Además
de haber introducido las SAS a nuestro país, Francisco Reyes Villamizar es un
baterista a ultranza, cuyas pasiones son el Rock n’ Roll, el arte y las
humanidades. Dedica su tiempo a escribir para la Academia, además de cantar y
tocar su batería. Su orgullo más grande: Felipe, su hijo de seis años. Esta es la
historia de Francisco Reyes, la persona detrás del gran abogado y catedrático.
“Be on time. If you cannot be on time, be
early.”
Por:
Ana María Herrera, Daniel Londoño y Luz Juanita Valencia
Nacido
en Bogotá en 1963, Francisco Reyes desde muy niño descubrió su gusto y talento
por la música. Estudió en el Gimnasio Moderno, donde perteneció en primer lugar
a la Banda de Guerra, para luego empezar a reunirse con amigos para conformar
bandas de rock. Nos contó lo problemático que era para esa época conseguir una
batería, puesto que en ese entonces Colombia era un país bastante atrasado,
donde lo que se conseguía en materia de instrumentos eran tiples y bandolas. Resalta
la gran influencia que ejerció su colegio en materia musical, aunque sus años
en el colegio no hayan sido tan memorables como otras etapas de su vida; lo que
no debe extrañarlos en vista de que sus más grandes logros estaban aún por
venir.
Su
pasión más grande es el Rock n’ Roll, género musical del cual ha podido ser
parte gracias a su talento tocando la batería, el piano y cantando (talento del
que tuvimos privilegio de ser testigos). Ha estado en varias bandas con las
cuales ha podido tocar en grandes conciertos. Cuenta que la mayoría de bandas a
las que ha pertenecido han tenido el nombre de sociedades, pero asegura que a
ninguna de ellas ha sido él quien le haya puesto el nombre y que, por el
contrario, éstos han sido pura coincidencia. Estuvo, por ejemplo, en Compañía
Ilimitada, que fue una de las primeras bandas de Rock en Colombia; tiempo
después pudo estar en Sociedad Anónima, creada por un disidente de Compañía
Ilimitada. Se siente orgulloso de su vocación, la que nació a partir del gusto que
profesaba su familia hacia la música. Hoy en día cuenta con un estudio de
grabación en su casa que le permite dedicar tiempo a una de las cosas que más
disfruta: producir y grabar canciones.
Bajo
la influencia de su padre, Hernando Reyes Duarte, quien era abogado de
profesión, pero que dedicó su vida a la diplomacia, a la escritura, al
periodismo y a la política, Francisco decidió estudiar Derecho en la Javeriana.
Cuenta que vivía en una atmósfera llena de libros, en primer lugar por su padre
y en segundo lugar por su hermana Yolanda, quien actualmente es una famosa
escritora de literatura infantil. Es así como en su vida familiar se le rendía
culto a la literatura, a las palabras, a los libros, y fue de esta manera como
su atención se fue centrando en el Derecho, donde por supuesto se participa y
se aprende de este mundo literario. Jamás ha considerado que ejercer el derecho
y ser músico a la vez sean actividades incompatibles, al contrario, afirma enfáticamente
la conexión directa entre su trabajo académico y su faceta artística, ya que
ambas requieren de una característica esencial y especial: la creatividad.
Tras
un año de haber iniciado sus estudios en Derecho, se le presentó la oportunidad
de viajar a Lisboa a estudiar. Aquí, decidió cambiar esta disciplina por una
clase de lengua y cultura portuguesa, en la que tuvo un gran contacto con las
artes plásticas, la arquitectura, la literatura, la historia de Portugal y, por
supuesto, el portugués, idioma que ha tratado de mantener presente todos estos
años. Incluso, su último libro publicado es en portugués “Direito Societário
Americano- Estudo Comparativo”, en el que se encarga de hacer un estudio
comparado entre el sistema societario norteamericano y el sistema societario
brasilero. Fue durante sus estudios en la Universidad de Lisboa donde vivió la
experiencia académica más importante de su vida, pues fue allá donde pudo tener
contacto con el mundo intelectual y con el mundo europeo, sobre todo por
encontrarse en un país que acababa de salir de una dictadura y estaba entrando
a un régimen democrático; experiencia que le permitió comprender el valor de la
interdisciplinariedad como presupuesto para actuar y desenvolverse en un
sinnúmero de ámbitos.
Después
de su experiencia en Lisboa, regresó a Bogotá y se graduó como Abogado Javeriano.
Tiempo después, llegó a la Superintendencia de Sociedades, trabajo que admite
haber aceptado sin ninguna motivación y, en parte, contra su voluntad, ya que
para ese entonces estaba dedicado al periodismo, a la escritura y a su música.
