martes, 2 de mayo de 2017

¡Paro en la Javeriana!


Memoria de un hecho insólito

¡Paro en la Javeriana!



Pasados 46 años del único paro en la historia de la Pontificia Universidad Javeriana, FORO JAVERIANO recuerda los sucesos ocurridos en 1970, sus causas y los personajes que fueron protagonistas.

Autor: F.M.

A la memoria de los estudiantes y profesores no tan ilustres

El fulgor estudiantil

El mundo de la generación estudiantil que participó en el único paro en la historia de la Pontificia Universidad Javeriana era de muchas formas distinto del nuestro. Corría 1970 y el mapa político internacional estaba dividido: por un lado, los Estados Unidos, liderando el bloque occidental-capitalista; y por el otro, la Unión Soviética, a la cabeza del bloque oriental-comunista. Con proyectos ideológicos disímiles pero con idénticas maniobras imperialistas, las dos superpotencias militares venían enfrentándose con mal disimulo desde 1947 para ampliar su esfera de influencia política y consolidar su dominio mundial. El escenario generado por la Guerra Fría, sumado a la polarización política que dividió a la sociedad, tuvo como consecuencia el surgimiento de movilizaciones estudiantiles en el mundo entero. Una por sobre todas destaca por su importancia simbólica: Mayo del 68.

Las protestas estudiantiles de Mayo del 68 significaron un cambio profundo en la concepción del papel del estudiante universitario frente a las situaciones políticas de su país. La voz de protesta del estudiantado parisino se alzó en contra de las viejas instituciones que, tanto en el plano nacional como en el universitario, ejercían un poder subordinante e inconsecuente con las exigencias democráticas de una nueva época. Si la construcción del país era una obligación que correspondía a todos los sectores de la sociedad, los estudiantes universitarios no podían permanecer apartados de los espacios institucionales donde las decisiones eran tomadas. A pesar de que la protesta se prolongó por un mes y convocó tanto a estudiantes como a trabajadores, la victoria no fue completa. El presidente Charles de Gaulle se negó a dimitir a pesar de las presiones, pero admitió convocar a unas nuevas elecciones en las que su partido político saldría vencedor. Un año después, De Gaulle renunciaría a la presidencia tras perder un referéndum y ser rechazado su plan de reformas por el Senado.

Las ideas y la producción simbólica que dejó el Mayo francés se regó como pólvora por todas las aulas universitarias de Latinoamérica y del mundo. Colombia no fue la excepción. Durante el gobierno liberal de Carlos Lleras Restrepo (1966–1970), las luchas sociales y los movimientos estudiantiles incrementaron considerablemente como consecuencia del poco éxito de las políticas económicas y sociales. El país era (y sigue siendo) profundamente desigual, y el Frente Nacional como sistema político no daba respuesta a la crisis, pues  terminó siendo en la práctica un mecanismo para el restablecimiento del control político de la sociedad por parte de las familias tradicionales.
Ante esta situación, aparecieron en el escenario nacional movimientos estudiantiles que, inspirados por el ejemplo de Mayo del 68, se opusieron abiertamente al pacto entre liberales y conservadores, y demandaron del gobierno y la universidad un espacio de participación política del que hasta ahora habían estado excluidos. Desde 1969 las movilizaciones estudiantiles se hicieron cada vez más fuertes, y a las protestas de las universidades públicas se sumaron las de privadas como la Javeriana, que por primera vez participaría en un marcha nacional junto con estudiantes, profesores y directivos. Esta movilización fue el precedente inmediato del paro de octubre de 1970; fecha en que el estudiantado javeriano se encontraría de frente con “el simple y natural ejercicio de autoridad de la universidad” (en palabras del entonces Padre Rector Alfonso Borrero S.J.), materializado en despidos y expulsiones.

La sombra de Pizarro

Entre toda esta historia de revueltas y protestas se encontraba una figura que sobresalía, pero que tal vez no sospechaba la importancia que tendría posteriormente en el plano político nacional: Carlos Pizarro Leongómez. Pizarro, alto mando militar del Movimiento 19 de abril y posterior candidato a la presidencia para el período 1990-1994, fue un importante personaje en el movimiento estudiantil de la Javeriana antes de su determinación de enfilarse en las FARC para luego fundar el M-19.

