Por: Alejandra Gutiérrez
Irshad Manji es una
escritora canadiense de origen árabe y creencias musulmanas. A partir de los
atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, ha defendido la necesidad de
una reforma en el pensamiento del Islam y propone al mundo entero la necesidad
de replantear la idea de la moral a partir del coraje.
Desde la publicación
de su primer libro “El problema del Islam hoy en día”, Irshad ha venido
liderando el proyecto Ijtidah, que se resume en la iniciativa de crear un
pensamiento crítico dentro de la tradición islámica. Su segundo proyecto, un
poco más alejado del mundo musulmán, es el ya mencionado “coraje moral”, el
cual dirige desde la Universidad de Nueva York y promueve en sus
documentales y conferencias a lo largo del mundo.
En días pasados, tuve
la oportunidad de asistir a una de sus conferencias; para la mayoría de
nosotros, como occidentales, no es fácil entender las implicaciones que tiene
desafiar los postulados más tradicionales de la religión islámica, sin embargo,
las ideas de Irshad causaron tanto revuelo en el mundo islámico, que los grupos
religiosos más extremistas intentaron prohibir la llegada de sus libros y
conferencias, e incluso en Indonesia, el país con más población islámica en el
mundo, un grupo extremista irrumpió en una de sus conferencias, atentando
contra la vida de Irshad y agrediendo a la mayoría de los asistentes que allí
se encontraban.
Fue tal la convulsión que
ha provocado en el mundo islámico, que el New York times la llegó a catalogar
como “la peor pesadilla de Osama Bin Laden”. Y es que para una musulmana que se
atreve a decir que el Islam es el totalitarismo del nuevo siglo, tras el
vencimiento del nazismo y el estalinismo, el cual como ideología mata la
libertad y el secularismo y se nutre por los miedos y frustraciones de la
gente, los comentarios no pueden hacerse esperar. Lo realmente sorprendente de
las reacciones generadas, no son las reacciones en contra, tal vez lo que más
llama la atención dentro de sus conferencias, es el apoyo de muchos musulmanes
que encuentran en Manji una voz de aliento y esperanza, cuando los dogmas más
tradicionales a los cuales deben prestar observancia no son compatibles con lo
que piensan y sienten.
Irshad tiene tanto
amor por su fe, que se ve motivada a denunciar las horribles injusticias del
mundo musulmán y trae a colación la necesidad de una moral con coraje o
valentía, la cual describe como la voluntad de hablar con honestidad a la
humanidad, en la búsqueda de un bien mayor, sin importar que alguien quiera
callarla.
Lo que más sorprende y
lo que uno no alcanza a dimensionar antes de asistir a una de sus conferencias
o presenciar uno de sus testimonios, es la tensión presente entre los límites a
la libertad personal y las aspiraciones
de las personas en un mundo lleno de dogmas que sólo reprimen. Se puede decir
que Irshad da una voz de aliento a aquellas personas que creyeron que toda su
vida tendrían que callar, puesto que dentro de sus conferencias se crea el
espacio propicio para poner en evidencia no sólo las represiones y cargas con
las que debe lidiar la gente, sino
también las miles de preguntas sin respuesta respecto a dilemas morales que se
plantean en su diario vivir sobre cómo conciliar su deber de obediencia
respecto a sus creencias, los cánones familiares y sociales con sus intereses
personales sobre lo que quieren ser y lo que son.
Son muchas las
historias que pueden llegar a representar este fenómeno social al que hago
referencia, pero dentro de la conferencia en la que estuve presente me sorprendió
la historia de un musulmán que, teniendo una familia regida por ideologías extremadamente
conservadoras las cuales se constituyeron como fundamento de su crianza, no encontraba la fortaleza y el valor para decirle
a sus papas y reconocerse frente a ellos como homosexual. De manera que no sólo lo inhibía
el temor por enfrentar al mundo y tener que lidiar con la carga y presión social que se generan de manera
necesaria ante este tipo de declaraciones, sino también su preocupación por actuar
en contra de sus creencias, que son tan fuertes dentro de él, que lo hacen
sentir culpable por lo que es; y este es un temor que no sólo él siente sino
muchos otros jóvenes que no tienen su misma valentía para abrirse Irshad y
destapar su realidad.
Irsadh Manji demuestra
que el origen de todos estos males es la incapacidad de mucha gente alrededor
del mundo de respetar aquello que ellos no son o en lo que ellos no creen, lo
que da nacimiento a los grupos violentos y da una mayor visibilidad a aquellos
que no aceptan la diferencia en el otro y se adjudican la prerrogativa de
imponer su modelo del deber ser sobre los demás. Irshad enseña que hay una
forma más allá de la violencia; invita a que la gente sienta su voz de
protesta, a que las personas no callen y que juntos pongan fin a la represión,
que no sólo en el mundo islámico, sino en el mundo entero calla, somete y
esclaviza a miles y miles de personas. Finalmente Irshad nos deja como mensaje que
después de decir las cosas, la violencia ya no puede callar las ideas; el
aporte al mundo, o daño según lo podrían interpretar otros, ya está hecho.
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