jueves, 15 de marzo de 2012

Contra la cruzada de todos y todas por feminizar el lenguaje


Contra la cruzada de todos y todas por feminizar el lenguaje

Por: Sebastián Solarte Caicedo
       Estudiante de IV semestre

En los últimos años, ciertos discursos han decidido casarse con la idea de “feminizar” el lenguaje, por lo que, en lugar de hablar de “todos” o de “ellos”, hablan ahora de “todos y todas” o de “ellos y ellas”. Esta revolución del lenguaje está siendo defendida por grandes grupos feministas, para quienes el uso tradicional del lenguaje constituye una seria manifestación sexista contra las mujeres, al punto de afirmar, como lo hizo la decana de filosofía de la universidad de Alcalá de Henares, que “cuando sólo usamos el uso genérico del masculino, hacemos invisibles a las mujeres en el mundo, y reforzamos un pensamiento de identidad masculino, acabamos pensando sólo en varones”.


La tendencia parece no tener límites. En un congreso de literatura, al que asistió un conocido, hablaron de “miembros y miembras” para referirse a los integrantes (¿e integrantas?) de un grupo. Ante mi incredulidad cuando él me contó, decidí revisar si esta palabra estaba siendo utilizada en nuestro lenguaje, y, aparte de encontrar blogs ultrafeministas donde sus miembras escriben airadas quejas contra la sociedad sexista de hoy en día, encontré un video de Bibiana Aído, exministra española para la igualdad, quien cerró una ponencia agradeciendo a los “miembros y miembras del comité”, palabras que son acompañadas por una sonrisa burlona que, a mi parecer, confirman lo ridículo que resulta diversificar una palabra como “miembros”. La palabra “miembra”, aparte de ser asonante, no existe, obedece al deseo de querer equiparar todo lo que suene a hombre con su equivalente femenino.

Y es que nuestro lenguaje heredó la tradición latina de crear convenciones para generalizar grupos, sin que las convenciones estén relacionadas con el contenido de la palabra utilizada. De esta forma, al usar “los” como convención para referirse a “los” y  “las”, se está creando un parámetro lingüístico nada más, una convención asexuada. En ningún momento ha existido la intención de darle un significado sexista o discriminatorio a dichos términos. De hecho, jamás la ha tenido.

Hay algunos que piensan que el español debe estar adaptándose a las nuevas necesidades. Estoy de acuerdo. Sin embargo, no hay que caer en el error de dejarse llevar por tendencias que, en lugar de adaptar el lenguaje, terminan degenerándolo. Además, si la cruzada en pro de la mujer desea ser realmente útil, existen aspectos de la vida donde sí se presenta una discriminación real a las mujeres, un maltrato que no se encuentra (ni se soluciona) en el lenguaje, sino que requiere de acciones reales por parte de la comunidad. ¿Realmente van a disminuir las cifras de violencia intrafamiliar contra las mujeres porque en las universidades se habla de “todos y todas”? Hay que replantear la forma como se lucha contra la discriminación por sexos, y mientras tanto, los invito a que naveguen por ciertos feroces blogs feministas. Resulta entretenido ver cómo se lleva la diversificación del lenguaje al extremo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario