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RECONSTRUYENDO A UN TRIUNFADOR DE IDEAS
ÁLVARO GÓMEZ: Un hombre que pensó un país
Por Juan Pablo Quintero y Santiago García.
Mucho se habrá escrito en la literatura nacional sobre el personaje que FORO JAVERIANO ha escogido en esta oportunidad para le reconstrucción de este perfil. Pero es importante recordar que este personaje, que significó un pilar intelectual y político para República de Colombia, también pasó por nuestras aulas, tuvo compañeros de clases como lo hacemos hoy día, y a pesar de jamás haber sido Presidente de la República, sus tesis y planteamientos terminaron por ser las políticas aplicadas hoy día.
En conmemoración de los quince años de su asesinato, quisimos exponer apartes de la vida de Álvaro Gómez Hurtado, un político conservador, abogado, intelectual, artista, hijo del ex presidente Laureano Gómez Castro, nacido en Bogotá el 8 de mayo de 1919 y muerto el 2 de noviembre de 1995. Un hombre cuyo legado vigente es incalculable, en virtud de su sentido visionario, el cual le permitió divisar un país que pocos podían siquiera imaginar para la época en que vivió.
En este perfil póstumo y conmemorativo, FORO JAVERIANO quiso acudir a Enrique Gómez Hurtado, hermano de Álvaro, y también abogado javeriano, quien recuerda que en las épocas universitarias -las cuales compartieron- estuvieron rodeadas de un protuberante activismo político, lo cual fue un eje fundamental en el desarrollo de su pensamiento y propuesta política posterior. El punto histórico tuvo como su eje central la Segunda Guerra Civil Española, en la cual los Jesuitas, desde la Universidad Javeriana, cultivaban una defensa por los valores profesados en la Compañía de Jesús, obviamente en el contexto de los sucesos de dicho conflicto político. Por lo anterior, Álvaro y Enrique militaron en un grupo que se hizo llamar “La Legión de Loyola” cuyo fundamento era el nacionalismo. En coincidencia con el ideario político de Francisco Franco. Todo estuvo tuvo auspicio de la misma universidad, en donde se buscaba defender los postulados de la Iglesia Católica, en oposición a lo que la revolución republicana proponía.
En ese entonces, el lugar de estudios no era en la actual sede de la universidad, sino que se ubicaba en el centro de la ciudad de Bogotá junto al Colegio San Bartolomé, también de la Compañía de Jesús. Esta sede recibió de los estudiantes de esa época la denominación de “la Javeriana del centro”, y fue el lugar donde Álvaro Gómez inició, cursó y culminó sus estudios de Derecho con una gran influencia filosófica, y en consecuencia política, de los padres jesuitas que dirigían la universidad.
Álvaro Gómez compartió clases con personas de alto impacto nacional, tales como Antonio José Uribe Portocarrero, Lucio Pabón Nuñez -quien luego de ser partidario y funcionario del gobierno de Laureano Gómez, fue un importante protagonista del golpe de estado de éste último- y su amigo Rodrigo Noguera Laborde (con quien fundó la Universidad Sergio Arboleda), graduándose en el año de 1941.
Una vez egresado de la universidad, Álvaro Gómez se hizo elegir concejal de Engativá, en donde compartió curul con Julio Cesar Turbay Ayala. Recuerda la familia Gómez, que desde ese entonces se convirtió, a pesar de militar en partidos diferentes, en un compañero de la política con quien compartió muchas de las propuestas postreras, pues Turbay representaba el ala más alejada de la izquierda del Partido Liberal, y en consecuencia tuvieron muchas coincidencias. Sobretodo en la manera como debía concebirse la política de seguridad.
Del Cabildo Municipal de Engativá, Gómez saltó al Concejo de Bogotá en el año de 1941, llegando tres años después al Congreso de la República, en su la Cámara de Representantes. Quepa decir, que la edad mínima de entonces para poder hacer parte de dicha Corporación era de veinticinco años, edad que tenía Álvaro Gómez para esas elecciones. Esto hablaba de su alta capacidad persuasiva, y su innegable instinto político que se manifestó desde temprana edad, políticamente hablando, discutiendo siempre los temas fundamentales nacionales.
El periodismo, más que un oficio, fue un estilo de vida. En él estuvo inmerso desde antes de graduarse de la universidad, y lo ejerció casi de manera continua durante lo largo de su vida, fuera como caricaturista, como subdirector o director del periódico El Siglo y como fundador del noticiero 24 Horas.
