domingo, 28 de agosto de 2011

La realidad de la ONU

La triste utopía de la Organización de las Naciones Unidas



El funcionamiento real de un organismo internacional establecido para el debate de problemas sociales y de seguridad global, lo han convertido en una institución incapaz de cumplir sus cometidos.


Por: Santiago García Jaramillo



No son pocas las veces que todos hemos imaginado la Organización de Naciones Unidas, como ese gran organismo supranacional, donde la mayoría de los países se reúnen en igualdad de condiciones para deliberar sobre los principales temas que afectan a sus pueblos y encontrar de manera conjunta una solución armónica a sus problemas.




Quienes han cursado Derecho Internacional, recordarán cómo se dedican clases enteras a señalar el funcionamiento de los diferentes Consejos, en especial el económico y social y como es de esperarse el de seguridad. Pero también son interminables las cátedras acerca del funcionamiento de la Asamblea General y del proceso para la adopción de resoluciones. Pues con estas ideas en mente, tuve la gran oportunidad de participar, el mes pasado, en las sesiones de alto nivel sobre juventud en el marco de la 65 asamblea general.


Debo ser franco al mencionar que me sorprendió cómo ninguna de las delegaciones se preocupa por lo que hablan sus colegas frente a la Asamblea General, pero también como Joseph Deiss, su Presidente, controla el tiempo de las intervenciones bajo un criterio lejano a esa igualdad entre las naciones que todos hemos aprendido. Pero es triste también, el sorprende el anacronismo de los debates que en el seno de este organismo se da, Argentina alegando su soberanía sobre las islas Malvinas, Ecuador haciendo una defensa al socialismo como un motor para el desarrollo económico (sic), y el silencio de la mayoría de los países frente a las denuncias de atraso y pobreza de los países africanos… el resto de discursos parecían copiados entre si, sin mayor profundidad, y de esa superficialidad no fue ajeno el del representante de nuestro país. Todo lo anterior, llevó a un resultado que era de esperarse: la aprobación de una resolución sin discusión alguna, con una consulta mínima a las organizaciones de la sociedad civil, y cuya votación se produjo incluso con anterioridad a la intervención de muchos Estados, ¿es este el escenario de participación e integración global que inspiró la creación de esta organización internacional?


Una reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre juventud, donde uno de los temas principales giraba en torno a los niños y jóvenes en conflictos armados, era una oportunidad única para que nuestro país tomará el papel protagónico y demandara de la sociedad internacional un real compromiso en cooperación y lucha conjunta contra flagelos como el reclutamiento (de acuerdo con organismos de la sociedad civil internacional, los jóvenes reclutados llegan a ser más de 6.000 en el los últimos 10 años), el desplazamiento forzados, y tantas otras violaciones graves de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario que sufren los menores de nuestro país. Pues bien, la delegación colombiana ante las Naciones Unidas optó por el silencio, evadiendo el tema en los comités de trabajo, y pronunciando, el delegado de nuestro gobierno, un discurso ante la Asamblea General que parecía más para un evento comunal de “Colombia Joven” que la intervención para una reunión de alto nivel en la ONU. Pero quizás la muestra más grande de la ineptitud y silencio de nuestra delegación quedó en evidencia, cuando el ministro de defensa de Australia –por más increíble que parezca- tomó la vocería para hacer una enérgica denuncia por el uso de niños por parte de los grupos armados ilegales colombianos. Si nuestro gobierno en realidad, como todo indica, quiere embarcarnos en la solución negociada del conflicto armado, con veeduría internacional, o incluso, si busca que el resto del mundo coopere en la lucha que libra contra los grupos ilegales, se hace necesario que inicie por reconocer los múltiples problemas que nos aquejan, y que demande de la comunidad internacional una ayuda real y tangible, pero de lo que podemos estar seguros es que con el silencio nada logrará.


Luego de participar en este espacio y sin necesitar un mayor análisis de la situación global, me temo que la Organización de las Naciones Unidas, cada día se acerca más a ser un simple espacio protocolario, lleno de discursos superfluos incapaces de transformar sociedades, de lograr cooperación entre Estados o de sancionar a quienes ponen en peligro la armonía global, lo más triste es que los Estados miembro son los principales culpables de esta situación, pues prefieren el cómodo silencio que la discusión de las dificultades que los aquejan, y sin duda Colombia encabeza esa lista.

1 comentario:

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