“La
paz el valor supremo que es prejuicio y que condiciona todos los otros valores
incluida la democracia”
En su reciente visita a Colombia, el
profesor Luigi Ferrajoli, jurista italiano de gran reconocimiento en el mundo
por su teoría del garantismo jurídico, compartió en unos minutos con FORO
JAVERIANO su perspectiva sobre la rama y sobre el conflicto actual.
FORO JAVERIANO: ¿Por
qué derecho penal?
P. LUIGI FERRAJOLI: El
derecho penal ha sido el lugar en el cual se ha desarrollado en general la
relación más dramática entre el Estado y el ciudadano. En este sentido, el
estado de derecho ha sido teorizado y desarrollado ante todo en el derecho
penal. Todos en la ilustración, Cesare Beccaria, Voltaire, Montesquieu, han
considerado el derecho penal en un lugar privilegiado por ser la institución
del poder limitado; limites en un poder que en otros casos es un absoluto. El
paradigma garantista, donde garantía significa límites, se puede desarrollar
también en otros poderes; poder es el legislativo también, que ha sido sometido
a la institución, y que es garantía de todos los derechos, también los derechos
sociales. Sin embargo el derecho penal ha sido y hoy en día sigue siendo el
lugar privilegiado de esta relación entre la esfera pública y la esfera
privada.
F.J:
¿Cuál cree usted que sea el papel del Estado en el surgimiento de grupos
armados paraestatales?
P.L.F: El Estado
moderno ha nacido como un monopolio estatal de fuerza. Esto quiere decir que el
pasaje del estado de naturaleza al estado civil, según la teorización de Thomas
Hobbes, se produce con el desarme de la sociedad y el monopolio de la fuerza,
cosa que no se ha producido en Colombia. También en otros países existen
conflictos y acciones criminales dotadas de armas; sin embargo creo que la
pacificación será obtenida a manos de los ciudadanos. Yo creo que se debería
establecer un tabú de las armas. Piénsese, como lo he dicho antes, que hay casi
medio millón de homicidios cada año, el 90% por armas; más de la tercera parte
en américa por la gran disputa de armas. Creo que este proceso de paz sería
importante en Colombia si se concluyese también con la prohibición radical del
uso de armas. Colombia podría ser el primer país del mundo en considerar las
armas bienes ilícitos, que prohíba cualquier porte de armas, cualquier
autorización; esto sería un gran ejemplo. Por la experiencia que tiene de
luchas armadas, Colombia podría afirmar esta prohibición total de armas. La
legalidad ha creado un uso de las armas contra sí mismos, las armas contra
terceros y que han creado una legislación fracasada que ha producido el monopolio
criminal del comercio. Prohibir las armas que no se pueden producir clandestinamente
sería un paso adelante muy importante.
F.J:
Teniendo en cuenta el conflicto armado al que venimos refiriéndonos, ¿es
posible tener mecanismos de justicia transicional que permita que haya se
establezcan penas no privativas de la libertad?
P.L.F: Obviamente yo
creo que es necesario tomar consciencia de que la paz es el valor supremo, que es
prejuicio y que condiciona todos los otros valores incluida la democracia. Esto
comporta que debe ser en realidad a cualquier precio, aún si el precio debe ser
una justicia no punitiva. En tanto al estado de guerra, en este se presenta una
exclusión del derecho. Dice una vieja frase “silent
leges inter arma”: cuando está el conflicto armado, no está el derecho.
Esto significa que los violentos interarmados no pueden ser tratados con el
derecho penal. El derecho penal debe limitarse solamente a los crímenes contra
la humanidad cometidos por todas las partes; no solamente la guerrilla, también
los paramilitares y el ejército mismo. Naturalmente debe ser una justicia
fijada en la verdad y en el proceso, y no tanto en la pena. La pena es un hecho
secundario y puede ser simbólica, una pena no privativa de la libertad si esto
es necesario para poder conseguir la paz. Esto no significa impunidad, porque
es también una pena la reconstrucción de la verdad, la certidumbre de las
responsabilidades y también la reparación de los daños. Creo que la justicia transicional puede
realizarse si dejamos esta ilusión penalista de la pena como solución de los problemas. Lo que es importante es la verdad, la
reconstrucción de la memoria colectiva, como una premisa del nunca más y de la pacificación nacional y la realización de la democracia social como
factores de unificación política.
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