“En cambio, a
los demás hombres se les escapa cuanto hacen despiertos, al igual que olvidan
cuanto hacen dormidos” - Heráclito
Por: Julián Trujillo Guerrero – IV semestre
Durante las
últimas semanas tuve noticias sobre la muerte, y al haber sido la de personas
cercanas, supe también de una pregunta que siempre se da ante este evento:
¿cómo murió? ¿Lo hizo sereno, en paz, con tranquilidad? Pero, porque no imagino
experimentar la muerte y mucho menos poder contar cómo fue, otra cuestión me
intrigó, la de la vida del difunto: ¿cómo vivió? ¿Si la tuvo, en qué encontró
la felicidad?
Y no crean que
la pregunta sobre la vida de alguien se dirigió a saber si vivió como a mí me
hubiera gustado que lo hiciera. Me alejo de eso, y de los libros de supermercado que, por ejemplo, hablan del camino seguro
para llegar a tener la empresa perfecta, la pareja ideal; de la fórmula para el
éxito, para la vida, para ser felices… Me aparto, porque significa pasar por
alto que la felicidad y el pensar están en un no tener siempre las respuestas,
ni en seguir instrucciones para llegar a tal o cual resultado. Tales recetas
olvidan, o no lo saben ni lo sospechan, que la persona puede enriquecer su
manera de vivir abriendo la mirada, cambiando el lente, no creyendo que todo
pueda dominarse.
¿Por qué ese
afán por dominarlo todo? Ocurre que los hombres y mujeres, desde la ciencia
moderna, tienen una extraña posición.
Piensan predominantemente para solucionar problemas y calcular resultados
rápidamente, a partir de unas circunstancias dadas. Así, como lo presentó
Heidegger en su discurso Serenidad,
se genera una relación técnica con el mundo en la que éste no es más que
una objeto fuente para obtener los tan
celebrados triunfos de las ciencias. El problema no es economizar, pues en gran
medida se necesita encontrar el medio perfecto para resolver las dificultades
prácticas de las ciudades, por ejemplo. El problema es asumir que toda la
realidad está cubierta por esta visión, en dar por hecho que nada se le oculta,
que el camino ya está trazado y que todo está o puede estar bajo control, solo
es cuestión de hacer los ajustes y apretar bien las tuercas.
Un ejemplo es
que a los filósofos, a los que leen ficción y a los artistas (como por reducir
la lista de bichos raros) se los mira, las más de las veces, como locos que no
tienen los pies en la tierra y que andan perdidos mirando a las estrellas. ¡Claro!
Como no están resolviendo problemas y problemas. Así, los normales, esos que sí
piensan, dicen que los filósofos se la pasan generando preguntas y dolores de
cabeza. Sino mírenles las fachas, los relojes baratos, las ojeras. ¡Y es que hasta en bus andan!
La mirada técnica hace que la vida se mueva con respuestas
que acaban con la capacidad de asombro, que se le escapan al pensar reflexivo y
hacen, como ya se dijo, una lista de instrucciones que permitan vivir en un
escenario seguro.
Dije líneas
arriba que es una posición extraña porque, siendo el pensar lo más próximo a
los seres humanos, lo propio de su naturaleza, pareciera encontrarse dormido y
lejano. Se trata, entonces, para volver a lo próximo, de llegar liberados a lo
que ocurre a nuestro alrededor y no tener los resultados a la vista, de estar
abiertos hacia el misterio y hacer un giro a un mundo que no esté numerado y
calculado en todos sus aspectos. Por más trillado que suene, significa buscar
el sentido a lo que en cada momento ocurre y huir, en cambio, del
empobrecimiento que la técnica puede generar. En otras palabras, en asumir que
el mundo no es algo disponible y cerrado del que todo se puede saber y, por el
contrario, entender a la verdad como un proceso dinámico, pero sereno, que
consiste en develar lo que las cosas son en cada ocasión. ¡Tener ojos para ver lo que ocurre,
buscar su sentido, y no sólo para usar los esquemas!
Qué triste reducir, por ejemplo, el amor a la mirada
esquemática, cuando éste siempre se presenta y nos sorprende de diversas
maneras. Qué metódico e insípido andar prevenidos sobre lo que nos pueda pasar,
negándonos a explorar lo que no esté en los manuales.
Espero con sinceridad que los que murieron las semanas
pasadas hayan sido felices con una vida entregada a las posibilidades. Por mi
parte, estoy haciendo un esfuerzo por salir del camino del progreso y reconocer
otros. Así sea visto equivocadamente como el que vuela a las estrellas, cuando
esté, realmente, intentando estar en lo más cercano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario