Memoria de un hecho insólito
¡Paro en la Javeriana!
Pasados 46 años del único paro en la historia de la Pontificia
Universidad Javeriana, FORO JAVERIANO recuerda los sucesos ocurridos en 1970,
sus causas y los personajes que fueron protagonistas.
Autor:
F.M.
A la memoria de los
estudiantes y profesores no tan ilustres
El fulgor estudiantil
El mundo de la generación estudiantil
que participó en el único paro en la historia de la Pontificia Universidad Javeriana
era de muchas formas distinto del nuestro. Corría 1970 y el mapa político
internacional estaba dividido: por un lado, los Estados Unidos, liderando el
bloque occidental-capitalista; y por el otro, la Unión Soviética, a la cabeza
del bloque oriental-comunista. Con proyectos ideológicos disímiles pero con idénticas maniobras imperialistas, las dos
superpotencias militares venían enfrentándose con mal disimulo desde 1947 para
ampliar su esfera de influencia política y consolidar su dominio mundial. El
escenario generado por la Guerra Fría, sumado a la polarización política que
dividió a la sociedad, tuvo como consecuencia el surgimiento de movilizaciones
estudiantiles en el mundo entero. Una por sobre todas
destaca por su importancia simbólica: Mayo del 68.
Las protestas estudiantiles de Mayo del 68 significaron
un cambio profundo en la concepción del papel del estudiante universitario
frente a las situaciones políticas de su país. La voz de protesta del
estudiantado parisino se alzó en contra de las viejas instituciones que, tanto
en el plano nacional como en el universitario, ejercían un poder subordinante e
inconsecuente con las exigencias democráticas de una nueva época. Si la
construcción del país era una obligación que correspondía a todos los sectores
de la sociedad, los estudiantes universitarios no podían permanecer apartados
de los espacios institucionales donde las decisiones eran tomadas. A pesar de que
la protesta se prolongó por un mes y convocó tanto a estudiantes como a
trabajadores, la victoria no fue completa. El presidente Charles de Gaulle se
negó a dimitir a pesar de las presiones, pero admitió convocar a unas nuevas
elecciones en las que su partido político saldría vencedor. Un año después, De
Gaulle renunciaría a la presidencia tras perder un referéndum y ser rechazado
su plan de reformas por el Senado.
Las ideas y la producción simbólica que dejó el Mayo
francés se regó como pólvora por todas las aulas universitarias de
Latinoamérica y del mundo. Colombia no fue la excepción. Durante el gobierno liberal
de Carlos Lleras Restrepo (1966–1970), las luchas sociales y los movimientos
estudiantiles incrementaron considerablemente como consecuencia del poco éxito
de las políticas económicas y sociales. El país era (y sigue siendo)
profundamente desigual, y el Frente Nacional como sistema político no daba
respuesta a la crisis, pues terminó
siendo en la práctica un mecanismo para el restablecimiento del control
político de la sociedad por parte de las familias tradicionales.
Ante esta situación, aparecieron en el escenario
nacional movimientos estudiantiles que, inspirados por el ejemplo de Mayo del
68, se opusieron abiertamente al pacto entre liberales y conservadores, y
demandaron del gobierno y la universidad un espacio de participación política
del que hasta ahora habían estado excluidos. Desde 1969 las movilizaciones
estudiantiles se hicieron cada vez más fuertes, y a las protestas de las
universidades públicas se sumaron las de privadas como la Javeriana, que por
primera vez participaría en un marcha nacional junto con estudiantes, profesores
y directivos. Esta movilización fue el precedente inmediato del paro de octubre
de 1970; fecha en que el estudiantado javeriano se encontraría de frente con
“el simple y natural ejercicio de autoridad de la universidad” (en palabras del
entonces Padre Rector Alfonso Borrero S.J.), materializado en despidos y
expulsiones.
La sombra de Pizarro
Entre toda esta historia
de revueltas y protestas se encontraba una figura que sobresalía, pero que tal
vez no sospechaba la importancia que tendría posteriormente en el plano político
nacional: Carlos Pizarro Leongómez. Pizarro, alto mando militar del Movimiento
19 de abril y posterior candidato a la presidencia para el período 1990-1994,
fue un importante personaje en el movimiento estudiantil de la Javeriana antes
de su determinación de enfilarse en las FARC para luego fundar el M-19.
