar con las mujeres, no lo hace menos “macho”. Estimada mujer, no juzgue a otras mujeres por el largo de su falda, lo pronunciado de su escote, o por ejercer libremente sus derechos sexuales, recuerde que somos compañeras, no competencia.  
En los últimos años, las voces de las mujeres suenan cada vez más alto. Los movimientos feministas poco a poco tienen más fuerza y han logrado visibilizar problemáticas que han estado normalizadas a lo largo del tiempo. Campañas como Me too y casos como el de Harvey Weinstein, que han tenido impacto internacional, son las que han permitido que millones de mujeres hayan roto el silencio por medio de testimonios que dejan en evidencia que los casos de acoso no responden a situaciones aisladas y particulares, sino que son consecuencia de una estructura y un sistema que los legitima. 

Con estas nuevas declaraciones, muchos salieron a la defensa de estos comportamientos, argumentando que solo son sinónimos de coquetería e insinuaciones inocentes y que no existe rastro de maldad en una tocadita por aquí, un besito robado por allá o un piropito sucio en la calle. ¿Entonces ya no se puede galantear? ¿Ahora todo es acoso? ¿No puedo aplicar lo que aprendí en mis cursos de coaching romántico? ¿Acaso es esto la inquisición?.  

Antonio Caballero  se hizo esta misma pregunta el año pasado en una columna en la revista Semana, en la cual se refirió a los escándalos de acoso en los que muchos famosos se veían implicados, entre ellos el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En esta columna Caballero afirma que: “Dieciséis mujeres, y ya deben ser más, están acusando a Donald Trump de abusos sexuales porque alguna vez les tocó el culo o les pellizcó una teta: grosería, sí, pero no hay que confundir la vulgaridad con el abuso sexual, que es una cosa grave”. Que poco perspicaz, Caballero.  Respuesta incorrecta.  

Existen ciertas cosillas que debemos reformar a la hora de seducir, por ejemplo: No significa no, sencillito. Un NO, no es una señal de “Sigue intentando, pero con más fuerza y más cerca a mi oído”. Así que no debemos abandonar el coqueteo, sino evaluar nuestras tácticas de conquista.  

El grupo Polifonía y FORO JAVERIANO se unieron para mostrarle a la comunidad  algunas frases o afirmaciones que coloquialmente se asocian a esta, aparente, pero sutil, diferencia entre el coqueteo y el acoso para poder ejemplificar el por que están mal utilizadas, pese a que parecen inocentes. 

Utilizando una plataforma en línea, logramos reunir muchas de estas frases, a continuación expondremos algunas de las más curiosas, incorrectas y hasta groseras de las que estudiantes, profesores y demás miembros de la Universidad nos hicieron llegar. 

“Ahora todo es acoso” 
 El acoso no se trata de un descubrimiento o una moda. El acoso ha existido desde siempre, lo que sucede es que las mujeres han decidido denunciar estos hechos para desnaturalizarlo; no es normal. La cotidianidad está tan impregnada con la cultura de acoso, que parece que fueran hechos irrelevantes y comunes, pero tienen detrás toda una carga jerárquica, en donde un sujeto se siente en el total derecho de vulnerar a otro y permitirse ciertas confianzas sin consentimiento.  

¨Las viejas se rayan si un man viejo les cae, pero parce que rico que me caiga una una katana¨  
Sus fantasías sexuales y ansias de mantener relaciones con mujeres mayores, las mantendremos distantes de las situaciones de acoso que no significan ningún placer para la víctima. Muchas veces estos abusos los llevan a cabo personas que se encuentran en posiciones de poder, ya que son jefes, profesores, padres o tíos, ¿de verdad cree que es placentero esa situación? evaluese 

“Si el acosador fuera guapo, seguramente no denunciarían” 
La sensación incómoda y de vulnerabilidad que produce el acoso no se relaciona con el físico del acosador. Una persona que está siendo hostigada no repara en lo atractivo que sea su acosador, la acción sigue siendo molesta e inapropiada. Estas frases solo alimentan la idea de que hay denuncias de acoso válidas y otras que no, cuando todas deberían contar con el mismo apoyo. Menos de cuestionar a la víctima con pregunticas patosas, más de solidaridad y empatía. Gracias.  

¨Borracha me estaba buscando, ella quiso y yo aprovech騠 
No existe situación de consentimiento si la víctima está bajo los efectos del alcohol. En este caso, lo que debe prevalecer es el interés por el cuidado del otro y no ver una oportunidad para conseguir sexo fácil. No reafirme su “masculinidad” a partir de someter a los otros a sus caprichos. Aprovecharse de alguien en una situación de vulnerabilidad no lo hace más hombre. 

“¿Si eso paso hace años por qué hasta ahora denuncia? seguro lo que quiere es plata” 
Sufrir un episodio de acoso no es fácil y no todas las víctimas reaccionan igual. Muchas veces hacer las denuncias se vuelve un acto revictimizante en el cual obligan a la persona a contar mil veces el episodio, sin tener en cuenta que tienen que recordarlo con detalle haciendo que esas emociones vividas vuelvan a surgir, y rememorar sensaciones desagradables. Este tipo de frases hacen que sea mucho más difícil denunciar porque no hay apoyo ni solidaridad con las víctimas. Contar los hechos no es fácil, por lo tal denunciar tampoco lo es. Partir de una desconfianza que solo protege al victimario hace que las víctimas decidan callar antes de que duden de su testimonio. Además, es importante tener en cuenta que  el porcentaje de denuncias falsas no sube del 2%. Las víctimas están en todo su derecho de llevar a cabo denuncias y procesos judiciales cuando se sientan cómodas, los hechos no dejan de ser más o menos verídicos por el tiempo que pase entre el acto y la denuncia, por el contrario, puede significar un hecho liberador para la persona que lo realice. Con campañas como Me too se ha buscado desnaturalizar estos comportamientos y precisamente hacer que las víctimas se sientan apoyadas.  

“Los piropos no son acoso, agradezca que le dicen linda y deje de ser tan tocada” 
Cuando salga a la calle quiero ser libre, de usar lo que yo quiera, a la hora que yo quiera, y en el lugar que yo quiera. Mi ropa no busca provocar, ni tampoco busca que la apruebes con comentarios inapropiados y vulgares. La inseguridad e incomodidad que producen estos “piropos” hacen que los espacios públicos le pertenezcan exclusivamente a los que se sienten legitimados de fastidiar al otro, porque esos comentarios solo reafirman ese orden, en el cual existe alguien arriba que puede vulnerar otro con palabras, y alguien abajo que le toca aguantarse porque sino es una loca exagerada que se ve más linda si sonríe.  


Nuestros comportamientos diarios merecen ser evaluados y deconstruidos a partir de la nueva mirada que nos ofrecen estos testimonios. A partir de cuestionarnos a nosotros mismos y nuestro actuar es que logramos construir un cambio desde lo cotidiano.  0

1 comentario:

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