Desarme
Una medida arcaica
Foto: Andrés Flórez |
Por: Camilo
de Guzmán
Economista, Abogado, VP de Innovación en 2WAY, Excandidato a
la Cámara de Representantes por Bogotá, (twitter: @camilodeguzman)
La principal falencia de la
medida que busca promover el desarme, adoptada por la Alcaldía y la Policía a
comienzos de este año es que no soluciona el problema de raíz, que es la
criminalidad. La gran mayoría de los crímenes se cometen con armas
ilegales; es decir, su porte ya está prohibido. Efectivamente, el Alcalde Petro
sólo extiende la prohibición al porte de muy pocas armas que ya están
registradas y que además cuentan con permisos oficiales. Por eso creo que el
impacto será más mediático que real. Además de eso, la medida poco tiene de
progresista; primero, porque es medieval; y segundo, porque al acobijar a toda
la sociedad en lugar de enfocarse en los criminales es coercitiva y restringe
la libertad.
Creo que más que dar un resultado
positivo para la ciudad en términos de reducir la criminalidad, la medida será
positiva por el mensaje cultural que envía a la sociedad. Si bien defiendo la
libertad individual, considero que en los estados democráticos del Siglo XXI no
hay espacio para una ciudadanía armada, y menos en un país que aún está
estancado en un círculo vicioso de violencia y venganza. El monopolio de las
armas se lo otorgamos a la fuerza pública para que defienda el estado de
derecho. La sociedad no puede seguir tolerando a quienes buscan imponer
cambios por vías de hecho violentas. Prohibir el porte de armas envía un
mensaje claro: "acá no mandan las armas sino la ley."
No existe una solución integral a
la criminalidad. Es un problema que se debe atacar desde varios frentes de
acción. En primer lugar, es importante fortalecer a la justicia y modificar el
código de policía para poder judicializar a tantos atracadores que hoy quedan
sueltos tras ser capturados. Hoy tratamos muchos crímenes violentos como si
fueran simples travesuras pero quien realiza un atraco armado o roba un celular
con un cuchillo es un asesino en potencia y debe estar en la cárcel. En segundo
lugar, debemos apostarle a la seguridad inteligente y no a la seguridad
represiva. Invirtiendo en sistemas modernos de alumbrado, más cámaras, equipos
de análisis biométrico y radares acústicos para detectar disparos podemos
atacar al crimen con mayor eficiencia y un menor impacto sobre la libertad
ciudadana. Nuestro lema es Libertad y Orden, ¡en ese orden! En tercer lugar,
debemos invertir en la generación de más oportunidades legítimas sin descuidar
la seguridad; oportunidades para los que las quieren, mano dura para quienes
escogen el camino del crimen y la violencia. Eso sí sería progresista.
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