Datos interesantes en la historia para la familia Gómez, es que para el 9 de abril de 1948, Álvaro Gómez se encontraba en funciones diplomáticas en Europa como Embajador en Suiza y por obvias razones, tuvo que regresar a Colombia, pues el periódico El Siglo había sido destrozado en las revueltas de aquel día. De allí que se dedicara a reconstruir el diario, y fuera nombrado su director el 29 de noviembre de 1949.
Para el año de 1950 fue elegido por primera vez para el Senado de la República siguiendo la misma línea de debate y propuesta que siempre lo caracterizó. Tres años después, sería nombrado Embajador en Italia, para luego del golpe de estado ese mismo año, ser desterrado, junto con toda su familia, primero a los Estados Unidos, para finalmente instalarse en España en donde iniciaría una etapa de arduo estudio, además de perfeccionar su vocación por el arte, pues Álvaro Gómez también dibujaba con gran talento. La culminación de ese estudio se vería con su publicación tal vez más insigne: La revolución en América.
Estos hechos, y muchos más, son los que relatan los familiares de Álvaro Gómez. Tales como el protagonismo en el Pacto de Benidorm que daría origen al Frente Nacional, el impulso de una reforma constitucional fallida, la primera campaña a la presidencia en el año de 1974, la segunda en 1986 y la última en 1990. La fundación del noticiero televisivo 24 Horas, la fundación de la Universidad Sergio Arboleda, el protagonismo como copresidente de la Asamblea Constituyente de 1991. No obstante, la familia Gómez hace hincapié en el ideario político, que a su juicio y con razón, hacen de Álvaro Gómez Hurtado un triunfador de las ideas en la política actual.
La primera de ellas, y por lo que Álvaro fue insistente, fue en la necesidad de hacer el campo productivo, en contraposición a la concepción predominante de entonces, la cual se centraba más en la redistribución. Gómez Hurtado, creía que la mejor manera de generar riqueza, era que el campo fuera rentable, lo cual iba a desencadenar en empleos dignos y bien pagos. Hoy, a pesar de existir una política redistributiva, se hace más énfasis es en la necesidad de que el campo produzca y genere riqueza.
Así mismo, Álvaro Gómez fue altamente impactado por el modelo económico de los denominados Tigres Asiáticos, los cuales, de la pobreza absoluta, saltaron a tener economías altamente desarrolladas. De allí, adoptó el concepto de “economía dirigida”, en contraposición a la teoría de la “economía intervenida”, preponderante en ese entonces. Esta implicaba tanto un estado empresario como la fijación de los precios. En síntesis, Álvaro Gómez introdujo el concepto de planeación, el cual quedó vigente en Colombia plasmado en la Constitución Política de 1991. Hoy es inconcebible, a manera de ejemplo, pensar en un municipio sin Plan de Ordenamiento Territorial.
De otro lado, Gómez pensaba que ante la insurrección de grupos armados, no era procedente una negociación. Sino que era necesario que el Estado, como representante de la entera sociedad, les hiciera frente con todo el poder de la fuerza, dado que lo contrario significaría una deslegitimación del mismo Estado. Lo que él en su tiempo denominó la Seguridad Nacional, fue lo que sería el pilar de la actual Seguridad Democrática.
Finalmente, Álvaro Gómez percibía la justicia en exceso formalista, amante de los trámites, pero nada eficaz y absolutamente cerrada. Era enemigo de la cooptación, y por eso, junto con su Movimiento de Salvación Nacional, fue impulsor de reformas que han cambiado la perspectiva de la justicia de Colombia. Entre ellas, respaldó la instauración de la acción de tutela, e impulsó la creación del Consejo Superior de la Judicatura, con lo cual daría fin a el excesivo amiguismo que existía dentro de las Altas Cortes.. Este pensamiento también triunfó en la Constitución de 1991.
Como se verá, hacer un análisis del legado que nos ha dejado este javeriano insigne, puede resultar en una completa colección de libros. Este espacio, quiere hacer un homenaje haciendo un breve barrido por los logros y derrotas, los cuales nos recuerdan a quienes hacemos parte de estos claustros, que no se puede desfallecer en la generación de ideas, y que la persistencia y coherencia tienen su buena recompensa, la cual es, como en este ejemplo, la vigencia y, en consecuencia, el paso a la historia como personas que dieron su vida en servicio público por la causa del amor patrio.
Álvaro Gómez fue profesor toda su vida, lo fue en esta Universidad y murió siéndolo. Esperemos que su legado e ideario lo siga haciendo.
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