martes, 7 de mayo de 2013

LOCOMOTORAS Y SUS VÍCTIMAS

Por: Juan Sebastián De Martino – III semestre

Fueron más o menos tres mil los muertos que José Arcadio Segundo Buendía vio a bordo del interminable tren de doscientos vagones, impulsado por tres locomotoras. De los techos sobresalían las metralletas empotradas y los soldados en alerta. El mar era el destino por excelencia de los cadáveres, y el banano, el sinónimo del progreso tan bien jalado por el tren.

Hoy, los sinónimos del progreso han dejado de ser el banano y el café. De un tiempo hacia acá, las locomotoras que propone el gobierno de Juan Manuel Santos tienen la fiel consigna de impulsar la minería, la vivienda y la innovación, entre otras menos fuertes. Las locomotoras han andado y la propuesta del desarrollo ha sido bien recibida por muchos sectores, pero aún así “los macondianos”, los directamente afectados, pueden estar sufriendo la victimización por parte de las Locomotoras del Progreso, y puede que nosotros sigamos padeciendo de “la enfermedad del insomnio” y ellos sean ignorados por nuestra memoria.

Esa macondiana historia es la historia que hoy viven muchos sectores de Colombia, y de la cual testifican con dolor las comunidades del Sur del Bolívar, entre otras. Comunidades para las que el hecho de haber descubierto el oro, el carbón o cualquier mineral les ha llevado la violencia como pago por éste. La sociedad progresista, en busca de desarrollo que tiene Colombia les ha desplazado numerosas veces y la locomotora enciende motores. Han sido las empresas mineras, desde los noventa, un factor testigo o victimario de esas macondianas comunidades, y hoy, con la Locomotora minera que conduce el Estado, nuevamente victimiza a todos los macondos, a todos los olvidados. Es preciso advertir que esta locomotora, entre tantas cosas, ha cargado muertos y sus fuerzas han desplazado macondianos, y aún así, el Sur del Bolívar y el resto del país sigue sumergido en el olvido de los que deberíamos recordar.

Entre esos tantos olvidos me es posible criticar los más graves. La minería artesanal, propia de campesinos, no ha sido una preferencia de la Locomotora, y lo eminentemente claro es que la rigidez de los decretos de su reglamentación alejan a los campesinos de acceder a la legalización de su tipo de minería. Estos mismos campesinos, son los que en algún momento han sido desplazados por los intereses “progresistas” que hay detrás del oro, y aún así, el gobierno no hace miramientos a estas condiciones especiales de esta población. Incluso, en el más reciente decreto que reglamenta la materia (Decreto 1970 de 2012) se actúa de una manera en la que, habiendo interpuesto en el mismo territorio un proceso de legalización de la minería tradicional y una petición de título o título minero, no prosperando las negociaciones de una subcontratación, se preferirá la petición del título o el título minero preexistente. El Estado nuevamente se encargo de accionar la metralleta contra los macondianos, y ahora vuelve a ser momento de cargar los cadáveres en el tren que está impulsado por una Locomotora de cabeza, una detrás y otra en el medio. Locomotoras y sus víctimas, la minería y su progreso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario