DIFICULTADES
EN LA INSCRIPCIÓN DE MATERIAS
Autor: Lucas Arcila Hoyos-Representante de los Estudiantes
La primera
semana de este semestre, se generó una preocupación en varios estudiantes de la
Facultad: el problema de la inscripción de materias. Empezó el semestre
académico y algunos todavía no habían podido inscribir la totalidad de las
asignaturas correspondientes. Consecuentemente, Foro Javeriano me ha pedido una
opinión frente al tema, buscando responder a los siguientes interrogantes:
¿Hasta qué punto este problema es culpa de la Facultad? ¿Hasta qué punto lo es
de los estudiantes? ¿Quién está llamado a encontrar soluciones?
En mi
opinión, las respuestas no son absolutas. Considero que la Facultad debe buscar
soluciones para que la inscripción de materias funcione de una manera más
eficiente, pero también considero que los estudiantes deben tomar algunas
medidas para contribuir a la solución del problema. A continuación algunos
detalles.
En primer
lugar, debe analizarse el problema desde la óptica del estudiante. Este organiza,
en el sistema de la Universidad (específicamente en el “carrito de compras”) un
horario de acuerdo a sus preferencias. Sin embargo, muchas veces las cosas no
salen como se espera, pues al momento de inscribir, una o varias materias ya no
tienen cupos. ¿Qué pasa cuando la materia bloqueada es una del pensum de Derecho?
Pues el estudiante se ve obligado a inscribir la materia en un curso diferente,
donde sí queden cupos, en un horario que muchas veces no cuadra con las materias
que sí se pudieron inscribir. ¿Qué puede hacer el estudiante para evitar esta situación?
Como en todo,
parte del éxito radica en anticiparse al problema. Está claro que el estudiante
debe organizar su horario con una buena anticipación, no 15 minutos antes de
que empiece la primera cita. Pero además, debe organizar varias opciones de
horario, ¡nunca una sola! De esta manera, en caso de que una o más materias ya
no tengan cupos cuando se van a inscribir, el estudiante podrá rápidamente
optar por el “plan B”, el cual habrá preparado previendo las materias que
probablemente se quedarán sin cupo primero, por ser tradicionalmente las más
demandadas. Sé que inscribir el “plan B” significa un sacrificio, pues probablemente
se dejará de ver alguna materia con el profesor esperado, pero créanme: es
preferible llegar al primer día de clases con un horario completo, que vivir la
situación de incertidumbre en la que se encontraron muchos estudiantes al
principio de este semestre. Además, debemos comprender que el número de cupos
para ver la materia con cada profesor es limitado, pues somos nosotros mismos
los afectados cuando nos ponen a más de 40 estudiantes a ver una misma clase en
un mismo salón.
En segundo
lugar, debe analizarse el problema desde la óptica de la Facultad. Por un lado,
no sobra recordar que el problema de la inscripción de materias no es, ni mucho
menos, un problema que afecte únicamente a nuestra Facultad; es un problema que
afecta (y ha afectado siempre) a todas las facultades, quizás a todas las
universidades. Además, como estudiantes de nuestra Facultad somos
privilegiados: la mayoría de las materias se dictan en horas de la mañana, lo
cual nos permite quedar libres alrededor del medio día. Pero claro, este privilegio
implica costos: nuestra Facultad resulta más vulnerable a tener problemas como
los mencionados, pues el margen de maniobra es menor. No obstante, está claro
que la Facultad tiene el deber de garantizar que cada estudiante tenga un cupo
(sea en el curso que sea) para inscribir cada una de las materias correspondientes
a su semestre, pues resultaría reprochable que un estudiante se atrase sólo porque
dicho cupo no se garantizó. Sin embargo, esperamos positivamente que la
Facultad tome las medidas que estén a su alcance para prevenir y evitar al máximo
la repetición del problema mencionado.
Personalmente,
la primera semana de clases escuché atentamente las quejas de varios
estudiantes, por lo cual procedí a realizar aquello que como Representante me
corresponde: comunicar las inconformidades ante las directivas, por medio de
los conductos regulares establecidos, buscando que en las instancias pertinentes
se solucionara el problema con la mayor eficiencia posible. La reflexión y el
análisis que aquí realizo tienen una proyección hacia el futuro, buscando que
la situación efectivamente mejore de cara a los próximos semestres.
