martes, 7 de mayo de 2013

MI VILLANO FAVORITO

Un nuevo gobernante acapara las noticias mundiales amenazando con un inminente ataque nuclear. Sin embargo, nadie está escondido en los sótanos ni gritando auxilio. A nadie parece importarle. ¿Por qué nadie le pone atención?

Por: Santiago Osorio Salazar

Al parecer, el mundo se ha llenado en este siglo de locos gobernantes, sobre todo en nuestro continente. Es como si nuestra extensa selva amazónica albergara una nueva cepa de insectos encargados de esparcir la locura; sin embargo, parece también que dichos insectos no buscaran el dulce o las boronas, sino el poder, como bichos trepadores. Su primera víctima letal fue Hugo Chávez, gracias a quien descubrimos dicho espécimen, pues sin sus continuas sesiones de canto, sus acertadas teorías sobre el Play Station 3 como instrumento de espionaje de los Estados Unidos y su destacada teoría sismológica sobre el terremoto de Haití, que se lo atribuyó a ese mismo país, no habríamos podido llegar a la conclusión de ésta nueva cepa de insectos mortales.

Todo parece indicar que, siendo Chávez su primera víctima, ha sido el responsable de la proliferación de esta locura a lo largo del continente: Se la pegó a Evo Morales en el transcurso de su largo amorío, a Rafael Correa para asegurar su fidelidad luego de financiar ampliamente su campaña, y sin duda ha llegado a Cuba dicho mosquito inmiscuido en alguno de los millones de barriles de crudo que Venezuela envía a la isla. El último infectado ha sido Maduro, quien resultó ser un ornitólogo con un sexto sentido magnífico, aunque yo le atribuyo la confusión del pajarito a la que he llamado la gripe loca.

Afortunadamente, la difusión de esta cepa de animalitos no ha causado mayor daño en América Latina, ya que nuestros gobernantes no gozan de suficiente poder como para cometer locuras que vayan más allá de una huelga de hambre, de un gran repertorio musical con una voz caótica, de amenazas como el ladrido de un pincher, o de una gran imaginación para sobrenombres tan divertidos como Mister Danger.

No obstante, éste espécimen suramericano ha surcado su camino hasta las lejanías asiáticas –dejando su rastro en el Medio Oriente- aterrizando en Corea del Norte y soslayando su hermetismo, cosa que pocas especies occidentales han logrado, como Mickey Mouse, que fue recientemente aceptado.

No hace falta decir que la nueva víctima es el líder supremo de Corea del Norte, el veinteañero Kim Jung-un, sucesor de Kim Jong-il. Este enigmático personaje ha dado mucho de qué hablar por estos días (síntoma indudable de la gripe loca) por su programa nuclear y su declaración de guerra a Estados Unidos, Corea del Sur y a sus aliados. Sin embargo, nadie parece estar refugiado en los sótanos, ni siquiera en la vecina Corea del Sur, ante un inminente ataque nuclear. Nadie se lo toma en serio. ¿Por qué? ¿Será su juventud, su exótico peinado que nosotros llamamos coloquialmente “el siete”, o que su elección se dio por descarte (uno de sus hermanos fue descartado por ser sorprendido con un pasaporte falso viajando a Disney y otro por afeminado)? La verdad es que yo no lo culpo. Cada amenaza me suena a la de un niño gordito y malcriado que quiere hacerse oír y demostrar que sí es capaz de ser un líder como su padre, así tenga que destruir Disney, su lugar favorito según dicen.

Además, tiene que darse a conocer: Es un personaje rodeado de misterio, propiciado por el misterioso régimen. De él solo se sabe la información que el mismo gobierno ha difundido, en la cual lo pintan como un superhombre superdotado y políglota, y lo llaman “brillante camarada”, información que muy probablemente es falsa en cierta medida; incluso se cree que tratan de aumentar su edad. Pero por otro lado se conoce, por los testimonios de sus compañeros en Suiza donde estudió de incógnito, que ama el básquet, las películas de acción y los videojuegos. Tiene que entrar pisando fuerte.

Aunque se ha considerado que sus amenazas son una estrategia para forzar a Estados Unidos y Corea del Sur a reiniciar diálogos con su país, y así levantar las sanciones que le han sido impuestas por sus riesgosas pruebas nucleares, a mi no me parece. Qué hago, cuando lo veo en las noticias nunca puedo evitar acordarme de los ratoncitos Pinky y Cerebro, cuya meta eterna era conquistar el mundo, siendo su morada un pequeño laboratorio. Debe ser la gripe loca hablando.

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