miércoles, 18 de septiembre de 2013

¡El Código Civil se respeta!



Por: Sebastián Escobar Torres

Es común escuchar hoy día, en distintos círculos académicos y profesionales, expresiones despectivas y de rechazo hacia una de las más grandes producciones legislativas de la historia jurídica, es decir, nuestro Código Civil. Son varias las cátedras, los profesores y los estudiantes, con sus aires “contemporáneos”, quienes se encargan de lanzar calificaciones peyorativas a tal compendio normativo, sin respeto alguno por su invaluable contenido.

Entre sus afirmaciones aducen que este es un ordenamiento vetusto e inservible, un código que no se adapta a las necesidades que impone el tráfico jurídico en la actualidad. Pues ya lo decía con suma sapiencia el Dr. Carlos Ignacio Jaramillo en sus lecciones de historia del derecho, que para nuestras sociedades lo viejo es sinónimo de inútil y lo antiguo resulta siendo anacrónico, y que esa concepción tan nociva nos puede llevar a ignorar la excelencia y el legado de lo clásico, de lo tradicional. Pues a todos aquellos hay que recordarles que no todo lo antiguo es desechable y no todo lo nuevo es progreso.

Hoy me propongo en pocas palabras entonces, defender lo que para algunos es inútil, y es la plena vigencia y valor de nuestro Código Civil, su legado y su relevancia. Me preparo entonces para abordar con una misión que desde los albores de mis estudios jurídicos me encomendaron mis maestros de derecho privado cuando me indujeron por primera vez en sus folios, y es abogar por el respeto y la conservación de la piedra angular del derecho privado en nuestro país. A todos sus detractores les digo: ¿Cómo rechazar un compendio que tiene plasmada no sólo una serie de normas, sino que cuenta de forma casi poética la historia, el legado y el esfuerzo titánico de algunas de las más antiguas y brillantes sociedades que han pisado nuestro planeta? ¿Cómo irrespetar las instituciones esenciales del derecho privado que a lo largo de la historia lo han edificado y sustentado? ¿Cómo despreciar tan enorme creación?

A muchos se les olvida que allí están plasmadas instituciones de enorme vigencia, figuras jurídicas que de estar ausentes hoy día, llevarían al derecho a un estado inconcebible. Parece que muchos ignoran que en esta tan sapiente obra están plasmadas entre muchas otras, figuras tan indispensables como la autonomía privada, los principales contratos civiles y el reconocimiento de los elementos de su esencia y su diferencia con los demás elementos, el régimen general de la responsabilidad civil contractual y las normas base de la responsabilidad civil extracontractual, las posibilidades condicionales de resolución o cumplimiento, el primer régimen de ineficacia en general de los negocios jurídicos, las normas básicas de interpretación jurídica y en especial de la interpretación contractual, los distintos negocios jurídicos y la clasificación de sus obligaciones y en fin, un sinnúmero de instituciones que sustentan la existencia y funcionamiento del derecho privado en Colombia.

Por ser la base esencial de esta rama del derecho y por permear con un fuerte legado nuestro ordenamiento jurídico, debemos respetarlo y estudiarlo con cautela. Debemos valorarlo y analizarlo, pero no hacerlo a rajatabla y sin criterio, sólo por estar lleno de tradición. Hay que valorar todas sus normas con una orientación y un sentido de actualidad, entendiendo su contenido de forma paralela a la realidad jurídica y a sus exigencias. Es claro que las normas constantemente deben ser modificadas para que puedan adaptarse a su entorno y por eso, respetando el legado de este código, debemos estudiarlo con un criterio de actualidad objetiva, y junto a nuestro estatuto mercantil vigente, propugnar por la consolidación de un ordenamiento jurídico privado fuerte y armónico. El código civil se respeta, y debemos empezar acá, en nuestra casa, en la Javeriana.





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