Este
artículo pretende mostrar cómo los mecanismos electrónicos han sido hasta ahora
ignorados como una herramienta idónea para lograr grandes cambios que podrían
beneficiar a los estudiantes.
Por:
Laura Aristizábal Borrero
Es cierto que el tan
aterrador sistema SIU deja a estudiantes sin cupo e inscribe materias no
deseadas por problemas de códigos como le sucedió a una estudiante que terminó
viendo “Cardio” los viernes de 8:00 a 10:00 de la noche en vez de ver una clase
de técnica vocal, y que de manera inexplicable nombra a los profesores como
“personal” en vez de revelar su identidad para que los estudiantes no le huyan
a algunos profesores. Este último es un problema convierte a nuestra facultad
en la única que no revela los nombres de los profesores antes de que los
estudiantes escojan las clases, cuestión que a mi modo de ver llevaría a que
los profesores se esforzaran más por ser buenos y ser pedidos ya que los
estudiantes les huyen a ellos porque les
parece mejor otro profesor y no por ser facilistas -recordemos que no se debe
presumir lo peor del estudiante-. Estos
son, pues, sólo algunos de los
inconvenientes que presenta el sistema. Ahora bien, ¿Cómo podría ser usado éste
en beneficio de la comunidad universitaria?
Grande sería el
avance en la facultad si todas las convocatorias que se hacen para que los
estudiantes participen en concursos, o para que participen en pasantías y
prácticas que ofrecen la Universidad o las diferentes firmas de abogados, se
hicieran de manera más eficiente. Con un sistema unificado, a través del cual
una convocatoria se envíe inmediatamente a todos los correos institucionales de
los estudiantes o a los correos que ellos inscriban en el sistema, como ocurre
con nuestro adorado Themisys, se superaría la costumbre de publicar este tipo
de convocatorias en unos papeles, un poco más grandes que un Post-it, que se
pegan en las carteleras al frente de la facultad.
Debemos saber en qué
bando estamos jugando, o somos la facultad tradicional en la que los
estudiantes de Derecho veían todos clases en un mismo edificio y salían en los
huecos a la cafetería y a mirar las carteleras en las que se publican las
notas, o somos la facultad que funciona por sistema de créditos en la que los
estudiantes se movilizan por toda la universidad para “interactuar” entre ellos
y en la que cada viaje se a mirar una cartelera resulta ser casi una hora más
de recorrido dentro de la Universidad. Si nos matriculamos en el primer bando,
las carteleras se convierten en el medio idóneo para informar a los estudiantes
sobre las noticias de la facultad, e incluso, sobre sus notas. Por otro lado,
si más bien nos matriculamos en el segundo, que por políticas de la Universidad
pensaría yo que es al cual pertenecemos en este momento, es evidente que no
estamos a la vanguardia.
Independientemente
de que esa movilidad estudiantil la única interacción que genere sean empujones
y roces incómodos en los ascensores del edificio 27 al mejor estilo de
Transmilenio, esas políticas que implican una nueva concepción de la facultad
requieren de forma urgente una sistematización de la información que la
Facultad debe transmitir a los estudiantes.
Escribo este
artículo intentando pensar que las convocatorias no le llegan a los estudiantes
porque el “mail de Connie” rebota o porque el estudiante no va todos los días a
investigar qué novedades hay en las carteleras. Intento pensar que todo se
trata de un problema de modernización del sistema, problema que en muchas de
las facultades se ha manejado a través del SIU, utilizado como una línea
directa entre la facultad y el correo institucional de los estudiantes, de blackboard o través de las redes sociales.
La Javeriana, como
universidad, ya está en Facebook y en Twitter, y el sistema siempre envía la
información necesaria a los correos; como facultad no nos quedemos atrás en un
sistema de carteleras, no hagamos el “oso” presentando a un sólo estudiante en
las convocatorias a pasantías de las firmas más grandes del país, mandemos a los concursos siempre a los
mejores y démosle siempre la oportunidad a todos de demostrar que lo son, no
solamente al estudiante que supo que eso existía. No nos quedemos con el
mecanismo del voz a voz, creemos una cultura en la que los medios electrónicos,
más allá de ser siempre la excusa de por qué las cosas no se pueden, sea una
herramienta a través de la cual todos los estudiantes, sin excepción, tengan el
mismo nivel de información, y por ende, de oportunidades, para acceder a todo
lo que esta facultad tiene para ofrecerles.
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