lunes, 7 de marzo de 2016

OPINION

“Solo nosotros sabemos estar distantemente juntos”.[1]

Autor: Ana María Escovar P. – Quinto Semestre

Ayer en la tarde estaba leyendo Así Habló Zaratustra, de Nietzsche. Parecía ser todo un reto tratar de entenderla, cuando de repente, oigo el sonido característico que alerta sobre un temido “última hora”. El titular de la noticia: “Gobierno no tolerará que las Farc hagan política en armas”. La confusión en este punto me gobernó. Sentí un vacío indescriptible, seguido de una sensación de impotencia tras enterarme del motivo de este titular. Se habían dado a conocer unas imágenes –en la Guajira– en las que jefes de las Farc estaban en pleno “acto de proselitismo”. Esto con un agravante… siguen armados.

En este punto, leer a Nietzsche -y entenderlo- me pareció casi elemental al lado de tratar de comprender la realidad que estamos viviendo actualmente en Colombia. ¿Cómo es posible que jefes guerrilleros (violadores de  DD.HH.), que supuestamente debían estar en La Habana negociando un tratado de paz, se pavonearan libremente en una zona del país –en donde hay una crisis humanitaria– armados? ¿El gobierno solo sale a pronunciarse al respecto afirmando que “no tolerará que las Farc hagan política mientras estén alzados en armas”? ¿Por qué los colombianos nos conmocionamos cuando políticos ajenos a nuestra filiación política se aprovechan de circunstancias críticas para hacerse campaña y no hemos de hacerlo en esta ocasión?

Cientos de preguntas revoloteaban en mi mente sin respuesta alguna… pero sobre todo una en especial: ¿será que una vez se firme la paz –si se aprueba el prometido plebiscito– pasará lo mismo? ¿Los jefes guerrilleros legislando en el Congreso –viviendo en Rosales o Santa Ana de Chía como buenos izquierdistas– van a continuar con subordinados armados (que vivirán en áreas rurales donde el Estado no llega, o llega vagamente) y lograrán tener un poder político, legitimado no por la voluntad del pueblo, sino por la fuerza ejercida sobre ellos; sobre nosotros?

Digo nosotros, porque creo que ya es hora de pensar todos como colombianos y no como partidarios de uno u otro partido político o como bogotanos o chocoanos… ¿Vamos a permitir como colombianos que agentes aún armados se aprovechen de tantas crisis como sean posibles en el país y se muestren como salvadores, cuando ellos son en parte culpables de tantas de ellas? ¿Es que acaso no nos acordamos de que estos personajes impactaron (negativamente) nuestro medio ambiente constantemente, asesinaron miles de inocentes colombianos y violaron mujeres y a muchas de ellas las hicieron abortar? ¿Tantos crímenes para que ahora vengan a hacerse de salvadores?

Si bien lo que busca la paz es el perdón para acercarnos a tener un mejor país, no podemos comer entero. Estos personajes no muestran voluntad de cambio. Desde que el proceso inició se incrementaron ataques y ahora violan uno de los puntos más importantes pactados en Cuba: no podrán hacer política estos agentes, mientras no entreguen las armas. Seguramente algunos dirán que estos personajes no están obligados aún a cumplir con lo pactado, al no haberse firmado el tratado. No estoy de acuerdo. Considero que evidencia perfectamente el objetivo que estos tienen: poder con armas. Y lo hacen descaradamente, de cara al país entero y a un gobierno blando y sin autoridad. Ya va siendo hora que Santos deje de amenazar, de hacerse el que no sabe lo que ocurre en el país y cumpla defendiéndonos a la mayor parte de los colombianos y no a un grupo de insurgentes, sin importar el costo de la tan anhelada paz.

Para finalizar, les recomiendo la columna del doctor Juan Lozano “Denle el Nobel… ¡por favor!”, con la que estoy de acuerdo. Con esto, es posible que el presidente colombiano comience a gobernar… ya va siendo hora, ¿no?







[1] CORTÁZAR, Julio. Rayuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario