Por: Santiago Osorio Salazar
Al
parecer, el mundo se ha llenado en este siglo de locos gobernantes, sobre todo
en nuestro continente. Es como si nuestra extensa selva amazónica albergara una
nueva cepa de insectos encargados de esparcir la locura; sin embargo, parece
también que dichos insectos no buscaran el dulce o las boronas, sino el poder,
como bichos trepadores. Su primera víctima letal fue Hugo Chávez, gracias a
quien descubrimos dicho espécimen, pues sin sus continuas sesiones de canto,
sus acertadas teorías sobre el Play Station 3 como instrumento de espionaje de
los Estados Unidos y su destacada teoría sismológica sobre el terremoto de
Haití, que se lo atribuyó a ese mismo país, no habríamos podido llegar a la conclusión
de ésta nueva cepa de insectos mortales.
Todo
parece indicar que, siendo Chávez su primera víctima, ha sido el responsable de
la proliferación de esta locura a lo largo del continente: Se la pegó a Evo
Morales en el transcurso de su largo amorío, a Rafael Correa para asegurar su
fidelidad luego de financiar ampliamente su campaña, y sin duda ha llegado a Cuba
dicho mosquito inmiscuido en alguno de los millones de barriles de crudo que
Venezuela envía a la isla. El último infectado ha sido Maduro, quien resultó
ser un ornitólogo con un sexto sentido magnífico, aunque yo le atribuyo la
confusión del pajarito a la que he llamado la gripe loca.
Afortunadamente,
la difusión de esta cepa de animalitos no ha causado mayor daño en América
Latina, ya que nuestros gobernantes no gozan de suficiente poder como para
cometer locuras que vayan más allá de una huelga de hambre, de un gran
repertorio musical con una voz caótica, de amenazas como el ladrido de un
pincher, o de una gran imaginación para sobrenombres tan divertidos como Mister Danger.
No
obstante, éste espécimen suramericano ha surcado su camino hasta las lejanías
asiáticas –dejando su rastro en el Medio Oriente- aterrizando en Corea del
Norte y soslayando su hermetismo, cosa que pocas especies occidentales han
logrado, como Mickey Mouse, que fue recientemente aceptado.
No
hace falta decir que la nueva víctima es el líder supremo de Corea del Norte,
el veinteañero Kim Jung-un, sucesor de Kim Jong-il. Este enigmático personaje
ha dado mucho de qué hablar por estos días (síntoma indudable de la gripe loca)
por su programa nuclear y su declaración de guerra a Estados Unidos, Corea del
Sur y a sus aliados. Sin embargo, nadie parece estar refugiado en los sótanos,
ni siquiera en la vecina Corea del Sur, ante un inminente ataque nuclear. Nadie
se lo toma en serio. ¿Por qué? ¿Será su juventud, su exótico peinado que
nosotros llamamos coloquialmente “el siete”, o que su elección se dio por
descarte (uno de sus hermanos fue descartado por ser sorprendido con un pasaporte
falso viajando a Disney y otro por afeminado)? La verdad es que yo no lo culpo.
Cada amenaza me suena a la de un niño gordito y malcriado que quiere hacerse oír
y demostrar que sí es capaz de ser un líder como su padre, así tenga que
destruir Disney, su lugar favorito según dicen.
Además,
tiene que darse a conocer: Es un personaje rodeado de misterio, propiciado por
el misterioso régimen. De él solo se sabe la información que el mismo gobierno ha
difundido, en la cual lo pintan como un superhombre superdotado y políglota, y
lo llaman “brillante camarada”, información que muy probablemente es falsa en
cierta medida; incluso se cree que tratan de aumentar su edad. Pero por otro
lado se conoce, por los testimonios de sus compañeros en Suiza donde estudió de
incógnito, que ama el básquet, las películas de acción y los videojuegos. Tiene
que entrar pisando fuerte.
Aunque
se ha considerado que sus amenazas son una estrategia para forzar a Estados
Unidos y Corea del Sur a reiniciar diálogos con su país, y así levantar las
sanciones que le han sido impuestas por sus riesgosas pruebas nucleares, a mi
no me parece. Qué hago, cuando lo veo en las noticias nunca puedo evitar
acordarme de los ratoncitos Pinky y Cerebro, cuya meta eterna era conquistar el
mundo, siendo su morada un pequeño laboratorio. Debe ser la gripe loca
hablando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario