miércoles, 18 de noviembre de 2015

Opinión: Píldora para la memoria

Homenaje al maestro Alfonso Reyes Echandía[1]



Por: César S. Ramírez Salazar
Ex alumno de la Pontificia Universidad Javeriana

El 6 de noviembre de 1985 se escuchó por última vez la voz de uno de los grandes penalistas colombianos del siglo XX, el maestro Alfonso Reyes Echandía. Sus últimas palabras, que aún retumban en los cimientos de la justicia colombiana, fueron: “¡Que cese el fuego!”.

Me he propuesto rescatar, en este breve espacio, la vida y obra del maestro Reyes Echandía.  Junto al maestro Bernardo Gaitán Mahecha, fue de los primeros en realizar un estudio sistemático y ordenado de la apasionante ciencia del derecho penal en nuestro país.

En las décadas de los cincuentas y sesentas el estudio del derecho penal en Colombia se abordaba de una manera desordenada, poco técnica y sin ningún método propio, algo que desde luego generó problemas de fondo para la aplicación de esta rama del derecho.  

Los aportes del maestro Reyes Echandía al derecho penal son numerosos. Escribió al menos 15 obras sobre la materia, entre los cuales se pueden encontrar el manual de la teoría del delito, la tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad y la punibilidad. Estas obras deben ser consultadas por todo estudiante que inicie sus primeros pasos en la dogmática penal. También se debe rescatar su pretensión por crear una verdadera escuela de derecho penal, que sin duda alguna facilitaría el estudio de dicha rama.

Su vida estuvo marcada por la violencia. Desde muy joven, en su pueblo natal Chaparral, sufrió de primera mano las consecuencias de la violencia bipartidista. Tuvo que abandonar su tierra y migrar a ciudades como Honda, Bogotá, San Gil (en donde terminó sus estudios secundarios), con una sola finalidad: estudiar derecho. Decidió regresar a Bogotá para cursar los cinco años de la carrera en la Universidad Externado de Colombia. Sus notas siempre fueron de las más altas. Posteriormente se fue dos años a Roma para adelantar estudios de especialización en la Universidad de Roma en el área del derecho que mas le apasionada: el derecho penal

En 1979, el Maestro Reyes acepta el cargo de Magistrado de la Corte Suprema de Justicia con la finalidad  de poner al servicio del país y de la justicia los conocimientos profundos que había formado en su etapa como académico. Nadie se imaginaba que este sería el último cargo que ocuparía.

Reyes Echandía fungió como Magistrado de la Sala de Casación Penal durante una de las épocas más oscuras de nuestra historia. La violencia de los grupos insurgentes, combinada con el poder oscuro del narcotráfico, sirvió de gasolina para la comisión de crímenes y atentados contra la población civil y, en particular, contra los jueces que se atrevieron a enfrentarles. El Maestro Reyes asumió, como Presidente de la Corte, el papel de defender a todos los jueces ante la pasividad del Estado,  y su incapacidad para garantizarles su seguridad. Por esto, señaló que: “…en un Estado de Derecho, todo el poder de las armas debía estar al servicio del más humilde de los jueces, pues, solo de esa forma, la fuerza de la razón se podría oponer con ventaja a la razón de la fuerza”[2].

El día de la toma del Palacio de Justicia, nadie escuchó su clamor por una salida negociada; para que se detuvieran los fusiles del ejército y  los de la insurgencia; para que se respetara la vida de las personas que aún se encontraban en su interior.

No olvidemos sus aportes al derecho penal, pero tampoco olvidemos su sacrificio por la justicia.  

“Colombianos. Las armas os han dado independencia, las leyes os darán libertad”. Francisco de Paula Santander.




[1] Imagen tomada de: gustavoforeroquintero.com
[2] Ámbito Jurídico. Reyes Echandía: la fuerza de la razón. Tomado de: http://www.ambitojuridico.com/BancoConocimiento/N/noti-131105-01alfonso_reyes_echandia_la_fuerza_de_la_razon/noti-131105-01alfonso_reyes_echandia_la_fuerza_de_la_razon.asp?print=1

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