Una
Vida de Servicio
Por
Juan Camilo Jiménez Valencia.
“La
Verdad de ayer no es la de hoy, la que deberá, a su turno, ceder el lugar a la
de mañana.”
A mi juicio, esta frase de Louis Josserand es perfecta para hacer alusión al actual
Ministro del Interior, Fernando Carrillo Flórez, abogado socio-economista de la
Javeriana que se ha preocupado siempre por servir, y en esa medida ha generado
grandes cambios no solo en las personas que hemos tenido el honor de conocerlo,
sino también en la historia de un país. Sin más preludios, me permito presentar
un perfil menos técnico y más humano de este gran hombre.
Carrillo fue el
cuarto de cinco hijos de una pareja de médicos, y su familia, en gran parte,
estaba integrada por galenos, dice que fue eso lo que siempre le generó la
vocación de servicio a los demás con la que vive diariamente. Fue por esto que
en su bachillerato consideró estudiar medicina pero después entendió que el
derecho podía proporcionarle herramientas más efectivas para propiciar cambios
en la sociedad, como él mismo lo relató.
Ya habiendo decidido
ser abogado debía entonces escoger cuál iba a ser su alma máter. La decisión
oscilaba entre el Rosario y la Javeriana, debido a que dentro de sus opciones
no estaba la Universidad de Los Andes, la cual, a su juicio, en ese momento no
tenía un perfil muy caracterizado. Carrillo nos confesó que al momento de tomar
la decisión optó por El Rosario.
En este punto sería
absurdo, además de inocuo, preguntarse si se trató del destino, de un milagro,
o de una simple coincidencia, pero lo cierto es que en la noche de grado de
bachiller del Liceo de Cervantes, Fernando Carrillo recibió una llamada del
Padre Gabriel Giraldo. El Padre le comentó que había sido el mejor examen de
admisión de la facultad, lo invitó a ser un abogado javeriano, y le comentó que
debería tener en cuenta que en la Javeriana podía estudiar derecho y socio-economía
al tiempo. Carrillo nos relató: “Me gustó
mucho el gesto del Padre Giraldo y al día siguiente a las 8 de la mañana fui a
matricularme a la Javeriana”. Aunque en ese momento él no lo sabía, había
comenzado una relación de amistad que cambiaría su vida.
Terminando primer
año de Derecho se unió al Movimiento Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán
(también abogado javeriano) y pronto se volvió el coordinador de las Juventudes
Galanistas cuya principal misión era imprimirle nuevamente ética a la política.
Desde aquella época ya sus éxitos se iban forjando pues logró que una
disidencia del partido liberal carnetizara a 6.000 estudiantes (alrededor de la
mitad de los estudiantes de la universidad en aquel entonces) en una
universidad por excelencia conservadora. Gran parte de su triunfo, según él, se
debió a la protección y apoyo que siempre tuvo del decano Gabriel Giraldo,
quien no dejó nunca que nada le pasara.
Carrillo fue uno de
los primeros javerianos en sostener la importancia de especializarse en Estados
Unidos, ya que lo normal era que los abogados javerianos migraran a tierras francesas.
Él fue a Boston a perfeccionar su inglés mientras hacía unos cursos de derechos
humanos, después aplicó y pasó a una maestría de Derecho Público y Finanzas
Públicas en la Escuela de Derecho de Harvard.
Tras finalizar sus
estudios en el exterior volvió al país y sufrió en carne propia la muerte de Luis
Carlos Galán. A la semana de su asesinato, en agosto de 1989, convocó en
conjunto con otras personas una marcha que generó un movimiento estudiantil muy
poderoso, que a su vez desencadenó en lo que hoy estudiamos como “El Movimiento
de la Séptima Papeleta”. Como todos sabemos, éste logró la reivindicación del
poder constituyente primario, el pueblo, y se instauró una Asamblea Nacional
Constituyente que dio lugar a nuestra Constitución Política de 1991.
Carrillo fue el
candidato de los estudiantes para la Asamblea Nacional Constituyente, logró
ganarse una curul y fue elegido como Presidente de la Comisión de Justicia
teniendo apenas 26 años. Tras su desempeño en éste proceso, y por su excelente
currículum fue nombrado como Ministro de Justicia con tan solo 28 años.
A tan corta edad
tuvo que enfrentar grandes retos que superó de manera excepcional, entre otros,
tuvo que desarrollar legislativamente las nuevas instituciones de la Justicia
Colombiana que instauró la Constitución de 1991; la Fiscalía General de la
Nación, El Consejo Superior de la Judicatura, y La Defensoría del Pueblo. Por
supuesto, aun cuando no es una institución sino una figura jurídica, tuvo que
desarrollar la implementación de la tutela como mecanismo de protección de los
derechos fundamentales.
