Auténtico defensor de los derechos humanos
FORO JAVERIANO dedica su perfil al doctor Juan Felipe García, abogado intachable y notable académico, quien se ha ganado el reconocimiento y cariño de sus estudiantes a los largo de toda una labor universitaria.
Juan Felipe García es egresado de un colegio jesuita en Manizales. En los dos últimos años empieza una formación de retiros espirituales ignacianos que pretendían incentivar una reflexión sobre la vocación de sus estudiantes. El silencio y la técnica espiritual de meditación actuaban como herramientas estimulantes de conexión con el mundo y el propio ser y, en ese sentido, se afianza una relación entre lo que se hace con la vida y el entorno que lo rodea. En ese momento articula su vocación a partir de la preocupación sobre lo justo y la sensibilidad con el mundo que compartía con sus padres. Primero piensa en estudiar administración de empresas, pero abandona esa idea tan pronto establece la posibilidad de venir a Bogotá y estudiar derecho continuando con la formación jesuita en la Javeriana.
Se vienen con él otros dos amigos: “nos trajimos ‘la barrita’ acá, un ambiente rico”. Y acá ya arman un grupo más grande, gente de la provincia y dos rolos: “ fue una javerianidad que armamos ahí”. Llega a la universidad con una expectativa muy alta de que el derecho era igual a justicia y, hoy por hoy, refuerza esa idea de que la carrera tiene la capacidad de equilibrar las relaciones sociales. Durante la carrera empieza a perder el gusto por el ejercicio mnemotécnico de las normas, pues, en la monotonía, parecía esa ser la única preocupación que se tenía. De manera que, para ampliar y satisfacer sus otras inquietudes, se abre paso en el mundo de la filosofía y hace lo que para la época podría decirse un doble programa. Es ahí donde encuentra uno de sus profesores más queridos, Diego Pineda, quien se convierte un guía en su desarrollo profesional y personal. La maravilla filosófica le procuró un tiempo de distanciamiento frente al derecho, la posibilidad de verlo desde lejos y sanar el vínculo; así como un espacio para fortalecer las competencias de lectura metódicas que lo ponían en un nivel diferente. Como estudiante siempre fue juicioso, primera fila, uno de los cinco mejores promedios: un nerd amante de los libros. Entre los profesores que más recuerda están: José Armando Bonivento en Civil, Javier Bonivento, Carlos Álvarez Pereira fundador de la Escuela de Derecho Laboral, Gaitán Mahecha en Penal, Diego Pineda y Jaime Rubio en Filosofía.
De las cosas que más le gusta hacer es leer. Totalmente atrapado por Gabriel García Márquez, gran lector de su obra y de su vida. También menciona el gusto por Leonardo Padura , Juan Gabriel Vázquez, el dominicano Junot Díaz, Kafka y Faulkner. Gran amante de las ‘conversaciones largas’, a las que señala como un evento especial con amigos. Asegura que conversar es conocerse, enfrentarse, pensar lo que el otro está diciendo, encontrarse después y retomar las ideas. En el plan no le puede faltar ni un buen vino o café. El amor y la música son otros de sus grandes placeres, entre los cuales parece delirar por Charly García.
Por otro lado, cuenta que el actual decano, Julio Andrés Sampedro, llegó a finales de los 90’s -época de crisis en las prisiones- con todo un tema sobre la victimología, ligada a entender que los presos en las en esas condiciones de hacinamiento también eran víctimas de un sistema que finalmente les quita más que el derecho a la libertad. Con todo esto, y su fascinación por el derecho penal, entra a formar parte del ‘Voluntariado penitenciario’ que lo lleva a frecuentar la cárcel La Modelo. Afirma con gran conmoción, “para mí esto fue un momento de ruptura, era algo que yo estaba pidiendo. El abogado tiene que salir del edificio y tener contacto con la realidad. Cuando tu te acercas a otro que está en una situación de precariedad y te conectas con esa persona, inmediatamente lo que te devuelve es una conciencia de tu humanidad y privilegios”. Continuó por esta misma línea en los consultorios jurídicos y su trabajo de grado premiado con tesis meritoria, acerca de la historia de la prisión en Colombia. Cabe mencionar la inspiradora labor que tuvo el doctor Gaitán Mahecha en todo su proceso de formación. Recuerda con cariño que su clase era una clase de principio del Derecho Penal, en donde todo arrancaba por la libertad y la presunción de inocencia; y dice con esa característica reiteración en su hablar: “Eso a mi me pareció fascinante, eso lo aprende uno con el maestro, la forma en la que a uno se lo transmite me pareció el postulado del liberalismo más hermoso. Eso a mi, a mi me cautivó, me cautivó”.
A lo largo de su vida siempre ha tenido una relación muy estrecha con la academia. Ser profesor fue su primer trabajo y ha sido una ocupación que no ha parado de ejercer. Las primeras clases que dictó fueron Historia de la prisión, un seminario electivo; Teoría del derecho; y el capítulo sobre la pena que el doctor Gaitán le dejaba enseñar en su clase Derecho Penal, a modo de incentivo en su proceso de formación. Articulando su gusto por conectar distintas disciplinas crea una clase (electiva) de Psicoanálisis y derecho, donde la idea es generar reflexiones personales, del papel profesional y la práctica del derecho. Aunque con tristeza tuvo que abandonar la asignatura, quedaron estudiantes suyos a cargo. García es, además, el director de la Clínica jurídica de la Javeriana, proyecto que nace del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, una obra de la Compañía de Jesús, que busca plantear soluciones a la fragmentación del tejido social por causa de las guerras en este territorio. La Clínica está compuesta por un grupo variado de profesores y alumnos que trabajan unos casos con un alto grado de complejidad. Después de diez años continúa dedicando su labor en el famoso caso de la hacienda Las Pavas. A partir de ahí toda esta labor, dice haber tenido una reconexión muy onda con el litigio, pues lo maravilla la capacidad que tiene el derecho de ayudar a la gente en cualquier condición que esté, de darle una voz de aliento porque se tiene el conocimiento y el lenguaje adecuado para poder actuar en su defensa. Finalmente, hay que mencionar que también será uno de los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Sin duda, todas estas situaciones le han significado un gran compromiso y aún quedan otros muchos por venir. Para sus alumnos es innegable la energía tan brutal que le entrega a sus clases, las ganas y el amor con que transmite el conocimiento, sin dejar nunca de recalcar los principios éticos con los que debe ejercerse la profesión. Él no sólo quiere educar abogados, sino personas íntegras, capaces de mirar siempre a los ojos.
Destacando la labor Javeriana, García recuerda que en primer semestre tuvo una clase con el doctor Carlos Ignacio Jaramillo y dice haber entendido con él que la gran virtud que nos hace la mejor universidad es que somos multicolor, en todos los sentidos. Aún cuando en muchos sectores la Javeriana tenga la imagen de ser tradicionalista por venir de jesuitas, la universidad siempre ha hecho mucha conciencia de que lo que nos fortalece es el pluralismo: un lugar donde quepamos todos, donde hay un espectro amplio de pensamiento. “Nuestra tradición es que acá cabemos todos y defendemos eso”. Según él, la diferencia que hacen los abogados javerianos es que tienen una formación de liderazgo, son policromáticos porque “nosotros podemos estar en cualquier conversación, nuestra educación permite eso. Si estamos en un escenario donde la cosa se pone sociológica, tenemos qué decir. Si nos ponen en un escenario donde la discusión se torna económica, nosotros tenemos qué decir. Porque nuestra formación se ha encargado de aportarnos distintas herramientas, métodos y colores”. Asimismo, esta virtud viene acompañada por un saber escuchar. ¡Donde quiera que vaya un javeriano siempre da un paso al frente!
En FORO JAVERIANO queremos extender nuestro agradecimiento al doctor García por la labor que lleva realizando con pasión y dedicación por mucho tiempo como profesor de planta en la facultad. Invitamos a todos los estudiantes de la carrera a que lo consideren una fuente valiosa de experiencias y aprendizajes.
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