lunes, 12 de diciembre de 2011

Del derecho de Alí Babá sobre los tesoros encontrados, el iusnaturalismo, la justicia y la mujer

Entre las mil y una noches y una cátedra de derecho privado

Del derecho de Alí Babá sobre los tesoros encontrados, el iusnaturalismo, la justicia y la mujer

¡Amigo: no te fíes de la mujer; ríete de sus promesas!
¡Su buen o mal humor depende de sus caprichos!
¡Prodigan amor falso cuando la perfidia-las llena y
forma como la trama de sus vestidos!
Poeta Persa
Las Mil y una noches

Por: Carlos Esteban Barrera Silva
         

¿Es Alí Babá dueño del tesoro de los cuarenta ladrones?  La jurisprudencia persa nos dice que por Alah y por el destino, el joven Alí Babá es dueño justo del tesoro:

 “Desde entonces vivieron con tranquilidad, usando con moderación y prudencia las riquezas que les había otorgado el Generoso, que es el único grande. Así es como Alí Babá, el leñador propietario de tres asnos por toda fortuna, llegó a ser, gracias a su destino, el hombre más rico y respetado de su ciudad natal. ¡Gracias a Aquel que da sin medida a los humildes de la tierra! He aquí, ¡oh rey afortunado! -continuó diciendo Schahrazada-; lo que sé de la historia de Alí Babá y los cuarenta ladrones, pero ¡más sabio es Alah!”

Otra cosa parece señalar el doctor Carlos Darío Barrera en Las desventuras de Pedro Pérez y Juan Gómez. Desconociendo el poder del iusnaturalismo persa, el jurisconsulto afirma:”Alí Babá no fue más que “un ladrón que roba a ladrón” y en consecuencia, aun cuando tenga derecho a cien años de perdón, no puede considerarse  dueño de los tesoros que sacó de la cueva de los ladrones”.

La sentencia en contra de Alí Babá se complementa señalando que no tiene “título” pues no obtuvo el tesoro por medio de una  venta, donación o permuta; tampoco ”modo” pues no se hizo ningún acto solemne de entrega, todo lo contrario, lo ha robado vilmente;  ni  hubo “tradición” del derecho de dominio, pues, como me explican los entendidos, no hubo ánimo por parte del Jefe de los Ladrones para el traspaso del bien, que, en este caso, son los tesoros.

También ignora la esposa del Rey Schahzaman, que los tesoros de los ladrones no son tales dado que, continúa el Doctor Barrera, “tampoco pueden ser consideradas como un tesoro porque no se había perdido la memoria de quién era su dueño”. Por todas estas razones, no habría podido prosperar una acción reivindicatoria por parte del jefe de los ladrones pues al igual que Alí Babá no era legítimo dueño de los tesoros, ni habría prosperado un interdicto posesorio pues no cumple el Artículo 974 del Código Civil según el cual “ No podrá intentar una acción posesoria sino el que ha estado en posesión tranquila y no interrumpida un año completo”.

Concluimos pues, que Schahrazada corrompe no solamente por sostener y manifestar abiertamente una doctrina llena de aberraciones sexuales contraria a las buenas y sanas costumbres como bien señalaban la Santa Inquisición y el Procurador Ordoñez, sino también y tal vez más preocupante, por tener un conocimiento relajado de principios jurídicos como lo hemos expuesto anteriormente.

No obstante, al revisar detenidamente el cuento de las Mil y una Noches, encontramos que en contra del anterior dictamen, Alí Babá puede ser justo dueño del tesoro. En primer lugar, sí es posible afirmar que se tiene “título” pues  obtuvo el tesoro como “donación” del “Generoso Alah”; en segundo lugar, Alah ha hecho un acto formal de entrega al propiciar los eventos que desencadenaron en el “ábrete sésamo” por lo que hay “modo” y, finalmente, hay “tradición” pues, sin el ánimo de Alah,  no se habría podido donar el tesoro. ¡Cuántos estudiantes habrán perdido el examen oral o el preparatorio por desconocimiento de las Mil y una Noches!

Me dirán que Alá no es una entidad jurídica y que, hasta no demostrar y probar su existencia el argumento anterior no es válido. De ser así, quien lo sostenga, también tendrá que conceder el derecho al aborto y al matrimonio homosexual entre otros, pues Dios es fundamento y ficción último, a mi parecer, de todo orden natural.

Los griegos simbolizaban sabiamente a la justicia con Palas Atenea, entendían que la sentencia de la justicia variaba como el ánimo voluble de una mujer, por eso podríamos reformular el verso del Poeta de la siguiente manera:

¡Amigo: no te fíes del derecho; ríete de sus sentencias!
¡Su buen o mal juicio depende de sus caprichos!
¡Prodigan justicia falsa cuando la perfidia lo llena y
forma como la trama de sus vestidos (y corbatas)!

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