Me alejo del
reconocimiento de Bogotá como Ciudad Creativa de la Música, pero aprovecho para
decir, a propósito de éste, que no es posible que el estadio de futbol y un
parque público sean los mejores escenarios para llevar a cabo nuestros
conciertos.
Por:
Juanita Fonseca Duffo
En esta época de
caos, en la que Bogotá se ha convertido en el lugar en el que ninguno de
nosotros quiere vivir, me encontré con la sorpresa de que el 7 de marzo de este
año, cumplió la ciudad su primer aniversario como Ciudad Creativa de la Música
de la UNESCO. No sé cuántos de ustedes saben, pero por la poca información que
encontré en los principales medios de comunicación nacionales y locales, pude
concluir que muchos, al igual que yo, no tenían ni idea. Tampoco sé qué tan
importante sea la distinción, ni hasta qué punto retrate la realidad capitalina
en términos musicales. Lo que sí sé es que, como bogotana, tengo el deber de
dar a conocer los datos que la Orquesta Filarmónica de Bogotá, como responsable
de la candidatura ante la UNESCO, recolectó en su estudio “Bogotá Musical City”. En el estudio se
describen las principales razones por las que esta ciudad debía ser parte del
grupo conformado por Sevilla, Bolonia, Glasgow y Gante.
En primer lugar, existe
una gran diversidad en la actividad musical que se presenta en la ciudad,
abarcando numerosos géneros. Las cifras muestran cómo los favoritos son la
música clásica y el rock. De acuerdo con esto, en 2008 el 20,67% de los
conciertos ofrecidos fueron de música clásica, y el 15,81%, de rock. Tras éstos
estuvieron la salsa, la electrónica y la música colombiana tradicional, con el
8% cada uno. Esta diversidad también se predica de las agrupaciones de la
ciudad, que son el resultado de híbridos sonoros que combinan los sonidos del
país y del continente, con renovación y creación en el ambiente.
Además, la ciudad
cuenta con 348 escenarios musicales que se distribuyen en 19 de las 20
localidades que la conforman, estando el 64% de éstos en el centro de la
ciudad, en La Candelaria, Teusaquillo, Santa Fe y Chapinero. También ha aumentado
la producción creativa en Bogotá, con lo cual se ha estimulado el consumo de
espectáculos en vivo, tanto gratuitos como pagados. De esta manera, entre los
años 2005 y 2007, los espectáculos nacionales y de carácter internacional
aumentaron en un 27,5%, así como, entre 2005 y 2010, los recitales y conciertos
privados se triplicaron. Igualmente, las ganancias en los conciertos han
aumentado, pues, en 2007, solo cuatro recaudaron recursos por encima de $00 mil
dólares, mientras que en 2009, 18 eventos superaron esta cifra. En cuanto a la
movilización en masa del público bogotano, entre 1995 y 2011 cerca de 4.900.000
personas asistieron a los Festivales al Parque. Estas cifras constatan que la
expresión artística preferida por los bogotanos es la música, como lo demuestra
también la contundente respuesta dada por el 75,47% de los encuestados por la
Orquesta Filarmónica.
Por otro lado, se
encuentran aproximadamente 40 empresas que rentan equipos especializados para el sonido de grandes conciertos, así como
más de un centenar lo hacen para espectáculos medianos. Así mismo, mientras que
en 1990 no existían más de 20 estudios de grabación, en la actualidad hay 69,
profesionales y semiprofesionales, algunos de los cuales son reconocidos
incluso a nivel latinoamericano, como el Centro Ático de esta Universidad
Javeriana.
Pese a los
resultados positivos en el campo musical, tanto el gobierno distrital como los
ciudadanos tenemos el reto de fortalecerlo. En este sentido, está en marcha la
construcción del Plan Distrital de Música, que busca unir a todos los agentes
de este sector con el fin de presentar mejores espectáculos. Además, se busca
conformar el Sistema Distrital de Formación Musical, para que más de 12.000
niños se integren a la educación musical. De igual manera, se encuentra, dentro
de los principales objetivos, el de crear y fortalecer los escenarios para la
música, que contemplan, desde la conformación de redes musicales por género,
hasta la adecuación y establecimiento de nuevos mega escenarios para shows
musicales de gran formato.
Creo que esto último
merece mayor atención. Sobre todo porque, según la UNESCO, la música en Bogotá
debe ser una herramienta para el progreso socioeconómico y la promoción de la
diversidad cultural a nivel nacional e internacional, y esto será difícil de
lograr si los bogotanos no tenemos un lugar digno y adecuado para espectáculos.
Me desvío del reconocimiento, pero aprovecho para decir, a propósito de éste,
que no es posible que el estadio de futbol y un parque público sean los mejores
escenarios para llevar a cabo nuestros conciertos.
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