Nunca le había parecido interesante el tema de derecho societario ni el derecho
comercial, esto a pesar de que su profesor de sociedades había sido el Dr. Luis
Carlos Neira, a quien quiere y respeta profundamente, pues creía que su futuro
se enmarcaría en la misma línea de su padre. Sin embargo, aún estaban por
ocurrir una serie de eventos en su vida que determinarían y forjarían su camino hacia el reconocido
abogado que es hoy en día.
Lo
anterior, nos lo cuenta como una anécdota, la cual recuerda como irresponsable pero muy
afortunada, cuando en 1992, tras ser merecedor de un beca, decidió irse a
Estados Unidos a realizar una maestría en Administración Pública en la
Universidad de Miami, maestría en la cual su permanencia fue de tan sólo un
día, pues le bastó asistir a una clase para tomar la determinación de mover
cielo y tierra para lograr su transferencia a la Facultad de Derecho. A pesar
de los obstáculos y problemas, siendo subestimado por ser colombiano, dicha
facultad aceptó recibirlo y logró sacar adelante su maestría en leyes. Fue durante
este tiempo que se dedicó de fondo, admite que de una manera obsesiva, al
estudio de los temas de Sociedades y Derecho Comparado; preparación que más
adelante le permitiría ocupar el cargo de Superintendente de Sociedades.
Lo
que no sabía era que su paso por la Universidad de Miami le abriría un gran
camino gracias al director del programa de derecho: Keith Rossen[1], quien
en 2002 decidió enviarle un FAX, el cual, en definitiva, cambió su vida. Lo que
el comunicado buscaba era que el Dr. Reyes se fuera a la Universidad de
Louissiana como profesor de tiempo completo, pues el Dr. Rossen lo consideraba
como uno de los académicos más destacados de Latinoamérica, y que por sus
extensas facultades y conocimientos era digno de asumir la responsabilidad de
dictar cátedras en Los Estados Unidos. Ante este ofrecimiento y las
dificultades que implicaba aceptarlo, decidió negociar las condiciones, de
manera que le permitieran aceptar el puesto como profesor visitante de la
Universidad de Louissiana y no como profesor de tiempo completo. Fue de esta
manera como el mundo de la academia se abrió ante sus ojos, teniendo la
posibilidad más delante y hasta el día de hoy, de ser profesor invitado en universidades
de Holanda, Suiza, Angola, Argentina, México, Brasil y, por supuesto, Estado
Unidos.
Tratándose
de Francisco Reyes, es imposible entablar una conversación con él sin que surja
el interés por conocer de primera mano la historia detrás de las Sociedades por
Acciones Simplificadas, más conocidas por su sigla SAS. La introducción de éstas,
cuenta Reyes, se dio por “culpa” de Tito Livio Caldas, fundador de Legis, quien
le pidió que redactara una ley que introdujera un tipo societario nuevo que se
ajustara a las exigencias de las compañías cerradas y las sociedades de
familia; petición a la que en un principio el Dr. Reyes no accedió. Después de
una larga insistencia, Caldas logró convencer a Reyes de embarcarse en este
nuevo proyecto, por lo que de inmediato solicitó la bibliografía necesaria y
empezó a escribir con su puño y letra el articulado de la ley. Confiesa que el
nombre de “Sociedades por Acciones
Simplificadas” viene de Francia, pero que la estructura de dicha sociedad es Angloamericana.
Este proyecto de ley se presentó en el Congreso de la República, siendo
exitosamente aprobado. Sin embargo, producto de un descuido, quedó en la Gaceta
del Congreso el nombre de Francisco Reyes Villamizar como redactor del
proyecto, quien, sin darse por enterado, al parecer había obtenido la calidad
de congresista durante el trámite de la ley; descuido que deja como legado, la
mente brillante detrás de las SAS.
Su
experiencia significativa más reciente fue en la UNCITRAL (Comisión de las
Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional). Aquí, con ayuda de un
amigo norteamericano cercano al Departamento de Estado, y después de algunas
desilusiones, específicamente en la Asamblea General de la OEA, logró que la
figura colombiana de las SAS llegara a la Asamblea General de las Naciones
Unidas y que se sometiera a votación la integración de un comité para
configurar una ley internacional de Sociedades por Acciones Simplificadas mundial.
Este logro, no sólo tiene un gran significado personal, sino también,
considera, es el éxito más importante para Colombia en materia de Derecho Comercial Internacional.
Hoy,
además de ejercer como abogado, se dedica a hacer grandes contribuciones a la
literatura y doctrina jurídica con nuevos libros y con la actualización de
otros, así como a preparar y dictar clases. Tiene una biblioteca donde, entre esculturas,
guarda grandes folders con infinita cantidad de recuerdos: desde el FAX que le
abrió las puertas a ser un académico de talla internacional, hasta recortes de
periódicos; folders, que relatan la vida de este reconocido abogado rockanrolero y la gran persona que es
Francisco Reyes Villamizar.
A
Francisco Reyes nuestro más sincero respeto y admiración.
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