Problemas
con las materias
Cualquiera de Nosotros
Nos cuenta en esta edición, Felipe Trespalacios estudiante de
cuarto semestre, su impresión y los problemas que sufrió con la inscripción de
materias en las pasadas vacaciones.
Autor: Felipe Trespalacios – Cuarto Semestre
Cualquiera
de nosotros, estudiantes, tiene tanto en su cabeza como en su corazón una
serie, por lo menos una, de ideales y sueños que pretende cumplir. Ciertamente
los sueños no están limitados para quienes tenemos la posibilidad de estudiar
pero, de alguna forma, al acceder a estas posibilidades, hemos aceptado la
responsabilidad de ayudar a otros a cumplir los suyos. Sin saberlo, la calidad
de estudiantes representa algo mucho más significativo que un carné y un futuro
diploma. Somos, por disposición de las oportunidades de la vida, cimiento de un
futuro mejor y herramienta de crecimiento.
Si ser
estudiante fuera algo inherente a la calidad de ser humano, aquel que no está
en una institución educativa tendría parte de su humanidad en peligro, sea por
desgracias de la vida o por voluntad propia. Algunos por obligación, otros por
mérito y los demás por deseo, estamos ocupando lugares en las aulas para, según
nos es dicho, adquirir y compartir conocimiento. No es por lo tanto algo
relacionado con la dignidad humana necesariamente, pues creo que esta se ejerce
desde postulados mínimos de forma subjetiva
y libre. Es, una de las varias oportunidades que la vida ofrece: ser
estudiante. Si las oportunidades son escasas y si somos pocos quienes podemos
ejercer este derecho, ¿no recae sobre nosotros la responsabilidad de actuar?
¿No es nuestro el deber de expandir esto que se nos ha dado a quien lo quiera
aceptar?
Al
inicio del semestre no pocos estudiantes tuvimos la desdicha de enfrentarnos
con el temido conflicto de horario. En un comienzo era realmente molesto acudir
a la Facultad para solucionar el lío en vacaciones y no recibir ni siquiera
señal posible de solución. Tal demostración quedó materializada en las largas
filas y solicitudes que a nuestra Facultad allegaban los estudiantes
perjudicados. Ignoro hasta qué punto era responsabilidad de la Facultad y de
los funcionarios los mencionados problemas, habrá que ser coherentes con el
principio transversal de nuestra ciencia: la buena fe. Sin embargo surgen
varias reflexiones inquietantes de la situación que, ahora, está solucionada.
Sí, es
nuestro deber como estudiantes de esta prestigiosa institución hacer valer el
conocimiento humano e intelectual que nos han impartido. ¿Cómo? La respuesta no
la tengo pero creo que se acerca a no permanecer en silencio. Tuve la
oportunidad de ser representante de mi curso, figura por demás sobrevalorada, y
comunicarme con los demás representantes para recoger las quejas entre todos y
alzar un poco más el tono para que las soluciones se hicieran ver tan pronto
como fuera posible y exigible. Reconozco que mi propuesta de elevar una queja
al Ministerio de Educación, o interponer un Derecho de Petición, era por demás
exagerada. Sin embargo era una respuesta a la necesidad de hablar, de hacerse escuchar y demostrar que el
inconformismo, aún entre nosotros, existe. Era una forma de decir que nuestros
derechos son también exigibles, como estudiantes, en la proporción con la que
se nos cobra y exige.
Encontré
miedo entre algunos y rechazo en otros, hasta cierto punto entendible. Lo que
no es razonable, es querer pertenecer al selecto grupo estudiantil colombiano,
para permanecer en silencio ante los problemas e inconformidades, ante las
vulneraciones a nuestros derechos por mínimas que sean. Este año celebramos 25
años de la Constitución Política de la República, hecho histórico que empezó en
las aulas y corazones de personas como nosotros, sentadas en las mismas aulas,
con la ilusión de un ser humano consciente de la realidad en que vive. Me
inquieta en las noches y en los días pensar que mi generación será apática,
desinteresada y sumisa ante cualquier circunstancia. Desde estas aulas deben
salir respuestas a nuestros problemas, a los problemas de quienes llamamos “los
demás”. La voz nuestra es el sonido que el mundo espera, que rompa el silencio
peligroso en el que nos encierran nuestros miedos. La vida será, finalmente, lo
que hagamos de ella.
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