viernes, 9 de diciembre de 2011

Frente al espejo (Crónica de una visita a la exposición "Yo seré tu espejo" de Ruvén Afanador)


Culturales - Minimalismo Barroco

Frente al espejo   

Crónica de una visita a la exposición "Yo seré tu espejo" de Ruvén Afanador

Ingresé a la exposición Yo seré tu espejo de Ruvén Afanador, y sentí que perdía el tiempo. No sé nada de fotografía. Luego se convirtió en algo fascinante; en una experiencia que recomendaría a todo aquel que me pregunte por ella.

Foto de Andrea Méndez
Por: Juanita Fonseca Duffo

¿“Minimalismo Barroco”? Lo intenté, realmente lo hice, pero no pude comprender lo que aquella extraña antítesis quería significar. Me resultó tan compleja y pretenciosa, que aunque en principio rechacé la idea de leer el artículo así titulado por Hector Abad Faciolince, luego no pude resistirme. Y después de una difícil lectura, supe que tendría que asistir yo misma a la exposición del fotógrafo colombiano Ruvén Afanador, Yo seré tu espejo, para descifrar a través de mis ojos, aquel trabalenguas que Abad describió como contradictorio, por medio de sus palabras publicadas.

Mi ingreso al MAMBO- Museo de Arte Moderno de Bogotá, cuyo nombre aclaro por solidaridad con aquellos de ustedes que no lo sabían- fue aterrador. A lo lejos pude ver fotos y fotos en blanco y negro, que debido a mis  conocimientos nulos en fotografía, me parecían idénticas entre sí.  Me sentí ridícula, en un lugar completamente equivocado. Sin embargo, al acercarme, el panorama cambió por completo. Empezaba a camuflarme entre aquellos artistas con atuendos de colores que parecían apreciar cada obra a la perfección, y pude asumir el espectáculo.  Estaba caminando por la alfombra roja de los Oscar. Entre Pedro Almodóvar, Quentin Trantino, Oprah Winfrey, Gabriel García Márquez, Monica Belucci, Hilary Clinton, Diana Ross, , yo era una invitada más, de aquellos  80 íconos que encajaban en cada uno de los  marcos negros colgados en la pared. Pero luego de tener esta impresión, supe que  nunca antes había visto a estos personajes de la manera en que Afanador me los presentaba. Su extravagancia, su vanidad, habían quedado encerradas en las casas hollywoodenses de sus propietarios. Ante mis ojos se encontraban seres humanos desprendidos de sus ambiciones profesionales y de su prestigio. Su levedad, su naturalidad, me resultó impactante. Cada imagen me daba la sensación de encontrarme en  el ámbito de lo esencial, del rechazo a los excesos. Cada escena representaba una situación difícil de comprender, siempre cargada de dramatismo.  Y este efecto me hizo entender que la  intimidad cobró con la exposición,  un sentido renovado..

Es evidente que la situación fue paradójica: el reconocimiento se hacía evidente, pero también resaltaba la pureza, la simplicidad. La exhibición se convertía en la  narración de las fragilidades y emociones de cada personaje, logrando un escenario lleno de reconocidos extraños, cuya extrañeza recae en lo vulnerables que por primera vez se presentaron ante aquellos quienes los  observábamos con cautela. Y lo mismo sucedía en el campo técnico. A primera vista,  la nitidez visual permitía inferir que no hubo mayor esfuerzo en las tomas presentadas por el fotógrafo. Sin embargo, los  muchos grises, los contrastes, los detalles de las facciones y vestuarios, son evidencia de la perfección técnica de afanador, que impregnó a cada  obra de un color único.

Quizá lo más interesante de la exposición Yo seré tu espejo de Ruvén Afanador es que la cámara,  pese a sus ruidos y luces, deja de ser, según lo demuestra cada obra,  más que un  objeto de reflexión del cuerpo que está ante ella. Cada imagen rompe con la rutina y plantea una realidad  irreal- por más redundante que suene- que permite acercarse a la intimidad de los modelos de Afanador, de una manera sublime.  La humanidad de cada uno sale a flote, resaltando que el reto para quién es fotografiado, es romper con la idea que tenemos los “mortales” sobre él, para darle sentido al drama que le exige  cumplir  su fotógrafo.

Frente a los ojos de los demás,  no somos más que imágenes,  reproducciones de lo que la mente logra identificar como rasgo característico según un lugar, un estrato social y  ciertas posibilidades económicas. Pero cuando nos miramos al espejo, sucede algo diferente. Cada vez que acudimos al acto de enfrentar nuestro reflejo,  redescubrimos gestos, detalles que nadie más que nosotros mismos, puede ver. Y cuando volvemos a estar acompañados por otros espectadores, se esfuma esa idea auténtica de lo que somos. El reconocimiento que merece Afanador, es representar una escena en la cual los personajes están frente a nosotros, como si fuéramos su propio espejo. Aplausos para él. Y mi gratitud a Hector Abad Faciolince, por haber propuesto un título altamente indescifrable para su texto, que me permitió interpretar las obras sin su ayuda. Dichosos quienes tuvimos la oportunidad de asistir a la exposición

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