lunes, 7 de marzo de 2016

DIFICULTADES EN LA INSCRIPCIÓN DE MATERIAS



Autor: Lucas Arcila Hoyos-Representante de los Estudiantes

La primera semana de este semestre, se generó una preocupación en varios estudiantes de la Facultad: el problema de la inscripción de materias. Empezó el semestre académico y algunos todavía no habían podido inscribir la totalidad de las asignaturas correspondientes. Consecuentemente, Foro Javeriano me ha pedido una opinión frente al tema, buscando responder a los siguientes interrogantes: ¿Hasta qué punto este problema es culpa de la Facultad? ¿Hasta qué punto lo es de los estudiantes? ¿Quién está llamado a encontrar soluciones?

En mi opinión, las respuestas no son absolutas. Considero que la Facultad debe buscar soluciones para que la inscripción de materias funcione de una manera más eficiente, pero también considero que los estudiantes deben tomar algunas medidas para contribuir a la solución del problema. A continuación algunos detalles.

En primer lugar, debe analizarse el problema desde la óptica del estudiante. Este organiza, en el sistema de la Universidad (específicamente en el “carrito de compras”) un horario de acuerdo a sus preferencias. Sin embargo, muchas veces las cosas no salen como se espera, pues al momento de inscribir, una o varias materias ya no tienen cupos. ¿Qué pasa cuando la materia bloqueada es una del pensum de Derecho? Pues el estudiante se ve obligado a inscribir la materia en un curso diferente, donde sí queden cupos, en un horario que muchas veces no cuadra con las materias que sí se pudieron inscribir. ¿Qué puede hacer el estudiante para evitar esta situación?

Como en todo, parte del éxito radica en anticiparse al problema. Está claro que el estudiante debe organizar su horario con una buena anticipación, no 15 minutos antes de que empiece la primera cita. Pero además, debe organizar varias opciones de horario, ¡nunca una sola! De esta manera, en caso de que una o más materias ya no tengan cupos cuando se van a inscribir, el estudiante podrá rápidamente optar por el “plan B”, el cual habrá preparado previendo las materias que probablemente se quedarán sin cupo primero, por ser tradicionalmente las más demandadas. Sé que inscribir el “plan B” significa un sacrificio, pues probablemente se dejará de ver alguna materia con el profesor esperado, pero créanme: es preferible llegar al primer día de clases con un horario completo, que vivir la situación de incertidumbre en la que se encontraron muchos estudiantes al principio de este semestre. Además, debemos comprender que el número de cupos para ver la materia con cada profesor es limitado, pues somos nosotros mismos los afectados cuando nos ponen a más de 40 estudiantes a ver una misma clase en un mismo salón.

En segundo lugar, debe analizarse el problema desde la óptica de la Facultad. Por un lado, no sobra recordar que el problema de la inscripción de materias no es, ni mucho menos, un problema que afecte únicamente a nuestra Facultad; es un problema que afecta (y ha afectado siempre) a todas las facultades, quizás a todas las universidades. Además, como estudiantes de nuestra Facultad somos privilegiados: la mayoría de las materias se dictan en horas de la mañana, lo cual nos permite quedar libres alrededor del medio día. Pero claro, este privilegio implica costos: nuestra Facultad resulta más vulnerable a tener problemas como los mencionados, pues el margen de maniobra es menor. No obstante, está claro que la Facultad tiene el deber de garantizar que cada estudiante tenga un cupo (sea en el curso que sea) para inscribir cada una de las materias correspondientes a su semestre, pues resultaría reprochable que un estudiante se atrase sólo porque dicho cupo no se garantizó. Sin embargo, esperamos positivamente que la Facultad tome las medidas que estén a su alcance para prevenir y evitar al máximo la repetición del problema mencionado.

Personalmente, la primera semana de clases escuché atentamente las quejas de varios estudiantes, por lo cual procedí a realizar aquello que como Representante me corresponde: comunicar las inconformidades ante las directivas, por medio de los conductos regulares establecidos, buscando que en las instancias pertinentes se solucionara el problema con la mayor eficiencia posible. La reflexión y el análisis que aquí realizo tienen una proyección hacia el futuro, buscando que la situación efectivamente mejore de cara a los próximos semestres.



