Internet,
SOPA y cómo cobrar lo que ha sido gratis
Por: Carlos Ignacio Arboleda
Estudiante de X semestre
Megaupload
duró cerrado por el FBI sólo unas horas antes de que por Internet circulara una
nueva dirección IP donde el sitio volvería a funcionar. La guerra de las
disqueras y la industria cinematográfica contra los sitios que permiten acceder
a sus contenidos gratuitamente está cada vez mejor. No es falso que sitios como
Megaupload le hacen cierto daño a estas industrias, pero no es menos cierto que
la culpa también la tienen ellos.
En Colombia, por poner el ejemplo
local, se podía comprar un iPod casi desde su lanzamiento. El primer iPod salió
al mercado en 2001 (¡sí, hace 11 años!) y se pudo tener uno en Colombia desde
ese momento. Sin embargo, iTunes Music Store, la plataforma para comprar música
de Apple, llegó a Colombia hace… ¡UN MES! Era muy inocente (¿o muy ignorante?)
pensar que pasaríamos 10 años comprando masivamente iPods y no bajarle música,
sino seguir comprando CD’s simplemente para pasarlos al nuevo aparato.
Muy similar es la experiencia de
las películas y las series de televisión. Hay cientos de sitios donde se pueden
ver películas y series por Internet, disponibles desde hace muchísimo tiempo, y
gratis. Pero Netflix, el pagado, el no-pirata, el que debemos usar, llegó a
Colombia a finales de 2011, y todo el que lo haya usado sabe que sigue siendo
mejor Cuevana.
Ahora, este tipo de cosas no sólo
pasan en Colombia, sino en muchos países del mundo. Multiplicar este efecto por
10 ó 20 países resulta en miles de vistas y descargas que deberían ser compras.
Ante la falta de opciones “legales” no es sorprendente que Cuevana sea el sitio
con más visitas en Latinoamérica (según enter.co) con 12 millones de usuarios
fijos mensuales.
Pero el problema no es si
pirateamos o no. El problema de las disqueras y de la industria del cine es que
ahora deben competir en un mercado que lleva al menos 10 años existiendo, y que
es gratis. Y la estrategia no puede ser peor: obligar al consumidor a cambiar,
en lugar de incentivarlo a cambiar. El
reto es desacostumbrar a millones de personas que descargan (descargamos) todo
gratis, a pagar por algo que no pagan (pagamos) hace tiempo. Es allí donde las industrias deben ser
creativas.
La industria del cine y de la
música puede ofrecer un muy buen servicio. Sólo piénselo así: usted no paga por
ver una película en Cuevana, si ésta no sirve, se quedó sin película. Si eso
pasa en un servidor de Warner Movies, Sony Pictures, etc., a ellos SÍ les va a
interesar que la película funcione. Es como bajar una canción de LimeWire que
termina dañada, ante bajarla de iTunes por un dólar, y que, si está dañada, le
devuelvan su dólar.
Si Netflix puede operar por 15
mil pesos al mes dando contenido ilimitado, ¿por qué no aprovecharlo si tiene
beneficios como servicio al cliente? Eso sí, un buen Netflix, porque el que hay
ahora en Colombia es pésimo. Un servidor de talla mundial que permita acceder a
contenido ilimitado, descargas, etc. a un precio módico es mejor competencia
que ir al Congreso de Estados Unidos a hacer lobby para que “encierren a todos
esos piratas”.
SOPA y PIPA, y ese
tipo de iniciativas, no acabarán la piratería. Las personas no van a dejar de
buscar películas y música gratis por Internet, a menos que haya una mejor
opción. Y hacia allá hay que migrar, hacia ofrecer una mejor opción. El FBI
puede cerrar mil sitios, aparecerán mil más.
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