Homenaje al maestro Alfonso Reyes Echandía[1]
Por: César S. Ramírez Salazar
Ex alumno de la Pontificia Universidad
Javeriana
El
6 de noviembre de 1985 se escuchó por última vez la voz de uno de los grandes
penalistas colombianos del siglo XX, el maestro Alfonso Reyes Echandía. Sus últimas
palabras, que aún retumban en los cimientos de la justicia colombiana, fueron:
“¡Que cese el fuego!”.
Me
he propuesto rescatar, en este breve espacio, la vida y obra del maestro Reyes
Echandía. Junto al maestro Bernardo
Gaitán Mahecha, fue de los primeros en realizar un estudio sistemático y
ordenado de la apasionante ciencia del derecho penal en nuestro país.
En
las décadas de los cincuentas y sesentas el estudio del derecho penal en Colombia
se abordaba de una manera desordenada, poco técnica y sin ningún método propio,
algo que desde luego generó problemas de fondo para la aplicación de esta rama
del derecho.
Los
aportes del maestro Reyes Echandía al derecho penal son numerosos. Escribió al
menos 15 obras sobre la materia, entre los cuales se pueden encontrar el manual
de la teoría del delito, la tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad y la
punibilidad. Estas obras deben ser consultadas por todo estudiante que inicie
sus primeros pasos en la dogmática penal. También se debe rescatar su
pretensión por crear una verdadera escuela de derecho penal, que sin duda
alguna facilitaría el estudio de dicha rama.
Su
vida estuvo marcada por la violencia. Desde muy joven, en su pueblo natal
Chaparral, sufrió de primera mano las consecuencias de la violencia bipartidista.
Tuvo que abandonar su tierra y migrar a ciudades como Honda, Bogotá, San Gil (en
donde terminó sus estudios secundarios), con una sola finalidad: estudiar
derecho. Decidió regresar a Bogotá para cursar los cinco años de la carrera en
la Universidad Externado de Colombia. Sus notas siempre fueron de las más
altas. Posteriormente se fue dos años a Roma para adelantar estudios de
especialización en la Universidad de Roma en el área del derecho que mas le
apasionada: el derecho penal
En
1979, el Maestro Reyes acepta el cargo de Magistrado de la Corte Suprema de
Justicia con la finalidad de poner al servicio
del país y de la justicia los conocimientos profundos que había formado en su
etapa como académico. Nadie se imaginaba que este sería el último cargo que
ocuparía.
Reyes
Echandía fungió como Magistrado de la Sala de Casación Penal durante una de las
épocas más oscuras de nuestra historia. La violencia de los grupos insurgentes,
combinada con el poder oscuro del narcotráfico, sirvió de gasolina para la
comisión de crímenes y atentados contra la población civil y, en particular,
contra los jueces que se atrevieron a enfrentarles. El Maestro Reyes asumió,
como Presidente de la Corte, el papel de defender a todos los jueces ante la
pasividad del Estado, y su incapacidad
para garantizarles su seguridad. Por esto, señaló que: “…en
un Estado de Derecho, todo el poder de las armas debía estar al servicio del
más humilde de los jueces, pues, solo de esa forma, la fuerza de la razón se
podría oponer con ventaja a la razón de la fuerza”[2].
El
día de la toma del Palacio de Justicia, nadie escuchó su clamor por una salida
negociada; para que se detuvieran los fusiles del ejército y los de la insurgencia; para que se respetara
la vida de las personas que aún se encontraban en su interior.
No
olvidemos sus aportes al derecho penal, pero tampoco olvidemos su sacrificio
por la justicia.
“Colombianos.
Las armas os han dado independencia, las leyes os darán libertad”. Francisco de
Paula Santander.
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