martes, 7 de mayo de 2013

Si nos detenemos a pensar…


“En cambio, a los demás hombres se les escapa cuanto hacen despiertos, al igual que olvidan cuanto hacen dormidos” - Heráclito

Por: Julián Trujillo Guerrero – IV semestre

Durante las últimas semanas tuve noticias sobre la muerte, y al haber sido la de personas cercanas, supe también de una pregunta que siempre se da ante este evento: ¿cómo murió? ¿Lo hizo sereno, en paz, con tranquilidad? Pero, porque no imagino experimentar la muerte y mucho menos poder contar cómo fue, otra cuestión me intrigó, la de la vida del difunto: ¿cómo vivió? ¿Si la tuvo, en qué encontró la felicidad?

Y no crean que la pregunta sobre la vida de alguien se dirigió a saber si vivió como a mí me hubiera gustado que lo hiciera. Me alejo de eso, y de los libros de supermercado que, por ejemplo, hablan del camino seguro para llegar a tener la empresa perfecta, la pareja ideal; de la fórmula para el éxito, para la vida, para ser felices… Me aparto, porque significa pasar por alto que la felicidad y el pensar están en un no tener siempre las respuestas, ni en seguir instrucciones para llegar a tal o cual resultado. Tales recetas olvidan, o no lo saben ni lo sospechan, que la persona puede enriquecer su manera de vivir abriendo la mirada, cambiando el lente, no creyendo que todo pueda dominarse.

¿Por qué ese afán por dominarlo todo? Ocurre que los hombres y mujeres, desde la ciencia moderna, tienen una extraña posición. Piensan predominantemente para solucionar problemas y calcular resultados rápidamente, a partir de unas circunstancias dadas. Así, como lo presentó Heidegger en su discurso Serenidad, se genera una relación técnica con el mundo en la que éste no es más que una  objeto fuente para obtener los tan celebrados triunfos de las ciencias. El problema no es economizar, pues en gran medida se necesita encontrar el medio perfecto para resolver las dificultades prácticas de las ciudades, por ejemplo. El problema es asumir que toda la realidad está cubierta por esta visión, en dar por hecho que nada se le oculta, que el camino ya está trazado y que todo está o puede estar bajo control, solo es cuestión de hacer los ajustes y apretar bien las tuercas.

Un ejemplo es que a los filósofos, a los que leen ficción y a los artistas (como por reducir la lista de bichos raros) se los mira, las más de las veces, como locos que no tienen los pies en la tierra y que andan perdidos mirando a las estrellas. ¡Claro! Como no están resolviendo problemas y problemas. Así, los normales, esos que sí piensan, dicen que los filósofos se la pasan generando preguntas y dolores de cabeza. Sino mírenles las fachas, los relojes baratos, las ojeras. ¡Y es que hasta en bus andan!

La mirada técnica hace que la vida se mueva con respuestas que acaban con la capacidad de asombro, que se le escapan al pensar reflexivo y hacen, como ya se dijo, una lista de instrucciones que permitan vivir en un escenario seguro.

Dije líneas arriba que es una posición extraña porque, siendo el pensar lo más próximo a los seres humanos, lo propio de su naturaleza, pareciera encontrarse dormido y lejano. Se trata, entonces, para volver a lo próximo, de llegar liberados a lo que ocurre a nuestro alrededor y no tener los resultados a la vista, de estar abiertos hacia el misterio y hacer un giro a un mundo que no esté numerado y calculado en todos sus aspectos. Por más trillado que suene, significa buscar el sentido a lo que en cada momento ocurre y huir, en cambio, del empobrecimiento que la técnica puede generar. En otras palabras, en asumir que el mundo no es algo disponible y cerrado del que todo se puede saber y, por el contrario, entender a la verdad como un proceso dinámico, pero sereno, que consiste en develar lo que las cosas son en cada ocasión. ¡Tener ojos para ver lo que ocurre, buscar su sentido, y no sólo para usar los esquemas!

Qué triste reducir, por ejemplo, el amor a la mirada esquemática, cuando éste siempre se presenta y nos sorprende de diversas maneras. Qué metódico e insípido andar prevenidos sobre lo que nos pueda pasar, negándonos a explorar lo que no esté en los manuales.  

Espero con sinceridad que los que murieron las semanas pasadas hayan sido felices con una vida entregada a las posibilidades. Por mi parte, estoy haciendo un esfuerzo por salir del camino del progreso y reconocer otros. Así sea visto equivocadamente como el que vuela a las estrellas, cuando esté, realmente, intentando estar en lo más cercano.

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