“Solo nosotros sabemos estar distantemente
juntos”.[1]
Autor: Ana María Escovar P. – Quinto
Semestre
Ayer
en la tarde estaba leyendo Así Habló
Zaratustra, de Nietzsche. Parecía ser todo un reto tratar de entenderla,
cuando de repente, oigo el sonido característico que alerta sobre un temido “última
hora”. El titular de la noticia: “Gobierno no tolerará que las Farc hagan
política en armas”. La confusión en este punto me gobernó. Sentí un vacío
indescriptible, seguido de una sensación de impotencia tras enterarme del
motivo de este titular. Se habían dado a conocer unas imágenes –en la Guajira–
en las que jefes de las Farc estaban en pleno “acto de proselitismo”. Esto con
un agravante… siguen armados.
En este punto, leer a Nietzsche -y entenderlo-
me pareció casi elemental al lado de tratar de comprender la realidad que
estamos viviendo actualmente en Colombia. ¿Cómo es posible que jefes
guerrilleros (violadores de DD.HH.), que
supuestamente debían estar en La Habana negociando un tratado de paz, se
pavonearan libremente en una zona del país –en donde hay una crisis
humanitaria– armados? ¿El gobierno solo sale a pronunciarse al respecto
afirmando que “no tolerará que las Farc hagan política mientras estén alzados
en armas”? ¿Por qué los colombianos nos conmocionamos cuando políticos ajenos a
nuestra filiación política se aprovechan de circunstancias críticas para
hacerse campaña y no hemos de hacerlo en esta ocasión?
Cientos
de preguntas revoloteaban en mi mente sin respuesta alguna… pero sobre todo una
en especial: ¿será que una vez se firme la paz –si se aprueba el prometido
plebiscito– pasará lo mismo? ¿Los jefes guerrilleros legislando en el Congreso
–viviendo en Rosales o Santa Ana de Chía como buenos izquierdistas– van a
continuar con subordinados armados (que vivirán en áreas rurales donde el
Estado no llega, o llega vagamente) y lograrán tener un poder político,
legitimado no por la voluntad del pueblo, sino por la fuerza ejercida sobre
ellos; sobre nosotros?
Digo nosotros, porque creo que ya es hora de pensar todos como colombianos
y no como partidarios de uno u otro partido político o como bogotanos o
chocoanos… ¿Vamos a permitir como colombianos que agentes aún armados se
aprovechen de tantas crisis como sean posibles en el país y se muestren como
salvadores, cuando ellos son en parte culpables de tantas de ellas? ¿Es que
acaso no nos acordamos de que estos personajes impactaron (negativamente) nuestro
medio ambiente constantemente, asesinaron miles de inocentes colombianos y violaron
mujeres y a muchas de ellas las hicieron abortar? ¿Tantos crímenes para que
ahora vengan a hacerse de salvadores?
Si
bien lo que busca la paz es el perdón para acercarnos a tener un mejor país, no
podemos comer entero. Estos personajes no muestran voluntad de cambio. Desde que
el proceso inició se incrementaron ataques y ahora violan uno de los puntos más
importantes pactados en Cuba: no
podrán hacer política estos agentes, mientras no entreguen las armas. Seguramente
algunos dirán que estos personajes
no están obligados aún a cumplir con lo pactado, al no haberse firmado el
tratado. No estoy de acuerdo. Considero que evidencia perfectamente el objetivo
que estos tienen: poder con armas. Y lo hacen descaradamente, de cara al país
entero y a un gobierno blando y sin autoridad. Ya va siendo hora que Santos deje
de amenazar, de hacerse el que no sabe lo que ocurre en el país y cumpla
defendiéndonos a la mayor parte de los colombianos y no a un grupo de
insurgentes, sin importar el costo de la tan anhelada paz.
Para
finalizar, les recomiendo la columna del doctor Juan Lozano “Denle el Nobel…
¡por favor!”, con la que estoy de acuerdo. Con esto, es posible que el
presidente colombiano comience a gobernar… ya va siendo hora, ¿no?
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