miércoles, 29 de agosto de 2012

Un Ciudadano Ejemplar


Sin duda, la vida de Hernando Yepes Arcila constituye un testimonio del valor del esfuerzo, que es justamente aquello que permite llegar a ser no sólo un destacado estudiante sino un ciudadano ejemplar dispuesto a servirle a la sociedad.

Por: Andrés Díaz Grillo

Sea lo primero señalar que el doctor Hernando Yepes Arcila es uno de aquellos colombianos que vivieron de cerca los más duros años de la violencia partidista. Su nacimiento se produjo el 6 de octubre de 1942 en Génova (Quindío). En ese entonces, el municipio no sólo hacía parte del departamento de Caldas, sino que estaba en el epicentro de los enfrentamientos entre los liberales, llamados Chusmeros, provenientes del Tolima, y los conservadores, denominados Pájaros, procedentes del Valle del Cauca.

Con nitidez, Yepes recuerda la noche en que los dirigentes de la población, incluido su padre, un serio militante del Partido Conservador, encabezaban un movimiento de autodefensa popular, esto es, un auténtico vivac ciudadano, en virtud del cual los vecinos de la comunidad esperaban armados el ataque de Modesto Ávila, un celebérrimo jefe de los Chusmeros. Finalmente, al conocer que su ofensiva no sería sorpresiva, los guerrilleros decidieron abstenerse de consumarla. Lo cierto es que la infancia de Yepes, si bien es cierto incluye gratos recuerdos, propios de esa idílica fase de la vida, también contiene imágenes de cadáveres de campesinos ignotos, así como de amigos de familia y padres de sus compañeros de juegos que eran asesinados por miembros de las filiaciones políticas en pugna.

Años después, durante su adolescencia, tuvo que enfrentar un fracaso académico que, a la postre, le sirvió de acicate para convertirse en el disciplinado hombre de estudio que todos conocemos. Tal revés tuvo lugar cuando, como era lo usual para todos los hijos de las familias acomodadas del departamento de Caldas, fue enviado a estudiar en el  Colegio de Nuestra Señora de la ciudad de Manizales. En este internado diocesano,  consumido por la tristeza y nostalgia derivada de estar separado de su entorno familiar, Yepes no logró aprobar su primer año de bachillerato. Sin embargo, gracias a semejante desilusión, una vez reiniciado el bachillerato, y particularmente desde que entró a cursar sus estudios en el Colegio San Luis de la Compañía de Jesús, se empezó a forjar la personalidad de este gran hombre reconocido por su disciplina y agudeza intelectual. Durante su permanencia en este colegio, gracias a los padres jesuitas Gonzalo Ortiz Lozano y Pedro Elías Serrano, quienes no sólo profesaban con lealtad preciosos valores y principios, sino que lograban contagiar con ellos a sus discípulos, llegó a ser un notable bachiller, acreedor de innumerables medallas, tal como lo recuerda su esposa, la doctora Ángela María Botero.

Ahora bien, no es posible entender semejante transformación, y particularmente el surgimiento en él de un reconocido amor por la lectura, sin tener en cuenta la notable influencia de su hermano mayor, Miguel, quien tenía tal vez la mejor biblioteca del municipio de Génova. Fue justamente en ese recinto, dedicado a la lectura, en donde, gracias a una obra de miscelánea, El Tesoro de la Juventud, Yepes tuvo su primer encuentro con la historia, la geografía. En fin, con las ciencias humanas. De modo que fue su hermano mayor quien le inculcó el amor por la lectura y por tanto el culpable de que hoy sea uno de los más asiduos clientes de la librería Lerner de la Calle 92. Vale anotar que según nos contó Zoraida Hernández, su diligente secretaria, este ilustre jurista puede llegar a comprar hasta 15 libros por semana.

Convertido en un destacado bachiller, le fue imposible desprenderse del ambiente político del momento. Fue así como junto con otros pocos de sus compañeros lideró, al interior de su colegio, la defensa de las ideas conservadoras de Laureano Gómez frente a las de la mayoría aglutinada alrededor de Mariano Ospina Pérez. Sin duda, fue su fascinación por la figura histórica de Gómez, que, a su vez, lo condujo a tener una inclinación temprana por la política, lo que lo llevó a iniciar en 1960 sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Caldas. Eso sí, su primera opción era nuestra facultad, pero su padre, en aras de salvaguardar su vocación, prefirió que siguiera participando de la vida del hogar en Manizales. Vale la pena destacar que nuestro conspicuo profesor no sólo fue sino que sigue siendo laureanista. Pues tal como lo reconoce: “El laureanismo es una condición que imprime carácter.” Un talante que se traduce en una preocupación constante por la moral pública. Por lo mismo, no es extraño que Yepes sea un bolivariano ferviente.