Lastimosamente, su
pasión por la academia lo obligó a renunciar al Ministerio y volvió a Harvard,
esta vez para estudiar Administración Pública en la Escuela de Gobierno de
dicha Universidad. Cuando se encontraba adelantando su doctorado en Política
Económica y Gobierno, también en Harvard, el presidente del Banco
Interamericano de Desarrollo le pidió que trabajara allí implementando
programas de reforma judicial en América Latina. Muy inocentemente decidió
trabajar por un verano en el BID y terminó dedicándole 15 años de su vida.
Con respecto al tema
de Harvard, y como un regalo a todos los lectores, estipuló que la
imposibilidad de entrar a ésta Universidad es “un mito que se ha roto, y que cualquier estudiante bueno que tenga
ganas y que tenga como objetivo entrar a Harvard lo va a conseguir”. Como
recomendación para los estudiantes que busquen entrar a esta Universidad, diría
que es importante “mucha excelencia desde
el punto de vista académico, mucha diversidad en las actividades extraacadémicas,
y sobre todo, la variable más importante es la vocación de servicio público”.
Luego de una
espléndida carrera en el BID y lleno de éxitos académicos y profesionales, fue
nombrado por el Presidente Santos como coordinador del empalme del gobierno
Uribe frente al gobierno Santos. Después de esto, trabajó nuevamente en el BID
por un período de 20 meses en Brasil, hasta que el Presidente lo nombró Director de la Agencia Nacional de Defensa del Estado para poner
sus conocimientos jurídicos al servicio del país. La importancia de esta tarea implicaba apersonarse de 250.000 procesos en contra
de la Nación, cuyas pretensiones sumaban 4 veces el presupuesto nacional y dos
veces el PIB. Carrillo lideró las primeras batallas, y cuando empezaba a
vislumbrar sus primeras victorias, fue nombrado Ministro del Interior.
Él considera que,
aún hoy, con esa envidiable carrera, le falta mucho por hacer y por vivir. En
particular habla con mucha esperanza del proceso de paz, herramienta que
considera fundamental “para lograr la más
grande transformación histórica del país”. Para él, realizar esto sería su
mayor triunfo, y simplemente comenta “vamos
a ver si tenemos los astros de nuestro lado, como han estado hasta el momento”.
Fernando Carrillo
también nos contó sobre su promoción. La describe como “una de las grandes promociones de la facultad” una promoción de
transición, quizás una de las últimas del Padre Giraldo. Lastimosamente ha sido
un grupo que ha sufrido mucho por la violencia, “Jorge Andrés Arango murió en el atentado del Club El Nogal, y Beatriz
Helena Torres fue asesinada en Pereira mientras cumplía con su deber”. No
obstante las pérdidas y los duelos, ha sido siempre una promoción muy unida,
marcada con nuevos ideales, por ejemplo es la única que ha creado una beca para
financiar a estudiantes de derecho con problemas económicos. Hasta hoy, ya son
8 los Abogados Javerianos que se han beneficiado de tan noble acto conocido
como “Beca Promoción de Abogados
Javerianos de 1983.”
Con respecto a la
Beca, es importante anotar que fue idea de Carrillo, sus
compañeros nos contaron que como él no pudo asistir a la reunión de 25 años de
egresados que tuvo lugar en El Pórtico el 8 de Noviembre de 2008, les envió una
carta que fue leída en voz alta. En dicha carta les proponía crear la beca,
iniciativa que fue acogida inmediatamente.
Son tan fuertes los
lazos que unen a esta promoción que Carrillo organizó una reunión en su propia casa
con los amigos más cercanos del difunto Jorge Andrés Arango para celebrarle a
su hija Camila Arango el grado de bachiller, y contarle a viva voz cómo había
sido su padre en la Universidad. En palabras del Ministro “fue una reunión muy emocionante”.
Con respecto a la
Universidad, extraña principalmente dos aspectos. En primer lugar al Padre
Giraldo como factor de cohesión entre abogados javerianos y como un patrón de
servicio público, y en segundo lugar, dictar clases en su alma máter. Aun
cuando ha sido profesor en Los Andes, El Rosario, La Santo Tomás, La Sabana, La
Universidad Americana de Washington, El Instituto de Estudios Políticos de
París, y de la Universidad Carlos III de Madrid, señaló que “por supuesto que me encantaría volver a ser
profesor de la Javeriana (…) me gustaría volver a tener el curso que tuve en
París, un curso que se llame La Democracia”.
Antes de abandonar
la casa del Ministro tuvimos la oportunidad de preguntarle qué consejo le daría
para la vida a sus dos hijas, de 5 y 8 años respectivamente, a lo que
respondió: “Creer que los propósitos que
uno se pone en la vida se logran si uno respeta unos principios y unos valores”.
Aun cuando éste se otorgó con el amor propio de un padre, consideramos que
le puede ser de gran utilidad a cualquiera que busque una carrera exitosa e
intachable.
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