miércoles, 29 de agosto de 2012

Crédito y Control


Llevamos buen tiempo evadiendo los perjudiciales efectos de las diferentes crisis que se han dado en el mundo, pero ya se comienzan a percibir algunas consecuencias en nuestras economías. Es indispensable preparar un plan que pueda amortiguar los golpes venideros.
Por: Sebastián Luque Charry
Es innegable que una de las peores secuelas que dejó la crisis en los Estados Unidos durante el 2008 fue la baja confianza en los mercados financieros.  Las irregularidades que versaron sobre compañías del talante de Goldman Sachs, los varios procesos por fraude y las millonarias pérdidas que dejaron regadas, generaron una seria herida en la conciencia de los inversionistas que habrá de tardarse en sanar.
Parece inversamente proporcional la ocurrencia de fenómenos de este talante con el nivel de intervención estatal sobre los sistemas financieros.  Para nadie es un secreto la tremenda flexibilidad regulatoria que se tenía para la época en que estalló la crisis hipotecaria en Estados Unidos, flexibilidad que, indudablemente, tuvo una importante incidencia sobre el problema en conjunto. La cuestión de la intervención, durante toda su historia, ha sido un tema de extrema polémica en los asuntos internos del gobierno norteamericano, y las diferentes políticas adoptadas tienen evidentes consecuencias que mueven a los sabios al bombo de la discusión.
Aquí vislumbramos ya dos temas que no pueden descuidarse en estos días; la confianza inversionista y la regulación estatal del sistema financiero.
Durante los últimos tres años, el crecimiento en la inversión ha sido considerable, y nadie puede olvidar el aplaudible primer semestre de este año que logró un aumento del 26,2% para junio con respecto al 2011, acompañado también por un crecimiento del sistema financiero que logró llegar a 789.12 billones de pesos, variación real anual de un 11,75%.[1]
No obstante, tarde o temprano, debíamos recibir el coletazo del fenómeno crítico que sufre Estados Unidos y Europa, pues en medio de una crisis como la presente, la bonanza no podía durar para siempre. La caída que sufrieron los principales indicadores de nuestro mercado de valores a mediados de este año, da clara muestra de ello.  Sin embargo, parece apresurado hablar de una posible recesión económica en estos momentos. Hablemos de un proceso de paulatina desaceleración de la economía que puede incluso prolongarse por la totalidad del segundo semestre de este año, pero de recesión, aún no. Por ello, es indispensable hacer lo posible por mantener la confianza inversionista para evitar que dicho proceso desemboque en algo peor.
El consejo no acaba con el mantenimiento de la confianza inversionista. Los buenos índices del sistema financiero deben estudiarse con beneficio de inventario. Así como el crecimiento en utilidades llegó al arriba mencionado, la tasa de morosidad también ascendió a un 22%, cifra de la cual un 35% corresponde a créditos de consumo. [2]
Recuérdese que los buenos resultados dependen también del buen trabajo que las entidades de control realicen sobre las entidades financieras. Una regulación que se mantiene firme a pesar de las bonanzas del mercado de capital, permite asegurar la estabilidad en el respaldo bancario y el buen desarrollo de la inversión.
Pues bien, un buen manejo del otorgamiento de créditos, una diversificación juiciosa de la cartera de préstamos y una regulación concreta sobre la captación de dinero, es indispensable para procurar una efectiva protección a la economía. Es ahí donde deben cumplir su papel las diferentes superintendencias y organismos de control, frenando, en la medida de lo posible, cualquier exceso en el otorgamiento de créditos cuando perciba alto riesgo de impago, con el objeto de evitar descarriados endeudamientos que conlleven a la comisión de los mismos errores que se han presentado en otros países y generando que la gente pierda la confianza y hasta aversión genere hacia su propio sistema financiero.
Los fenómenos hipotecarios en los Estados Unidos y en España, son ejemplos de un mal manejo de capital por parte del sistema bancario que termina desembocando, con el objeto de auxiliar estas instituciones, en un perjudicial corte del gasto público, afectando, en últimas, al ciudadano de a pie.


[1] Superintendencia Financiera. 15 de Agosto de 2012. Sistema Financiero Colombiano en Cifras - Junio de 2012. En, http://www.superfinanciera.gov.co/.
[2] Portafolio.co. Ganancias de la Banca crecieron169% a junio de 2012. Agosto 16 de 2012. En http://www.portafolio.co/finanzas-personales/ganancias-la-banca-crecieron-169-junio-2012

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