De su época como universitario Yepes recuerda con inmensa gratitud a sus profesores  César Gómez Estrada, Alberto Mendoza Hoyos, Hernando Gómez Mejía, Humberto Arango Jiménez y Ramón Marín Vargas. Abogados que no sólo participaban en la vida política departamental y nacional sino que eran eminencias en el orden científico. Fue justamente Ramón Marín Vargas, un valioso ser humano, liberal de recia militancia, quien lo introdujo, de la mano de los juristas Carré de Malberg (Con su libro Teoría del Estado) y Georg Jellinek, en el campo del derecho constitucional, que es, desde luego, la disciplina a la que le ha dedicado el mayor tiempo de su vida. 

Ahora bien, puesto que para el momento en que obtuvo su título como abogado el derecho constitucional no ofrecía una posibilidad de subsistencia, los inicios de su ejercicio profesional se dieron en el campo del derecho civil, comercial y administrativo. Sin embargo, al no haberse desprendido de su inclinación política, durante estos años también fue Concejal de la ciudad de Manizales en representación de una agrupación de jóvenes conservadores. El ejercicio de este cargo público constituyó para él, además de un altísimo honor, valga anotar que para ese entonces ésta era una actividad no remunerada, una gran experiencia. Aunque durante los tres periodos para los que fue elegido participó en diversas empresas, destaca su intervención en la gran renovación urbana de la ciudad llevada a cabo durante la alcaldía de Ernesto Gutiérrez Arango.

Precisamente el ejercicio de la profesión lo llevó a conocer a quien, para él, es el más grande constitucionalista colombiano, el doctor Carlos Retrepo Piedrahita, ínclito jurista a quien le gustó su tesis de grado, titulada “La reforma Constitucional de 1968 y el Régimen Político Colombiano”,  y quien decidió pedirle que lo acompañara en su misión como embajador de Colombia en Italia. Yepes recuerda esos años como los mejores de aquella etapa de su vida, y aun hoy cultiva sus conocimientos de italiano, leyendo tanto literatura como temas relacionados con el derecho constitucional.

Tras una larga temporada dedicada al ejercicio profesional como litigante y consultor, fue nombrado Magistrado vitalicio de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, momento que él considera como el más gratificante de su vida.  En esa época, una vez más, la política tocó a su puerta, esta vez con ocasión de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente. A ella llegó como miembro de la lista del Partido Social Conservador, encabezada por el expresidente Misael Pastrana Borrero, quien, a su juicio, fue el mejor constituyente.

Fue justamente gracias a su participación en la Asamblea que este bachiller de colegio jesuita llegó, no sólo a descubrir su vocación como docente universitario, sino que terminó una vez más en una institución educativa de la Compañía de Jesús, en nuestra universidad. Ello por cuanto fue en ese escenario que conoció al doctor Juan Carlos Esguerra, quien pertenecía a la lista del Movimiento de Salvación Nacional. Esguerra, su contradictor favorito y más frecuente en la Asamblea, fue nombrado después de la Constituyente decano de nuestra facultad y tras empeñarse en lograr que Yepes asumiera la cátedra de derecho constitucional, éste no tuvo otra opción que aceptar.

Ahora bien, su papel como destacado maestro de nuestra casa de estudios no fue un obstáculo para participar del gobierno de Andrés Pastrana, administración de la que fue Ministro del Trabajo. Con emoción, nuestro profesor destaca dos significativos logros obtenidos durante el ejercicio del cargo. El primero, haber logrado salvar a la nación de tener que atender reclamaciones fraudulentas por valor de un billón y medio de pesos en el tristemente célebre caso de Foncolpuertos. El segundo, asumir con éxito la defensa de Colombia ante el reclamo del sindicalismo mundial por el supuesto intento de exterminación de la actividad sindical.

Aun cuando una merluza negra, pescada en aguas argentinas y cocida a la brasa en el restaurante Las Lilas de Buenos Aires, un buen puchero, el libro sobre la historia del poder de Bertrand de Jouvenel o la película Doce Hombres en Pugna (en sus dos versiones) pueden hacerlo feliz, es justamente “no tener grandes deudas acumuladas a lo largo de la vida en el plano moral, tener cinco nietos, una gran esposa, inmejorables amigos y dos perros (Plutarco y Lia)” lo que resume su noción de la felicidad. Para quienes han tenido el honor de conocer a Plutarco y todavía no les han presentado a Lia, la pueden encontrar en You Tube escribiendo “Belgium Terrier”, que es justamente la raza creada especialmente para ella por la esposa del doctor Yepes.

Como lo ilustra este breve homenaje, más que un insigne jurista, Yepes es un ciudadano ejemplar empeñado en servirle a la sociedad.

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