Una
necesidad para la construcción de paz
Por: Rodrigo Salas Pretelt
El asesinato
de Álvaro Gómez Hurtado y la Toma del Palacio de Justicia en este mes
cumplieron veinte y treinta años respectivamente desde que se cometieron, y
aunque fueron hechos aislados preservan un elemento común que los identifica:
aún no se conoce la verdad sobre esos hechos. Si bien se han adelantado labores
de investigación acertadas, e incluso creado una Comisión de la Verdad, no se
tiene certeza de lo que ocurrió. Por lo anterior, aunque pareciera muy obvio,
es pertinente destacar la importancia de la verdad en los procesos de
reparación.
Desde los
Tribunales de Nuremberg, terminada la Segunda Guerra Mundial, la verdad ha sido
reconocida como un elemento fundamental. En esos casos fue de gran importancia
la documentación que los fiscales reunieron e introdujeron al juicio para
revelar los crímenes del régimen nazi. Esa documentación, no solo fue útil para
los procesos penales que se adelantaron sino también para la sociedad, la
historia y memoria universal.
Igualmente,
en reiteradas ocasiones la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha resaltado
las implicaciones de la verdad cuando se presentan violaciones a derechos
humanos y en procesos de justicia transicional. La verdad tiene un alcance significativo
respecto de las víctimas y de la sociedad en sí misma.
En cuanto a
las víctimas se han reconocido cuatro elementos fundamentales de la verdad: (i)
es un derecho de las víctimas y de sus familiares conocer la realidad sobre lo
que ocurrió, (ii) implica saber quiénes fueron los responsables de los actos y
atentados en los que se presentaron violaciones de los derechos humanos, (iii)
lleva implícita la necesidad de que se adelanten investigaciones y se divulgue
públicamente la verdad sobre los hechos, y (iv) en los casos en los que se
atenta contra el derecho a la vida, este derecho implica que los familiares de
las victimas puedan conocer el paradero de los restos de sus familiares.
De la misma manera, haciendo referencia al
impacto de la verdad en la sociedad se han identificado dos aspectos principales.
Tiene trascendencia importante para lograr la perpetración de la memoria histórica,
lo cual conlleva a una conexidad intrínseca entre el derecho a la verdad, la
justicia y la reparación.
También es
importante identificar que las comisiones de la verdad se están convirtiendo en
instrumentos “estándar” de la justicia transicional. Los países han optado por
crear estos organismos de búsqueda de verdad porque forman parte de una lista
de deberes para la construcción de la paz. Así ocurrió en Colombia, con la Toma
del Palacio de Justicia que en 2010, después de cuatro años de investigaciones,
reconocieron, entre otras cosas, que durante el proceso de la retoma del
Palacio las fuerzas armadas incurrieron en fallas procedimentales que
dificultaron el reconocimiento de los cuerpos posteriormente.
Esas fallas de las fuerzas militares durante los días de la Toma del Palacio quedó en evidencia en la última semana de octubre de este año en la cual la Fiscalía General de la Nación confirmó que se identificaron los restos de tres víctimas de las cuales no se había vuelto a saber nada desde esos trágicos días de noviembre de 1985. Se trataba de los cuerpos de Lucy Amparo Oviedo, Cristina del Pilar Guarín Cortes y Luz Mary Pórtela. Sin embargo, los restos de Cristina del Pilar Guarín se creía que pertenecían a María Isabel Ferrer, y en el caso de Luz Mary Pórtela, anteriormente se habían identificado como de Libia Rincón Mora, ambas declaradas muertas después de la toma del M-19. Por eso es que ahora, treinta años después, la historia para los familiares que creían haber enterrado a sus seres queridos cambia por completo y pasan a ser unos renglones más en la lista de desapariciones forzosas del Palacio de Justicia. Los familiares de las víctimas demandan que se determinen las razones y responsabilidades de sus muertes, como debe suceder con todas las otras víctimas de esos días de noviembre.
Un
conocimiento de la verdad, aunque no sea absoluta, permite conocer las causas
que condujeron a los abusos y las circunstancias de las violaciones a derechos
humanos. En este sentido está claro que la búsqueda de la verdad juega un papel
importante en las iniciativas para hacer justicia y también en la presentación
de propuestas sensatas de reparaciones para las víctimas. La
verdad es un elemento imprescindible y es prácticamente la base de un proceso
de reparación integral.
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