Pizarro ingresó a
la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Javeriana en 1969, pero saldría en 1971
por su rol activo en las movilizaciones de la Universidad,
particularmente por su participación en el único paro en la historia de la
Javeriana. Antes de éste, se produjeron otras manifestaciones de menor alcance
pero de gran significación para el proceso de los movimientos estudiantiles. En
ese año convulsionado tuvieron lugar tres acontecimientos que marcaron la
historia de la Universidad, como también la de Pizarro. En primer lugar, en
enero de 1970 fue cerrada la Universidad Nacional; esto agravó la situación de
las universidades públicas, a lo que la comunidad javeriana respondió con una
marcha simbólica y pacífica, además de una carta firmada por estudiantes,
profesores y directivos de la Universidad. Pero eso era todo. Una marcha, un
comunicado oficial y nada más. No más subversiones ni desórdenes. Es aquí donde
la situación interna cambia. Algunos estudiantes “revoltosos”, como los tres hermanos Pizarro, junto con Ramiro
Lucio, Rocío Londoño –de Sociología– y otros más, se acercan paulatinamente al
pensamiento marxista, interesándose en las Juventudes Comunistas, al tiempo que
el Padre Jaime Vélez Correa, S.J., impartía “cursillos anticomunistas” abiertamente
en la Universidad. Las peligrosas ideas
políticas de los jóvenes contestatarios se reflejaban en su activismo dentro y
fuera de la institución, el cual desembocó
en el paro de los
departamentos de Sociología y Trabajo Social (al que se adhirieron parcialmente
siete facultades) en octubre y noviembre
del ’70, otro de los grandes acontecimientos del año. Un hecho particular caracterizó
este histórico suceso: el alza en la matrícula de los departamentos de
Sociología y Trabajo Social. Los estudiantes sospecharon que era una represalia
a sus constantes pronunciamientos cuestionando la organización del centro
educativo y la poca participación que ellos tenían en ésta. Vino entonces el
paro y un intento de impedir la realización de exámenes finales en las
facultades. Cuando los estudiantes de Derecho se encontraron ante las puertas
cerradas de los salones un día de evaluación, la reacción del legendario Padre Gabriel
Giraldo fue implacable: “tumben las puertas y rajen a los que falten”. Fue un
escándalo, ¡y cómo no!: la Javeriana, como lo sostiene Joaquín Galeano –investigador
de los movimientos estudiantiles de la Universidad–, era hasta entonces caracterizada
como un “aula de buenas costumbres y fuente de conocimiento resguardado por la
fe, en donde estudiaban las familias más acomodadas y tradicionales de la
ciudad y el país”. No era entonces —ni es, ni será— una institución de
tendencias muy inclinadas a la izquierda, mucho menos la Facultad de Derecho. Con
el paro empieza a ser cuestionada la autoridad y la formación jesuita, como se
lo hizo saber Margoth Leongómez, la madre de los Pizarro, al Padre Giraldo:
"le envié a mis hijos; cuando llegaron a la Javeriana eran católicos, apostólicos
y romanos, y usted me los devolvió ateos y comunistas".
Las
consecuencias fueron nefastas: los departamentos de Sociología y Trabajo Social
fueron cerrados, y el Padre Giraldo envió una carta a los padres Pizarro
Leongómez en la que comunicaba, con ese tono sugestivo
que disfraza una advertencia, que “a los
señores Carlos y Eduardo Pizarro Leongómez se les ha aconsejado, para obtener
un mejor rendimiento académico, un cambio de facultad”. A éstas se sumaron otras
expulsiones de estudiantes y despidos de profesores de distintas facultades. No
obstante, ante los anteriores hechos, no hay que olvidar que los Pizarro
tuvieron desde la infancia una educación jesuita que de un modo u otro les hizo
desarrollar un pensamiento crítico frente a toda institución y sus políticas,
algo que hoy es valorado como punto central de la educación superior en nuestro
país.
Hombre de guerra
y de democracia, Pizarro, el ‘Comandante Papito’ –como era conocido entre las
damas–, a pesar de su pasado beligerante, merece el reconocimiento de haber
impulsado la paz negociada en el país y, con esto, contribuir enormemente al
proceso que concluyó en la elaboración de la Constitución de 1991. Y aunque su
paso por esta Facultad haya sido relativamente breve, no fue un estudiante más:
por su legado en la Universidad, por su liderazgo en una época que marcó el
inicio de la intervención del estudiantado en temas administrativos, está a la
altura de reconocidas personalidades que pasaron por estas aulas, como Ernesto
Samper Pizano, quien coincidió con él al momento de ingresar a Derecho y fue su
compañero, o como el mismo Misael Pastrana Borrero, protagonista del último episodio
polémico del ’70: las discutidas elecciones que lo convirtieron en presidente y
que inspiraron el surgimiento del M-19.
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