Pizarro ingresó a la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Javeriana en 1969, pero saldría en 1971 por su rol activo en las movilizaciones de la Universidad, particularmente por su participación en el único paro en la historia de la Javeriana. Antes de éste, se produjeron otras manifestaciones de menor alcance pero de gran significación para el proceso de los movimientos estudiantiles. En ese año convulsionado tuvieron lugar tres acontecimientos que marcaron la historia de la Universidad, como también la de Pizarro. En primer lugar, en enero de 1970 fue cerrada la Universidad Nacional; esto agravó la situación de las universidades públicas, a lo que la comunidad javeriana respondió con una marcha simbólica y pacífica, además de una carta firmada por estudiantes, profesores y directivos de la Universidad. Pero eso era todo. Una marcha, un comunicado oficial y nada más. No más subversiones ni desórdenes. Es aquí donde la situación interna cambia. Algunos estudiantes “revoltosos”, como los tres hermanos Pizarro, junto con Ramiro Lucio, Rocío Londoño –de Sociología– y otros más, se acercan paulatinamente al pensamiento marxista, interesándose en las Juventudes Comunistas, al tiempo que el Padre Jaime Vélez Correa, S.J., impartía “cursillos anticomunistas” abiertamente en la Universidad. Las  peligrosas ideas políticas de los jóvenes contestatarios se reflejaban en su activismo dentro y fuera de la institución, el cual  desembocó en el paro de los departamentos de Sociología y Trabajo Social (al que se adhirieron parcialmente siete facultades) en octubre y noviembre del ’70, otro de los grandes acontecimientos del año. Un hecho particular caracterizó este histórico suceso: el alza en la matrícula de los departamentos de Sociología y Trabajo Social. Los estudiantes sospecharon que era una represalia a sus constantes pronunciamientos cuestionando la organización del centro educativo y la poca participación que ellos tenían en ésta. Vino entonces el paro y un intento de impedir la realización de exámenes finales en las facultades. Cuando los estudiantes de Derecho se encontraron ante las puertas cerradas de los salones un día de evaluación, la reacción del legendario Padre Gabriel Giraldo fue implacable: “tumben las puertas y rajen a los que falten”. Fue un escándalo, ¡y cómo no!: la Javeriana, como lo sostiene Joaquín Galeano –investigador de los movimientos estudiantiles de la Universidad–, era hasta entonces caracterizada como un “aula de buenas costumbres y fuente de conocimiento resguardado por la fe, en donde estudiaban las familias más acomodadas y tradicionales de la ciudad y el país”. No era entonces —ni es, ni será— una institución de tendencias muy inclinadas a la izquierda, mucho menos la Facultad de Derecho. Con el paro empieza a ser cuestionada la autoridad y la formación jesuita, como se lo hizo saber Margoth Leongómez, la madre de los Pizarro, al Padre Giraldo: "le envié a mis hijos; cuando llegaron a la Javeriana eran católicos, apostólicos y romanos, y usted me los devolvió ateos y comunistas".

Las consecuencias fueron nefastas: los departamentos de Sociología y Trabajo Social fueron cerrados, y el Padre Giraldo envió una carta a los padres Pizarro Leongómez en la que comunicaba, con ese tono sugestivo que disfraza una advertencia, que “a los señores Carlos y Eduardo Pizarro Leongómez se les ha aconsejado, para obtener un mejor rendimiento académico, un cambio de facultad”. A éstas se sumaron otras expulsiones de estudiantes y despidos de profesores de distintas facultades. No obstante, ante los anteriores hechos, no hay que olvidar que los Pizarro tuvieron desde la infancia una educación jesuita que de un modo u otro les hizo desarrollar un pensamiento crítico frente a toda institución y sus políticas, algo que hoy es valorado como punto central de la educación superior en nuestro país.

Hombre de guerra y de democracia, Pizarro, el ‘Comandante Papito’ –como era conocido entre las damas–, a pesar de su pasado beligerante, merece el reconocimiento de haber impulsado la paz negociada en el país y, con esto, contribuir enormemente al proceso que concluyó en la elaboración de la Constitución de 1991. Y aunque su paso por esta Facultad haya sido relativamente breve, no fue un estudiante más: por su legado en la Universidad, por su liderazgo en una época que marcó el inicio de la intervención del estudiantado en temas administrativos, está a la altura de reconocidas personalidades que pasaron por estas aulas, como Ernesto Samper Pizano, quien coincidió con él al momento de ingresar a Derecho y fue su compañero, o como el mismo Misael Pastrana Borrero, protagonista del último episodio polémico del ’70: las discutidas elecciones que lo convirtieron en presidente y que inspiraron el surgimiento del M-19.




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