Contra
la cruzada de todos y todas por feminizar el lenguaje
Por: Sebastián
Solarte Caicedo
Estudiante de IV semestre
En los últimos años, ciertos
discursos han decidido casarse con la idea de “feminizar” el lenguaje, por lo
que, en lugar de hablar de “todos” o de “ellos”, hablan ahora de “todos y
todas” o de “ellos y ellas”. Esta revolución del lenguaje está siendo defendida
por grandes grupos feministas, para quienes el uso tradicional del lenguaje
constituye una seria manifestación sexista contra las mujeres, al punto de
afirmar, como lo hizo la decana de filosofía de la universidad de Alcalá de
Henares, que “cuando sólo usamos el uso genérico del masculino, hacemos
invisibles a las mujeres en el mundo, y reforzamos un pensamiento de identidad
masculino, acabamos pensando sólo en varones”.
La tendencia parece no tener
límites. En un congreso de literatura, al que asistió un conocido, hablaron de
“miembros y miembras” para referirse a los integrantes (¿e integrantas?) de un
grupo. Ante mi incredulidad cuando él me contó, decidí revisar si esta palabra
estaba siendo utilizada en nuestro lenguaje, y, aparte de encontrar blogs
ultrafeministas donde sus miembras escriben airadas quejas contra la sociedad
sexista de hoy en día, encontré un video de Bibiana Aído, exministra española
para la igualdad, quien cerró una ponencia agradeciendo a los “miembros y
miembras del comité”, palabras que son acompañadas por una sonrisa burlona que,
a mi parecer, confirman lo ridículo que resulta diversificar una palabra como
“miembros”. La palabra “miembra”, aparte de ser asonante, no existe, obedece al
deseo de querer equiparar todo lo que suene a hombre con su equivalente
femenino.
Y es que nuestro lenguaje heredó
la tradición latina de crear convenciones para generalizar grupos, sin que las
convenciones estén relacionadas con el contenido de la palabra utilizada. De
esta forma, al usar “los” como convención para referirse a “los” y “las”, se está creando un parámetro
lingüístico nada más, una convención asexuada. En ningún momento ha existido la
intención de darle un significado sexista o discriminatorio a dichos términos.
De hecho, jamás la ha tenido.
Hay algunos que
piensan que el español debe estar adaptándose a las nuevas necesidades. Estoy
de acuerdo. Sin embargo, no hay que caer en el error de dejarse llevar por
tendencias que, en lugar de adaptar el lenguaje, terminan degenerándolo. Además,
si la cruzada en pro de la mujer desea ser realmente útil, existen aspectos de
la vida donde sí se presenta una discriminación real a las mujeres, un maltrato
que no se encuentra (ni se soluciona) en el lenguaje, sino que requiere de
acciones reales por parte de la comunidad. ¿Realmente van a disminuir las
cifras de violencia intrafamiliar contra las mujeres porque en las
universidades se habla de “todos y todas”? Hay que replantear la forma como se
lucha contra la discriminación por sexos, y mientras tanto, los invito a que
naveguen por ciertos feroces blogs feministas. Resulta entretenido ver cómo se
lleva la diversificación del lenguaje al extremo.
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