miércoles, 9 de junio de 2010

NUESTRA FACULTAD

Por: Daniel Pulecio Boek
Egresado

Se puede percibir con facilidad, de atender algunas clases o de hablar con gente en los corredores, que la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana es actualmente objeto de varias críticas desde diversos flancos. Tales críticas se encauzan a través de profesores y estudiantes con un disfraz seudo-académico o incluso, de formas abiertamente informales.

Nuestra Facultad no es perfecta y tiene varios errores. Pero nuestra Facultad tiene mucho más de lo que dejan ver las críticas. Así que acá va una idea de lo que es nuestra Facultad….

Nuestra Facultad es un lugar que ofrece esperanzas y posibilidades para todos. Es un lugar que permite que quien se lo proponga: triunfe, salga adelante y desarrolle al máximo su potencial. Es un lugar que permite la realización de sueños. Es un lugar donde todo se puede hacer realidad. Que lo diga quien entró a la universidad con una confusión sobre el camino de su vida y salió con decisión y claridad. Que lo diga quien siempre deseó trabajar en un área, o ejercer la profesión de cierta forma y lo pudo lograr. Que lo diga a quien la Facultad le ha tendido la mano en los momento más difíciles. Que lo diga quien encontró en sus profesores y en los espacios académicos, un campo fértil para desarrollar su ideología política o sus convicciones personales.

Nuestra Facultad reúne algunas de las mentes jurídicas más brillantes de nuestro país. No hace falta sino mirar alrededor de nuestro Consejo de Facultad para apreciar en manos de quien estamos. Estamos en manos de los litigantes, académicos y servidores públicos más audaces que han pasado por Colombia y que han dejado huellas en la historia jurídica reciente de nuestro país.

Nuestra Facultad nos ofrece una amplia gama de posibilidades de pensamiento y de aproximación al ejercicio de la profesión y la realización de la justicia. Así, tenemos profesores que por placer y por amor, sacan tiempo de sus vidas para enseñarnos lo que saben. Así, tenemos profesores de tiempo completo dedicados a la academia. Así, tenemos profesores en general, que no están ahí para enriquecerse patrimonial o pecuniariamente, sino para devolverle algo a la Facultad que los formó, mediante la transmisión de sus conocimientos jurídicos a los alumnos. Ojala Dios le diera la oportunidad a todos los estudiantes de derecho del país de tener profesores con ese nivel de convicción hacia su Facultad.

Nuestra Facultad se enmarca en una misión educativa jesuita. Eso, tiene una importancia trascendental. La educación se ha vuelto para muchos países y para algunos casos en Colombia, un negocio. Resulta que la educación NO es un negocio. La comunidad jesuita ha tenido una clara vocación desde su fundación: la educación por el valor moral y social inherente a la misma y NO por negocio. Nosotros somos educados bajo esa vocación y consecuentemente, bajo una misión encomendada por Dios. De la comunidad jesuita, hacen parte soldados de Dios que interceden por El ante nosotros para enaltecer nuestro conocimiento y dirigir nuestra atención hacia actividades loables en la sociedad.

Ya quisieran el resto de facultades de Derecho del país tener ese placer: ser educados por convicción moral y no por convicción material. Es por eso que nuestra educación se enmarca en claros derroteros de calidad y excelencia, porque sin trabajo y sacrificio, sin autoridad y disciplina, la educación no tiene sentido. Bajo esos derroteros nunca tendrá sentido una educación que pretenda hacernos ‘competitivos’ y hacer de nosotros un negocio de producción masiva de abogados de baja calidad que saben más de ‘herramientas’ y ‘teorías críticas’ que de ideología y conocimiento enciclopédico sobre la justicia y el derecho.

Por esas razones y sin temor a equivocarme, me atrevo a sostener que esta es la mejor Facultad de derecho del país y todos nosotros no deberíamos sentir nada diferente que gratitud por haber tenido el honor de ser parte de este centro de revolución jurídica y política que viene marcando la historia de Colombia en las últimas décadas.

1 comentario:

  1. En mi sentir, el autor del artículo toca varios puntos importantes. Pero hay uno en particular que no comparto. Yo no dudo de la capacidad y de la calidad de aquellos que presiden las aulas de nuestra facultad, quiero dejar eso claro. Pero admiro sólo a un puñado de los aprox. 80 docentes de los que recibí cátedra, por un punto ideológico esencial: Sí enseñaban sobre justicia.

    Yo creo que el problema principal de la facultad, y no creo que se la única, reside allí, se enseña Derecho como un ente distinto y autónomo de la Justicia. Evidenciado en el trato del cuerpo docente a los alumnos, del interés de la facultad sobre actividades extra-académicas o iniciativas de sus estudiantes, la perspectiva sobre la justificación del Proceso, la flexibilidad moral que muchos enseñan con gusto, etc, etc.

    Quizás D.Pulecio es uno de los pocos alumnos que son conscientes del valor de la Justicia y la importancia para el Derecho (desde siempre). Las palabras tan sentidas que le dedica a la facultad creo que así lo demuestran.

    Esa fue mi motivación y conclusión para escribir "Por que los abogados hablan para que nadie les entienda y otras historias policiales", la ausencia de Justicia en las aulas, la negación cínica y reiterada de la que debiera ser la finalidad principal del Derecho.

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