Problemas con las materias

Cualquiera de Nosotros
Nos cuenta en esta edición, Felipe Trespalacios estudiante de cuarto semestre, su impresión y los problemas que sufrió con la inscripción de materias en las pasadas vacaciones.
Autor: Felipe Trespalacios – Cuarto Semestre

Cualquiera de nosotros, estudiantes, tiene tanto en su cabeza como en su corazón una serie, por lo menos una, de ideales y sueños que pretende cumplir. Ciertamente los sueños no están limitados para quienes tenemos la posibilidad de estudiar pero, de alguna forma, al acceder a estas posibilidades, hemos aceptado la responsabilidad de ayudar a otros a cumplir los suyos. Sin saberlo, la calidad de estudiantes representa algo mucho más significativo que un carné y un futuro diploma. Somos, por disposición de las oportunidades de la vida, cimiento de un futuro mejor y herramienta de crecimiento.

Si ser estudiante fuera algo inherente a la calidad de ser humano, aquel que no está en una institución educativa tendría parte de su humanidad en peligro, sea por desgracias de la vida o por voluntad propia. Algunos por obligación, otros por mérito y los demás por deseo, estamos ocupando lugares en las aulas para, según nos es dicho, adquirir y compartir conocimiento. No es por lo tanto algo relacionado con la dignidad humana necesariamente, pues creo que esta se ejerce desde postulados mínimos de forma subjetiva  y libre. Es, una de las varias oportunidades que la vida ofrece: ser estudiante. Si las oportunidades son escasas y si somos pocos quienes podemos ejercer este derecho, ¿no recae sobre nosotros la responsabilidad de actuar? ¿No es nuestro el deber de expandir esto que se nos ha dado a quien lo quiera aceptar?

Al inicio del semestre no pocos estudiantes tuvimos la desdicha de enfrentarnos con el temido conflicto de horario. En un comienzo era realmente molesto acudir a la Facultad para solucionar el lío en vacaciones y no recibir ni siquiera señal posible de solución. Tal demostración quedó materializada en las largas filas y solicitudes que a nuestra Facultad allegaban los estudiantes perjudicados. Ignoro hasta qué punto era responsabilidad de la Facultad y de los funcionarios los mencionados problemas, habrá que ser coherentes con el principio transversal de nuestra ciencia: la buena fe. Sin embargo surgen varias reflexiones inquietantes de la situación que, ahora, está solucionada.

Sí, es nuestro deber como estudiantes de esta prestigiosa institución hacer valer el conocimiento humano e intelectual que nos han impartido. ¿Cómo? La respuesta no la tengo pero creo que se acerca a no permanecer en silencio. Tuve la oportunidad de ser representante de mi curso, figura por demás sobrevalorada, y comunicarme con los demás representantes para recoger las quejas entre todos y alzar un poco más el tono para que las soluciones se hicieran ver tan pronto como fuera posible y exigible. Reconozco que mi propuesta de elevar una queja al Ministerio de Educación, o interponer un Derecho de Petición, era por demás exagerada. Sin embargo era una respuesta a la necesidad de hablar, de  hacerse escuchar y demostrar que el inconformismo, aún entre nosotros, existe. Era una forma de decir que nuestros derechos son también exigibles, como estudiantes, en la proporción con la que se nos cobra y exige.


Encontré miedo entre algunos y rechazo en otros, hasta cierto punto entendible. Lo que no es razonable, es querer pertenecer al selecto grupo estudiantil colombiano, para permanecer en silencio ante los problemas e inconformidades, ante las vulneraciones a nuestros derechos por mínimas que sean. Este año celebramos 25 años de la Constitución Política de la República, hecho histórico que empezó en las aulas y corazones de personas como nosotros, sentadas en las mismas aulas, con la ilusión de un ser humano consciente de la realidad en que vive. Me inquieta en las noches y en los días pensar que mi generación será apática, desinteresada y sumisa ante cualquier circunstancia. Desde estas aulas deben salir respuestas a nuestros problemas, a los problemas de quienes llamamos “los demás”. La voz nuestra es el sonido que el mundo espera, que rompa el silencio peligroso en el que nos encierran nuestros miedos. La vida será, finalmente, lo que hagamos de ella.

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